martes, 9 de abril de 2019

BALTHUS EN MADRID

 

       Balthus: un artista único en el Museo Thyssen

El museo  presenta una exposición retrospectiva de este polémico pintor. 

 

El museo presenta en 2019 una exposición retrospectiva del legendario artista Balthasar Klossowski de Rola (1908-2001), conocido como Balthus, organizada conjuntamente con la Fondation Beyeler en Riehen / Basilea.
 
 
La calle, 1933
Considerado como uno de los grandes maestros del arte del siglo XX, Balthus es sin duda uno de los pintores más singulares de su tiempo. Su obra, diversa y ambigua y tan admirada como rechazada, siguió un camino virtualmente contrario al desarrollo de las vanguardias.

El propio artista señala explícitamente algunas de sus influencias en la tradición histórico-artística, de Piero della Francesca a Caravaggio, Poussin, Géricault o Courbet. En un análisis más detenido, se observan también referencias a movimientos más modernos, como la Neue Sachlichkeit, así como de los recursos de las ilustraciones populares de libros infantiles del siglo XIX.

En su desapego de la modernidad, que podría calificarse de ‘posmoderno’, Balthus desarrolló una forma personal y única de arte de vanguardia, un estilo figurativo alejado de cualquier etiqueta. Su personal lenguaje pictórico, de formas contundentes y contornos muy delimitados, combina los procedimientos de los maestros antiguos con determinados aspectos del surrealismo y sus imágenes encarnan una gran cantidad de contradicciones, mezclando tranquilidad con tensión extrema, sueño y misterio con realidad o erotismo con inocencia.
 
Thérèse soñando, 1938
 
 
La exposición, comisariada por Raphaël Bouvier, con el apoyo de Michiko Kono, y Juan Ángel López-Manzanares, reúne pinturas clave de todas las etapas de su carrera desde la década de 1920, arrojando luz sobre las diversas formas de interacción intelectual en sus cuadros entre las dimensiones de espacio y tiempo, la relación entre figura y objeto, así como sobre la esencia de su enigmática obra.
 
El salón 1941-1943
 
 
 Las contradicciones que maneja el pintor, y que incluyen la contraposición entre sueño y misterio o tranquilidad y tensión, le añaden un toque enigmático a sus composiciones, algo que le diferencia de muchos otros artistas.
 

La partida de naipes 1948-1950

 
La partida de naipes, del Museo Thyssen-Bornemisza, es un lienzo de gran formato pintado entre los años 1948 y 1950, cuando, una vez terminada la guerra, Balthus regresó a la pintura con una fuerza renovada. Representa a dos jóvenes, un niño y una niña, jugando a las cartas en una mesa sobre la que se ha dispuesto un candelabro, situada en una habitación sencilla y despejada. Por su austeridad y monumentalidad, por su geometría y colorido, es un cuadro que evidencia la admiración de Balthus por la obra de Piero della Francesca. En la escena representada, la fuente de luz que entra por la derecha de la habitación ilumina fríamente diversos objetos y contribuye al misterio del cuadro.

En la pintura de Balthus las niñas son las reinas y, por tanto, siempre son las ganadoras. Los chicos normalmente desempeñan un papel más secundario en la escena, como compañeros impasibles o rivales perdedores en los juegos. A pesar de que aquí el joven está dispuesto a hacer trampas para imponerse, la sonrisa velada de la jovencita nos evidencia que prevalecerá una vez más esa constante de los mundos balthusianos y ella finalmente será la triunfadora. La postura descoyuntada del joven, que combina simultáneamente una visión frontal y de perfil, ya había sido utilizada por Balthus en las ilustraciones de Cumbres borrascosas. En el oscuro mundo de la infancia de los protagonistas de la obra de Emily Brontë, sobre la que el artista hizo una amplia serie de dibujos en 1933, publicados en 1935 en Minotaure, la revista de los surrealistas, está el origen de una gran parte de la obra madura de Balthus.

Además, el tema de la trampa y el juego implícito en esta escena, al que Balthus añade una nueva carga simbólica, se podría poner en relación con la tradición caravaggista. La partida de naipes ha sido comparada por Francisco Calvo Serraller con una obra de Valentin de Boulogne, hoy en Dresde, inspirada a su vez en una obra desaparecida de Caravaggio, en la que un truhán esconde la mano con una carta robada en su espalda. Como analiza John Russell en el catálogo de la exposición de la Tate Gallery de Londres de 1968, en la que se incluyó esta pintura, las cartas tienen un papel fundamental en la obra de Balthus, «quizás a causa de su función adivinadora y por las actitudes formalizadas de hostilidad que permiten». Tanto es así que su influencia se siente incluso cuando las cartas no se ven.


HASTA EL 26 DE MAYO

 
 
 
 
 

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