sábado, 25 de septiembre de 2021

LOS BODEGONES DE MORANDI

 


Opacidad y abstracción: las paradojas de Morandi


La Fundación MAPFRE explora su influencia en el arte reciente 


En la línea de las exhibiciones que la Fundación MAPFRE viene dedicando a analizar los caminos que condujeron a la modernidad artística (fue el caso, en el contexto italiano, de las centradas en los macchiaioli, los divisionistas y futuristas o la etapa de entreguerras), desde mañana nos presenta en Madrid “Morandi. Resonancia infinita”, una exhibición que examina el conjunto de la producción del pintor, yendo más allá de sus naturalezas muertas, y también su influencia en autores internacionales de generaciones posteriores, situándolo como maestro de maestros. Llamativamente esa ascendencia sobre otros artistas la ejercería sin apenas viajar fuera de su país y residiendo, prácticamente toda su vida, en su célebre casa-taller de la Via Fondazza de Bolonia.

La producción de Morandi parece ofrecernos la sencillez de la belleza sin objeciones, pero contiene enigmas múltiples: su representación de lo real es fiel, pero consideraba que nada había más abstracto que los objetos y los paisajes ante sus ojos; y los construía en sus lienzos mediante la volumetría, el color y la luz, aunque la técnica que más a menudo utilizó, la pintura al óleo, no es la más apta para experimentar con los efectos de las luminiscencias. En sus bodegones, a diferencia de los de flamencos y holandeses, plenos de reflejos y transparencias, el color retiene nuestra mirada en cada objeto haciéndolo opaco; nada hay más allá de las botellas ni nos esperan otros planos en escena. Incluso sus utensilios llegan a taparse entre sí, impidiendo que nuestra mirada penetre en otros; podemos considerarlos teatrales: de algún modo posan para que el pintor los retrate y el espectador después los contemple.

Concebidos para esa mirada ajena, transmiten, sin embargo, concentración y silencio, como si se tratase de habitantes mudos y absortos de la superficie pictórica. Tal es su pureza, la depuración de sus formas carentes de anécdota, que nos suscitan sobre todo una sensación de irrealidad.

Giorgio Morandi. Natura morta, 1941. Istituzione Bologna Musei | Museo Morandi © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021


Giorgio Morandi. Natura morta, 1956. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi, Milán. © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

El grueso de la obra más conocida de Morandi parece del todo ajena a corrientes dominantes y espíritus vanguardistas, pero no siempre fue así: en 1918, y a través de la revista Valori Plastici, mantuvo relación con De Chirico y Carrà, impulsores entonces de una pintura metafísica con la que trataron de trascender el futurismo y aproximarse a los realismos propios de la nueva objetividad. Durante un tiempo breve, sí poblaron su obra esferas, geometrías y maniquíes que generan extrañeza en el espectador y, cuando se adentró en paisajes, otra de sus referencias fue Cézanne.

Pero no tardaría el boloñés en encontrar más cerca el que había de ser el eje de su poética, coherente hasta el final de su trayectoria: esos objetos inundados de quietud; botellas, jarras y jarrones que parecen siempre iguales pero que difieren gracias a sutiles variaciones cromáticas y lumínicas. El lenguaje de Morandi es estrictamente pictórico, sin embargo, a su vez, guarda un vínculo directo con lo real y no encontraba el artista contradicción alguna en ello: Creo que nada puede ser más irreal que aquello mismo que vemos. Sabemos que ninguna de las percepciones que los seres humanos tenemos del mundo objetivo se corresponden en realidad con lo que vemos y entendemos. La materia existe, por supuesto, pero no tiene un significado intrínseco propio, como los significados que le atribuimos. Solo nosotros podemos saber que una taza es una taza, que un árbol es un árbol… Sí sus bodegones transmiten intimidad y calma, explicó también, es porque ambas eran nociones que valoró por encima de todo.

Giorgio Morandi. Natura morta, 1937-1938. Musei Civici Fiorentini – Collezioni del Novecento, Florencia © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

El recorrido de la muestra en la Fundación MAPFRE comienza con algunos de los escasos ejemplos en que la figura humana se hace presente en su trabajo: un autorretrato de 1925 y sus Bañistas (1915), cuyos cuerpos sinuosos parecen relacionarse con las flores que elaborará después pero, sobre todo, dejan patente la influencia de Cézanne en su primera época. Datan de aquellos años algunos bodegones de reminiscencias cubistas y naturalezas de Grizzana en las que, como el francés en la Provenza, simplificaba las formas naturales en geometrías.

Tras la I Guerra Mundial se acercó Morandi, como dijimos, a lo metafísico, pero a diferencia de De Chirico y Carrá él no buscó magia, simbolismo o psicología en las asociaciones insospechadas de objetos, sino la pura naturaleza muerta, fantasías aparte. Ese género definiría su carrera, no obstante, aunque sea menos conocido, también cultivó el paisajismo en cuanto que le ofrecía la posibilidad, como el bodegón, de representar de forma directa la realidad. Sus lugares más queridos fueron los alrededores de la citada aldea de Grizzana, en los Apeninos, y, como a nadie extrañará, la vista desde su estudio boloñés, que representó ya desde 1944, cuando casi había abandonado este género. En unos y otros encontramos los trazos justos y sensación de eternidad.

         Giorgio Morandi. Cortile di via Fondazza, 1954. Fondazione Magnani-Rocca, Mamiano di        Traversetolo, Parma. © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

Si en esas obras siguió los esquemas cezannianos, en sus estudios de flores posteriores se fijó en los impresionistas y en Renoir. Sus composiciones son sencillas, planteadas de manera tradicional, pero sí pueden suscitar alguna inquietud, quizá relacionada con la inmortalización de lo efímero.

Giorgio Morandi. Fiori, 1950. Colección particular. Cortesía Massimo Vecchia. © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

Giorgio Morandi. Fiori, 1952. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi, Milán. © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

Los grabados también ocupan su lugar en esta muestra: llevó a cabo Morandi unos 130 y no concibió sus estampas como complemento de su pintura, sino que les concedió entidad propia, entendiendo que a determinadas imágenes habían de corresponder determinadas técnicas de representación. Aprendería paulatinamente, en procesos muy cuidados que no restaban espontaneidad al resultado, a transcribir las sensaciones de los colores a las gradaciones de blancos y negros. Poco a poco hizo del aguafuerte su procedimiento de estampación idóneo para alcanzar tonalidades, favoreciendo los claroscuros y esas atmósferas austeras que le son propias.

Entretanto, en su pintura se redujeron los temas y se acentuó la depuración técnica; las pinceladas, suaves, llegarían en los cincuenta a desmaterializarse. Esa extrema simplificación explica la casi abstracción, en ocasiones, de sus motivos, pero no podemos decir que sus blancos fueran sencillos: aplicó a ellos una elevada variedad cromática, subrayando sus matices de ocre, marfil, rosa o gris. Al alejarse de tendencias y trasladarnos el misterio de lo cotidiano, logró Morandi sumir a sus imágenes en un tiempo suspendido y propio, imposible de compartir para el espectador por su atemporalidad.

No hubiera podido lograrlo sin su atención a los detalles: dedicaba más tiempo a organizar sus composiciones y las relaciones entre objetos y espacios que propiamente a pintar. Nada hay en ellas de casual y si apreciamos atmósferas polvorientas se debe a gradaciones tonales y variaciones en los claroscuros.

Giorgio Morandi. Natura morta, 1952. Istituzione Bologna Musei | Museo Morandi. © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

La exhibición se completa, como adelantábamos, con trabajos de artistas posteriores que encontraron en la pintura de Morandi una fuente de inspiración perdurable. A partir de ese planteamiento, y contando con estas y otras obras, podría articularse una muestra autónoma; de hecho, el Museo Morandi viene invitando desde hace años a autores actuales a desarrollar proyectos a partir de su estética, incidiendo en que de su silencio pueden extraerse múltiples lecturas. Los seleccionados para representar esa “resonancia infinita” del italiano en la Fundación han sido Alfredo Alcaín, Juan José Aquerreta, Carlo Benvenuto, Dis Berlin, Bertozzi & Casoni, Lawrence Carroll, Tony Cragg, Tacita Dean, Ada Duker, Andrea Facco, Alexandre Hollan, Joel Meyerowitz, Luigi Ontani, Gerardo Rueda, Alessandro Taiana, Riccardo Taiana, Franco Vimercati, Edmund de Waal, Catherine Wagner y Rachel Whiteread.

Podemos destacar el equilibrio y la armonía de las cerámicas de De Waal, las naturalezas desgastadas por la mano humana de Riccardo Taiana, las incursiones fotográficas y audiovisuales de Meyerowitz y Dean en el taller del maestro y las subyugantes sombras proyectadas por los objetos de Wagner.

                               Joel Meyerowitz. Morandi’s Objects: Wood Grained Pitcher, 2015


Alfredo Alcaín. Bodegón (Morandi V), 1990. Colección particular. © Alfredo Alcaín, VEGAP, Madrid, 2021







HASTA EL 9 DE ENERO


viernes, 24 de septiembre de 2021

PALACIO DE VELÁZQUEZ DEL RETIRO

 

Vivian Suter: de la selva guatemalteca al Retiro

Hija de europeos exiliados, Vivian Suter nació en Buenos Aires en 1949. A los 13 años regresa a Basilea, donde vivirá entre 1963 y 1982 y donde se forma artísticamente. Tras viajar a Los Ángeles y México, en 1982 recala en Guatemala, un país que le fascinó y cambió el curso de su biografía y de su carrera. Desde entonces vive y trabaja en la selva guatemalteca, en el pueblo de Panajachel, junto al lago Atitlán, en un terreno que antes fue una plantación cafetera.


Vivian Suter, en el Palacio de Velázquez del Retiro junto a algunas de sus obras


El intenso colorido de los trajes de las mujeres del país, el mercado de Chichicastenango, el propio lago y las ruinas de la antigua ciudad maya de Tikal, en la selva de Petén, impregan sus lienzos abstractos llenos de color. No tienen bastidor. Cuelgan de las paredes (en algunos casos unas piezas se superponen a otras), están por el suelo o en estructuras de madera instaladas en el Palacio de Velázquez del Retiro, como sábanas colgadas en tendederos para secarse al sol. Suter invita al público a habitar este espacio más que a visitarlo, a dejarse envolver por él. Evoca su infancia en Buenos Aires, donde de pequeña jugaba a esconderse entre las telas de la fábrica familiar: la Estampería Belgrano.

Obras de Vivian Suter en el Palacio de Velázquez del Retiro




No es casual que la obra de Suter se exhiba en una de las sedes del Reina Sofía en el Retiro y no en Sabatini o Nouvel. Hay una relación muy estrecha con la naturaleza. De hecho, Suter la concibe como coautora de sus trabajos. Las fuertes tormentas tropicales Stan, en 2005, y Agatha, en 2010, inundaron su estudio y sus obras fueron anegadas por el fango. Cuando se secó, decidió que formara parte de la obra. Supo sacar algo positivo del drama: dejar sus lienzos en el exterior de su estudio, donde el viento, la lluvia, el barro, las hojas, los insectos o las huellas de sus perros intervienen azarosamente en el proceso creativo. Utiliza pigmentos hechos con cola de pescado.

Obras de Vivian Suter en el Palacio de Velázquez del Retiro 

Suter, que ha participado muy activamente en el montaje de la exposición, está feliz con el resultado: «Me invitaron. Ha sido una gran suerte poder exponer en ese hermoso edificio en medio del parque, que le va muy bien a mis obras. Yo trabajo en plena naturaleza». En la muestra hay obras desde los años 80, en papel, hasta la actualidad, con sus telas de algodón producido en Guatemala. ¿Por qué decidió abandonar Suiza, un país con importantes colecciones de arte, galerías, museos para vivir en Guatemala? «Yo nací en Argentina. Después viví en Suiza. Me gusta, pero es muy difícil vivir allí. Quise salir. Descubrí Guatemala, la naturaleza, el lago Atitlán... Me enamoré, nació mi hijo...», dice la artista con gran timidez y un hilo de voz casi imperceptible.

Galardonada este año con el premio Meret Oppenheim, es esta su primera exposición en España. Desde hoy hasta el 2 de mayo de 2022 se exhibe en el Palacio de Velázquez del Retiro medio millar de obras, que Suter no data ni titula. Aunque vive aislada en las montañas en Guatemala, entre lagos y volcanes, no es ajena al mercado del arte. Trabaja con cuatro galerías en Europa y América. «Las galerías me ayudan a vivir, pero a mí lo que me gusta es pintar». Cuando se le pregunta cuáles son sus referentes pictóricos, responde: «Trato de no tenerlos, quiero estar lo menos influenciada posible, intento que mi trabajo venga de adentro. Picasso, seguro. Pero no puedo dar una lista, son muchos».

Obras de Vivian Suter en el Palacio de Velázquez del Retiro


Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, dice que Suter cierra una trilogía de exposiciones, que se abrió con el feminismo activista de Ida Applebroog y le siguió la contracultura de Charlotte Johannesson. «Vivian Suter cuestiona muchas cosas: cómo se hacen las obras, cómo se muestran... Las hace rápido, algunas en un solo día, pero el proceso es lento. Las cuelga en el exterior, donde la humedad, el polvo y el lodo, le dan una pátina. Hay mucho de autobiográfico en ellas. No tienen nada que ver con el expresionismo abstracto. Las cuelga en la pared, pero también las pone en el suelo, juegan con la arquitectura, las superpone unas a otras... Es una artista muy especial y ésta es una de sus mejores exposiciones».

Confirma Borja-Villel que el museo va a adquirir diez obras de Vivian Suter. Ya hay hueco para ellas en la reordenación de las colecciones. Esta tarde se proyectará la película ‘El jardín de Vivian’ (2017), dirigida por Rosalind Nashashibi y que fue un encargo de la Documenta 14.



ABC

HASTA EL 2 DE MAYO

OBRA OLVIDADA

 

¿Por qué quedó relegada al olvido la obra del gran pintor español Josep Maria Sert?


Dos expertas en su figura indagan en los motivos que dejaron al artista catalán, que decoró infinidad de palacios, hoteles, catedrales y edificios públicos, en un segundo plano de la historia del arte




Josep Maria Sert retratado por Ramon Casas.


Hace unas semanas, el Banco de España anunció que, aprovechando la renovación de su sede en Barcelona, iba a restaurar algunas de las principales obras de su enorme patrimonio artístico, formado por más de 4.000 piezas. Entre todo este catálogo, sobresale un conjunto de obras del pintor catalán Josep Maria Sert, creado originalmente para decorar un salón del palazzo veneciano de Alexis Mdivani, príncipe georgiano que era cuñado del artista. El banco planea además recrear en una de sus estancias la disposición original de estas pinturas, que durante años estuvieron colocadas en varias salas del edificio.

Esta restauración supondrá la puesta en valor de la obra de un artista inmensamente cotizado y célebre en su época. Sert era amigo de muchos de los miembros de la élite cultural del París de principios del siglo pasado (StravinskiCoco ChanelDegasRodinProust o Cocteau) y tenía contactos entre la aristocracia europea y las grandes fortunas estadounidenses, pero con los años ha quedado relativamente olvidado. Y, sin embargo, el nombre de Sert no se cita entre los grandes pintores españoles del siglo XX, como sí ocurre con Picasso, Dalí o Miró.

La crítica de arte María del Mar Arnús y Pilar Sáez Lacave, una de las mayores expertas en Sert -realizó su tesis doctoral en torno a su obra y comisarió la gran exposición que se celebró en el Petit Palais de París en 2012, Josep María Sert, le Titan à l’œuvre (1874-1945)-, nos ayudan a desentrañar las razones de este olvido y hablan sobre las aspectos más interesantes de la vida y la obra de Josep María Sert.

Pinturas de Josep María Sert en el salón de fiestas del palacio del príncipe georgiano Alexis Mdivani.

“Sert fue el mejor pintor-decorador del periodo de entreguerras”, opina Pilar Sáez. “Lo fue, no por el éxito que obtuvo, sino por la gran capacidad que demostró para trabajar transformando y embelleciendo con sus pinturas espacios grandes y pequeños, públicos y privados. Su objetivo era alterarlos y transportar al espectador a otros mundos, utilizando una concepción muy teatral de la pintura”.

Josep María Sert Badía nació en Barcelona en 1874 en el seno de una familia acomodada dedicada a la industria textil. Desde muy joven, Sert sintió inclinaciones artísticas y se formó en escuelas de Barcelona con la intención de integrarse en el negocio familiar. Pero a los 25 años, tras la muerte de sus padres, se marchó a París donde rápidamente entró en contacto con los círculos artísticos de la ciudad. En 1900 le llegó su gran oportunidad: el obispo Josep Torras i Bages le encargó la decoración de la Catedral de Vic. Este proyecto, junto con los trabajos de decoración que comenzó a realizar para clientes privados de la élite parisina, le convirtió en uno de los pintores más cotizados de su época y en uno de los grandes muralistas del siglo XX.

Óleo sobre lienzo 'América o Cuba', de José María Sert

Sert llegó a pintar más de 7.000 metros cuadrados de lienzos que decoraron palacios, hoteles, catedrales, pabellones de deportes, residencias privadas y edificios públicos, tanto en Europa como en Estados Unidos”, afirma Maria del Mar Arnús. Por citar algunos ejemplos, las obras de Sert adornaron el hall del Rockefeller Center, la Liga de las Naciones Unidas en Ginebra, el Palacio de Liria de los duques de Alba en Madrid o el salón de baile de la residencia londinense de sir Philip Sassoon, edificio que fue derribado, pero cuyos paneles se conservan actualmente en el MNAC de Barcelona. A su vez, las 15 pinturas que creó para el comedor del Hotel Waldorf Astoria en Nueva York hoy forman parte del núcleo de la colección de arte de la Fundación Banco Santander.

El talento compositivo del catalán hizo que llegaran a compararle con Miguel Ángel. “Por lo visto, cuando Degas vio por primera vez las pinturas de la catedral de Vic dijo aquello de ‘et bien, c’est Michel Ange’. Esta afirmación sitúa a Sert en la familia de los grandes decoradores de la historia del arte”, cuenta Pilar Sáez Lacave. Pero las comparaciones con el maestro del Renacimiento van, según la experta, mucho más allá: “El hecho de colocarle en estela de Miguel Ángel hace alusión a varios conceptos. En primer lugar, a la gran tarea física y moral a la que se enfrenta. Un pintor decorador era aquel capaz de enfrentarse al espacio, de resolver con éxito proyectos de gran envergadura. Son proyectos que además suelen tener una dimensión social y moral destacada, con la responsabilidad y la exigencia que ello supone. En segundo lugar, también les une su modelo artístico, su teatralidad y la complejidad de su lenguaje. Y, por último, la mitificación, que lo integra dentro de una saga y crea una leyenda alrededor de él”.

Sala Sert' en el Museu Nacional d'art de Catalunya.MNAC

Sert actualizó las técnicas artísticas utilizando herramientas como la fotografía. “El pintor se valía de fotografías con modelos en vivo o con maniquíes de madera que vestía para estudiar los pliegues de los ropajes. También realizaba pequeñas instalaciones y montajes utilizando figuras de pesebre, modeladas con barro u objetos de todo tipo”, explica Maria del Mar Arnús. “Su taller estaba lleno de trastos, de libros y de objetos de lo más variopinto que aparecen en muchas de sus fotografías”, añade Pilar Sáez Lacave.

La Guerra Civil Española llegó en pleno auge de su carrera y marcó un punto de inflexión en su vida. La destrucción en 1936 de sus pinturas de la Catedral de Vic supuso un golpe muy duro para el artista. El posterior estallido de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de París por los nazis redujo muchísimo sus encargos y acabó centrándose sobre todo en la reconstrucción de la Catedral, bajo la atenta mirada del régimen de Franco, tarea en la que estaba absorbido cuando murió en 1945 en Barcelona.

A partir de entonces, la figura de Sert se fue diluyendo, aunque su sobrino, el célebre arquitecto Josep Lluís Sert, nunca negó la influencia de su tío. Pilar Sáez piensa que el olvido lo explican tres razones: “Por una parte, tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo cambia, la pintura decorativa pierde importancia en relación a la pintura en caballete, y tampoco se renueva. Por otro lado, la crítica de posguerra desprecia la pintura decorativa, calificándola de ñoña, moralista y frívola. Finalmente, Sert se convierte en  un personaje molesto y polémico que trasciende a su obra por varias razones: su carácter, su vida (que atrajo muchas envidias en su momento), una total indiferencia por la revolución de la pintura y, finalmente, por sus posiciones políticas”. Respecto a esto último, su acercamiento al franquismo en los últimos años de su vida ha sido un lastre para su obra.

'Europa o España', conjunto para el salón de baile del príncipe Alexis Mdivani.


Para la experta en Sert, la cuestión de sus ideas políticas es más compleja: “La cuestión de Sert y el franquismo debe tratarse desde un marco más amplio que podría ser ‘Sert y los círculos del poder’ o ‘Sert y la política’, porque él fue monárquico durante la monarquía, republicano en la República y franquista con Franco. No creo que fuera un hombre de ideología, aunque era un hombre conservador, respondiendo a todo lo que se esperaba de una persona de su clase, la alta burguesía industrial catalana. Pero no fue un mojigato, ni un ardiente católico, ni un dogmático enardecido, sino un hombre cosmopolita y de amplia cultura. Llegado el momento de elegir un bando en la guerra optó por el lado franquista, pero se cree que la quema de la catedral de Vic y el asesinato de varios de sus amigos le hicieron decantarse. Aun así, en el caso de Sert, el personaje trasciende a su obra y esta se mira a través del personaje, que no siempre resulta simpático”.

¿Tiene sentido reivindicar su pintura hoy en día? Pilar Sáez Lacave responde: “Sert es un objeto de estudio maravilloso porque tanto él como su trabajo son una fuente inagotable de preguntas que nos obligan a cuestionarnos sobre la época en la que vivió y nos muestra que tenemos una idea muy parcial de la primera mitad del siglo XX. ¿Cómo es posible que su obra sea tan exitosa siendo tan poco vanguardista? ¿Qué vieron en él los críticos y la sociedad de su tiempo para colmarlo de gloria? ¿Ha habido más de una modernidad? Su personaje plantea múltiples vías de estudio como la relación entre poder económico, política y arte, el cosmopolitismo europeo anterior a la II Guerra, los círculos de amistades y su peso en la carrera artística, las influencias y transferencias entre alta y baja cultura, entre espectáculo (teatro, danza, cine, etc.) y pintura y el papel que juega en estos trasvases, desde un punto de vista más filosófico las contradicciones del ser humano y sus distintas manifestaciones”.

'Cáucaso o tártara', conjunto para el salón de baile del príncipe Alexis Mdivani.
(EL PAÍS)



viernes, 17 de septiembre de 2021

LA MÁQUINA MAGRITTE

 


René Magritte en el Thyssen: todos los detalles de la exposición más importante del otoño en Madrid

'La máquina Magritte' es el título de la exposición retrospectiva del pintor surrealista René Magritte que se ha inaugurado en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y que será, sin duda, la muestra más importante de la temporada en Madrid.



Es un auténtico hito histórico y artístico para la ciudad, pues se trata de la primera retrospectiva del pintor belga René Magritte (1898-1967) celebrada en Madrid desde la que pudimos ver en la Fundación Juan March en 1989. Desde hoy y hasta el 30 de enero de 2022, podremos ver en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza la exposición 'La máquina Magritte', una de las citas culturales de la temporada otoñal en la capital.

La muestra reúne más de 90 pinturas del artista surrealista procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo, así como fotografías y películas caseras realizadas por el propio Magritte que mostrarán un aspecto menos conocido de su creatividad.

El título 'La máquina Magritte' alude a su concepto obsesivo y repetitivo, pues solía tratar los mismos temas con leves variaciones. Pero con ello supo crear imágenes tan icónicas como magnéticas y provocativas, con las que invita al espectador a diversas reflexiones sociales alterando su punto de vista.

Magritte definía su pintura como un arte de pensar. No le gustaba el automatismo como una de las técnicas clave del surrealismo, pero quería dotar de intelectualidad a la repetición de diversos elementos de su obra. Todo aquello que se repite en ella pretende dar impresiones diferentes en el espectador mediante el humor, la ironía, la paradoja, lo inesperado.

Su obra así se llena de dobles perspectivas, de trampantojos, de cuadros dentro de cuadros, figuras de espaldas, ventanas... todos ellos elementos clásicos de la metapintura. Todos ellos los encontraremos en las siete secciones en las que se divide la exposición: 'Los poderes del mago', 'Imagen y palabra', Figura y fondo', 'Cuadro y ventana', 'Rostro y máscara','Mimetismo' y 'Megalomanía. Esto es lo que podremos ver en cada una de ellas:

Los poderes del mago

En esta sección podremos ver tres de los cuatro autorretratos existentes de Magritte, que se presenta como un mago en lo que es una ironía frente a la imagen del genio creador. Con 'Tentativa de lo imposible' (1928), 'La lámpara filosófica' (1936) y 'El mago' (1951) pretende hablar del artista y de su proceso de creación. El bloque se completa con algunos retratos fotográficos.

Imagen y palabra

Las palabras y las letras fueron un recurso habitual en el arte surrealista y Magritte las incorporó hacia 1930. Es el momento de sus 'tableaux-mots', unos cuadros en el que las imágenes se mezclan con las palabras pero, por más que intentemos buscar alguna relación entre ellas, no las hallaremos. Eso es lo sorprendente de obras como las que se podrán ver en este bloque.

Figura y fondo

Es el momento ahora de ver la influencia de la técnica del collage en Magritte, porque los recortes están presentes en toda su obra. Esos 'trozos' se articulan en sus pinturas creando mundos y escenarios compartimentados que ofrecen al espectador las visiones de nuevos planos. En algunas ocasiones, parecen celosías; otras, juegos infantiles, otras, manualidades, siempre con el fin de ocultar a la vez que se desvela.

’La llave de los campos’ (René Magritte, 1936).

Cuadro y ventana

El cuadro dentro del cuadro viene de mucho atrás en la historia del arte y se acaba convirtiendo en un trampantojo para el espectador. Magritte sigue una lógica por la cual, si el cuadro es una ventana, el cuadro perfecto debería ser transparente. 'Los paseos de Euclides' (1955) o 'La llave de los campos' (1936) son algunas de las obras más hermosas de este punto de vista del autor, que trabaja con la idea de los marcos animados para alejarse cada vez más de la realidad.

Rostro y máscara

Si hay una figura conocida en la obra de Magritte, es la del caballero de espaldas. ¿Qué se oculta tras este misterio? ¿Por qué se esconden los rostros tras máscaras? Estos individuos de espaldas se convierten en otros espectadores que nos animan a contemplar el paisaje y la perspectiva y, además, el público se convierte también en parte del cuadro.

Mimetismo

Magritte se inició en 'Descubrimiento' (1927) en las metamorfosis por la que cualquier objeto puede convertirse en cualquier otra cosa. En 'El futuro de las estatuas' (1932), la máscara funeraria de Napoleón se convierte en un cielo azul lleno de nubes; en 'El regreso' (1940), el pájaro se transforma en cielo, mientras que en la serie 'El seductor', un barco acaba llenándose de la textura de las olas.

Megalomanía

En esta sección, veremos el talento de Magritte para cambiar de escala a los objetos, sacándolos de su entorno habitual y llevándolos a un lugar extraño. Las manzanas o las rocas se encierran en espacios cúbicos, por ejemplo. 'Alicia en el país de las maravillas', el cuento de Lewis Carroll, es una enorme inspiración para el pintor belga.

La muestra permanecerá abierta de martes a viernes y domingos, de 10 a 19 horas; sábados, de 10 a 21 horas. La entrada general es de 13 euros; reducida (mayores de 65 años, pensionistas y estudiantes), 11 euros; menores de 18, gratuita.

Después de pasar por Madrid, 'La máquina Magritte' podrá verse en el CaixaForum Barcelona del 24 de febrero al 5 de junio de 2022.


BEGOÑA ALONSO (ELLE)

HASTA EL 30 DE ENERO

CENTRO CENTRO MADRID

 


IMÁGENES DESDE EL RETROVISOR:

DISTANTES, APARENTES, ESPEJADAS



Un proyecto de CentroCentro y el Museo de Arte Contemporáno de Madrid
Comisario: Carlos Garaicoa

La ciudad así como la vida urbana y sus representaciones han sido materia esencial en la programación de CentroCentro desde su origen. No es casual entonces que entre su campo de acción dialogue con artistas y obras que reflexionan en torno a estas problemáticas desde sus diferentes aristas. Por este motivo, y por ejercer como agente activo en el ejercicio curatorial, hemos querido invitar a Carlos Garaicoa (Cuba, 1967) a comisariar esta exposición y sumergirse en los fondos del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid (MAC). Durante más de una década desde su llegada a Madrid, la labor emprendida como parte de sus Open Studio le ha permitido establecer una mirada trasversal en el panorama del arte contemporáneo local e internacional, generando un diálogo eficaz entre creadores emergentes y figuras ya consagradas del ámbito artístico.

La colección del MAC comenzó a articularse en los años 80 y actualmente cuenta con unas 5000 piezas que representan la creación artística en España en los siglos XX y XXI, con especial atención a la ciudad de Madrid. El conjunto se divide a su vez en colecciones de pintura, escultura, dibujo, obra gráfica y fotografía e integra, además, un conjunto museográfico tan especial como el que forma el Despacho de Ramón Gómez de la Serna. 

Carlos Garaicoa ha centrado su mirada principalmente en la colección fotográfica, aunque también ha encontrado esas distintas iconografías de la ciudad en otros lenguajes, con los que ha conformado un universo amplio que escapa a la propia objetividad de la lente para configurar imágenes distantes, aparentes, espejadas.  Madrid, que adquiere protagonismo en esta interpretación, funciona a su vez como punto de partida para reflexionar sobre cuestiones de mayor universalidad, como las contradicciones de la ciudad contemporánea y su transformación política, social y material.

Imágenes desde el retrovisor ofrece una visión actualizada de la colección, pues no solo comprende obras ya características del museo, sino que incorpora piezas recientes y suma a otros creadores que abordan la vida urbana en sus distintos escenarios y complejidades. Esta muestra es, además, una invitación a repensar el espacio que habitamos hoy.




Artistas:

Aitor Ortiz, Alberto García-Alix, Álvaro Machimbarrena, Blanca Muñoz, Boris Savelev, Chema Alvargonzález, Christo, Concha Jerez, Damián Flores, David Magán, Elena Asins, Eulalia Valldosera, Gabriele Basilico, Isidro Blasco Perujo, Joaquín Millán, Joaquín Torres-García, Jorge Tarazona, José Iges, Juan Hidalgo, Juan Carlos Robles, Julián Gil, Los Torreznos, Manu Muniategiandikoetxea, Ola Kolehmainen, Primož  Bizjak, Ramón Masats, Roland Fischer, Sandra Gamarra, Susana Solano

Carlos Garaicoa (Cuba, 1967; vive y trabaja entre La Habana y Madrid) emplea un acercamiento multidisciplinario para referirse a cuestiones culturales y políticas, a través del estudio de la arquitectura, el urbanismo y la historia. Los medios que utiliza incluyen instalación, video, fotografía, escultura, libros pop-up y dibujos. Ha tenido exhibiciones personales en el Peabody Essex Museum, Salem, Boston; Fondazione Berengo, Venecia; Lund Konsthall y Skissernas Museum; la Fondazione Merz, Turin; MAAT, Lisboa; Azkuna Zentroa, Bilbao; Museum Villa Stuck, Munich; Nasjonalmuseet, Oslo; CA2M Centro de Arte Dos de Mayo, Móstoles, Madrid; Fundación Botín, Santander; NC-Arte y FLORA ars + natura, Bogotá; Kunsthaus Baselland Muttenz/Basel; Kunstverein Braunschweig, Brunswick; Contemporary Art Museum, Institute for Research in Art, Tampa; H.F. Johnson Museum of Art, Cornell University, Ithaca, New York; Stedelijk Museum Bureau Amsterdam (SMBA), Amsterdam; Centre d'Art la Panera, Lérida; Centro de Arte Contemporáneo de Caja de Burgos (CAB), Burgos; National Museum of Contemporary (EMST), Atenas; Inhotim Instituto de Arte Contemporáneo, Brumadinho y Caixa Cultural, Río de Janeiro; Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM); Museo ICO y Matadero de Madrid; IMMA, Dublín; Palau de la Virreina, Barcelona; Museum of Contemporary Art (M.O.C.A) Los Ángeles; Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de La República, Bogotá; Bronx Museum of the Arts, Nueva York; Museo Alejandro Otero, Caracas, y Palazzo delle Papesse, Siena. Ha participado en eventos como la Bienal de La Habana; Bienal de Shanghai; Bienal de São Paulo; Bienal de Venecia; Bienal de Moscú; Trienal de Yokohama y Trienal Echigo-Tsumari en Japón; Bienal de Johannesburgo; Bienal de Liverpool; Documenta 11 and 14, Kassel; Trienal de Auckland; Photoespaña 12, Madrid y Trienal Poli/ Gráfica de San Juan. En 2005 recibió el XXXIX International Contemporary Art Prize Foundation “Pierre de Monaco” en Montecarlo, y el Katherine S. Marmor Award en Los Angeles.



HASTA EL 10 DE OCTUBRE

lunes, 13 de septiembre de 2021

CAFÉ MODERNO (PONTEVEDRA)

 

El Café Moderno de Pontevedra acoge la exposición 'Xuventude Crea. Máis dunha década', que repasa los diez años de vida de este programa



El Café Moderno de Pontevedra acoge desde hoy la exposición Xuventude Crea. Máis dunha década, que repasa los más de diez años de vida de un programa que busca reconocer y dar visibilidad a la innovación de la gente joven de Galicia en 14 disciplinas diferentes. La directora general de Juventud, Participación y Voluntariado, Cristina Pichel, acompañada del delegado de la Xunta en Pontevedra, Luis López, inauguró esta mañana a muestra en el céntrico local de la ciudad del Lérez.

La muestra, que tiene carácter itinerante, está conformada por diferentes trabajos de jóvenes gallegos en seis de estas disciplinas en una iniciativa de la Xunta de Galicia que promueve el talento y la creatividad de la juventud gallega. La exhibición se puede ver cada mes en un ayuntamiento diferente. Así, en la capital pontevedresa permanecerá durante todo septiembre.

Son 12 las localizaciones que recorrerá la muestra itinerante, que tuvo como primer destino Ribeira en el mes de mayo; y, a continuación, Lalín, donde estuvo en junio; Vigo, en julio; Tui, en agosto; Pontevedra, en septiembre; Lugo, en octubre; Ourense, en noviembre; y, por último, estará en Santiago de Compostela todo el mes de diciembre. De cara al 2022 se especificarán las fechas en las que recalará en sus siguientes paradas: las ciudades de A Coruña y Ferrol, Noia y Chantada.

Xuventude Crea 2021

En el mes de julio el Diario Oficial de Galicia (DOG) publicó las bases de la nueva convocatoria del programa Xuventude Crea, cuyo plazo para enviar proyectos cerró el pasado 20 de agosto. Esta iniciativa trata de fomentar la creatividad de la juventud gallega, facilitando la promoción y la difusión de su obra. En esta edición podrán participar, un año más, los jóvenes no profesionales con edades comprendidas entre los 16 y los 30 años cumplidos en el año 2021.

En esta nueva convocatoria volverán un total de 14 las categorías en las que podrán inscribirse, que abarcan desde la creación de videojuegos, novela corta, cocina, teatro, artes plásticas, fotografía, música, poesía, videocreación, banda diseñada hasta graffiti, diseño de joyas, moda y danza moderna. Cada una de estas especialidades contará con tres premios: el primero, de 3.000 euros; el segundo, de 1.500; y el tercero, de 1.000 euros; así como menciones de honor sin dotación económica.


  • DÓNDE:

    Praza de San Xosé, 3. Pontevedra (Pontevedra)

  • Fechas:

    9 SEP a 9 OCT 2021

  • Horario:

    LUNES A VIERNES 17.30 a 20.30 h

    SÁBADOS 11.00 a 14.00 y 17.30 a 20.30 h

  • Entrada:

    Gratuita 

JOSÉ SOLLA

 


Adiós a José Solla, el pintor gallego que unió las dos orillas del Atlántico





El pintor José Solla, una de las figuras más conocidas del arte internacional en la comarca, falleció ayer en Mar del Plata (Argentina), ciudad donde residía desde los 22 años y cuya residencia compaginaba con sus estancias en Bueu, el municipio que exhibe en una de sus plazas parte de su obra plástica. Solla era natural de Marín, donde nació el 31 de octubre de 1927, pero como muchos de sus vecinos un día hizo las maletas y se fue al otro lado del Atlántico, a la ciudad de Mar del Plata. Allí se formó en la Escuela de Artes Visuales Martín Malharro y la prensa de la ciudad recuerda también que perfeccionó su técnica artística bajo la tutela de Demetrio Urruchúa.

José Solla logró hacerse un lugar propio en el escenario artístico del país sudamericano, sin olvidar a su Galicia natal. Aquí en Pontevedra, por ejemplo, protagonizó dos exposiciones, una en el 2006 en el Pazo da Cultura y la otra, Coplas de Cego, en el Museo en el 2018. Esta última fue una retrospectiva que permitió recorrer toda la carretera artística del pintor gallego, entre los años 1965 y el 2015, a través de la exhibición de 110 piezas, entre pintura, dibujo y colage. Se dio también la curiosa coincidencia de que esta muestra se hizo cuando el Museo cumplía 90 años desde su fundación y el pintor tenía idéntica edad.

 

Solla mantuvo una especial vinculación con Bueu, la localidad que eligió para vivir preferentemente en sus estancias en Galicia y Bueu se lo supo reconocer también ampliamente escogiéndolo, por ejemplo, como pregonero de la Festa do Polbo del año 2012. El artista hizo para la Praza Massó una de sus obras más emblemáticas, la escultura Inés Palmira que lo recuerda en el centro urbano de la villa y que enriquece, de paso, el patrimonio cultural de todos los vecinos. El alcalde de Bueu, Félix Juncal, manifestó al conocer el fallecimiento del artista: «Sinto unha profunda dor porque foi un veciño de Bueu distinguido co que tiven o pracer de manter unha fermosa relación institucional e persoal, e co ademais falei fai unhas semanas. A pesar de ser un artista internacional, transmitiu en todo momento moita sinxeleza como persoa, e colaborou sempre co Concello de Bueu, unha vila á que el lle tiña un fondo cariño». Añadió: «Sempre estaremos agradecidos pola escultura Inés Palmira, unha obra que loce na Praza do concello e coa que el nos agasallou, deixándonos un pequeno símbolo do que significaba para el este pobo».

Al otro lado del Atlántico, Solla recabó también el reconocimiento de sus convecinos argentinos. En Mar del Plata fundó la galería de arte que lleva su nombre, en la calle Falucho, que la familia anunció que seguirá abierta, según informa el periódico argentino La Capital. Asimismo, en la plaza de la Biblioteca Parlante se exhibe otra pieza de Solla, con el nombre Veleros y lanchas, un mural que ejecutaron los alumnos de la Escuela de Cerámica de la ciudad. En Mar del Plata expuso por última vez en el 2020, en el Museo de Arte Juan Carlos Castagnino, con el título de Palmira. El año anterior, lo había hecho con la exposición Rosalía, impulsada por la Xunta de Galicia, en el Museo de Arte Contemporáneo Mar

Este artista internacional, que nos deja a los 93 años, será velado este viernes y enterrado posteriormente en el cementerio de la Loma, en la Argentina que eligió como segunda patria, aunque su corazón siempre mirase también a Galicia, la tierra que le vio nacer y en la que también dejó una profunda huella.





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