domingo, 29 de septiembre de 2019

GIORGIO MORANDI



            Guggenheim Bilbao acoge exposición de

                              Giorgio Morandi


El Museo Guggenheim Bilbao acoge hasta el próximo 6 de octubre la exposición 'Una mirada atrás:...

 


El trabajo de Giorgio Morandi (1890−1964), uno de los pintores de naturalezas muertas más innovadores del siglo XX, no resulta fácil de clasificar. Sus enigmáticas composiciones de botellas, floreros y cajas continúan seduciendo a los espectadores con su aparente sencillez y su impresión subjetiva de irrealidad.
 
Morandi residió durante toda su vida en su ciudad natal, Bolonia, si bien pasaba los veranos en las montañas de Grizzana, en la región de Emilia-Romagna. Vivió y trabajo en su estudiodormitorio, un escenario singular, semejante a una naturaleza muerta, rodeado de sus objetos predilectos, que configuraba una y otra vez de maneras sutilmente diferentes, centrándose en las posibilidades infinitas que ofrecía la representación de artículos domésticos triviales.
 
Aunque Morandi dejó Bolonia tan solo en escasas ocasiones, fue un verdadero viajero a través del tiempo. Perspicaz estudioso de historia del arte, tuvo en cuenta múltiples referentes para formarse como creador. Una mirada atrás examina un aspecto específico del trabajo del artista: el papel que desempeñó la pintura de los Maestros Antiguos en su propia producción. A través del análisis de las naturalezas muertas que realizó desde la década de 1920 hasta la de 1960, la exposición examina las conexiones que pueden establecerse entre estas imágenes y las de los autores a quienes Morandi admiró y estudió. Esta indagación revela mecanismos relacionados no tanto con la influencia o la apropiación, sino más bien afinidades electivas compartidas con estos artistas que le precedieron.

 
 
Una mirada atrás investiga tres de sus antecedentes, que proceden de tres países europeos distintos, centrándose en las referencias premodernas anteriores al siglo XIX: la pintura española del siglo XVII y la tradición del bodegón; los pintores boloñeses desde finales del siglo XVI hasta comienzos del XVIII; y las naturalezas y las escenas de género del artista francés del siglo XVIII Jean-Baptiste Siméon Chardin. Morandi dotó sus imágenes de floreros, botellas y cajas de toda la teatralidad del Siglo de Oro español, del naturalismo del Seicento italiano y de la intimidad que Chardin imprimió al mundo de los objetos cotidianos.
 

BIOGRAFÍA

Nacido en Bolonia, Giorgio Morandi (1890–1964) realiza sus intemporales bodegones, jarrones de flores y paisajes desde su estudio-dormitorio en su ciudad natal. Entre 1907 y 1913 asiste a la Academia de Bellas Artes de Bolonia y tiene un fugaz contacto con el Futurismo italiano, la vanguardia iconoclasta de su país. En 1919–20 se une a figuras como Carlo Carrà y Mario Sironi, así como a Giorgio de Chirico, en el efímero movimiento de la Pittura Metafísica. Tras este interludio, Morandi se embarca en una búsqueda artística personal a través de la exploración del género de la naturaleza muerta y acaba por imbuir a los objetos inanimados de sus contenidas composiciones de una presencia casi antropomorfa. Coexistiendo con el surgimiento de la abstracción, el regreso al orden y la heterodoxia artística a nivel internacional que caracteriza la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, la obra de Morandi desafía cualquier clasificación.
 

Morandi y la tradición del bodegón


El entusiasmo de Morandi hacia los artistas del Siglo de Oro español coincidía con el redescubrimiento en Italia de sus principales maestros. El crítico e historiador del arte Roberto Longhi, a quien Morandi admiraba y con quien entablaría amistad, ya había llamado la atención sobre Diego Velázquez y Francisco de Zurbarán en sus escritos. En 1930 Longhi comisarió la exposición Gli antichi pittori spagnoli della collezione Contini-Bonacossi, organizada en la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma. Se trataba de los fondos de Maestros Antiguos más amplios de toda Italia, que incluían un conjunto impresionante de cuadros españoles del Greco (Doménico Theotocópuli), Bartolomé Esteban Murillo, Velázquez y Zurbarán. En la introducción al catálogo de la muestra de Contini Bonacossi, Longhi ponía de relieve la importancia que la exposición tenía especialmente para los artistas contemporáneos —de ahí la decisión de mostrarla en la principal galería de arte moderno de Italia—, y describía a Zurbarán como el “mayor constructor de formas mediante la luz, siguiendo a Caravaggio y anticipándose a Cézanne”, calificándole de artista protomoderno.
 
Aunque nunca mencionó a ningún español entre los autores que habían influido en su trabajo, el interés de Morandi por los artistas del Siglo de Oro español se evidencia en un revelador episodio en torno al Greco que tuvo lugar hacia 1918–19. El crítico literario Giuseppe Raimondi recordaba una visita que había hecho a casa del pintor, en la que este había abierto un pequeño libro que poseía sobre el Greco y, señalando una reproducción de una Asunción o una Anunciación del tamaño de un sello postal, había apuntado hacia unas flores ubicadas a los pies de los ángeles y los santos, afirmando: “Ningún pintor moderno ha pintado unas flores como estas. Tal vez solo Renoir…”. La modernidad por excelencia de estos artistas convirtió a los maestros españoles en espíritus afines para Morandi.

 Morandi: Un nuevo Incamminato

Cuando el historiador del arte Roberto Longhi comenzó a impartir clases en la Universidad de Bolonia, en 1934, concibió un curso general sobre la historia de la Escuela de Bolonia que abarcaba desde la Edad Media hasta el momento presente. Al año siguiente, lo publicó bajo el título Momenti della pittura bolognese. Longhi sostenía que la característica dominante de la pintura boloñesa era la inmediatez y la expresividad de su interpretación del naturalismo. Según la historia de Longhi, los “héroes” del arte boloñés habían sido los tres hermanos Carracci: Agostino, Annibale y Ludovico, pintores barrocos en activo durante los últimos años del siglo XVI y comienzos del XVII que lideraron un estilo pictórico moderno construido sobre la base de las tradiciones artísticas establecidas. Resulta significativo que Longhi concluyera su análisis con Giorgio Morandi, describiendo su obra como la de un nuevo “incamminato” (encaminado). Longhi subrayaba también el hecho de que Morandi indagara en el pasado para encontrar su camino a través de la “aridez sumamente problemática” de la pintura moderna.
 
Morandi nunca elogió de manera explícita el arte de su ciudad natal. Sin embargo, sí prestó atención a sus antecedentes barrocos e influencias posteriores. El Seicento boloñés se centró en la vida cotidiana y representó sus aspectos más modestos, un hecho que fue fundamental para el desarrollo de la pintura de género en Italia entre los siglos XVI y XVII. Si bien la obra de Morandi no puede ser calificada como “pintura de género”, pues elimina de sus imágenes los elementos pintorescos en busca de un conocimiento más profundo de los propios objetos, se diría que el artista responde a esta tradición italiana en tanto en cuanto representa escenas cotidianas. Así se manifiesta la relevancia de los artistas de Bolonia y del norte de Italia en la pintura de Morandi. En esta sala se muestra una selección de obras pertenecientes a su colección particular.
 

 Espacio y Matière: Chardin y Morandi

 

 
Entre los Maestros Antiguos, Morandi admiró y alabó abiertamente al pintor francés de género Jean-Baptiste Siméon Chardin. En las primeras indagaciones que hizo sobre Chardin, Morandi pudo haber leído el artículo que el crítico de arte Henri des Pruraux publicó en 1911 en la revista de vanguardia La Voce, donde afirmaba que Chardin había inventado la naturaleza muerta moderna autorreferente. En 1932, la revista Valori Plastici distribuyó en Italia la publicación de la monografía profusamente ilustrada de André de Ridder sobre Chardin. Morandi colgó algunas de las reproducciones de este libro en las paredes de su estudio para que le sirvieran como ejemplos constantemente a la vista. Estas ilustracciones le permitieron conocer el proceso artístico de Chardin de manera esclarecedora. El maestro francés trabajaba en series con diferentes variaciones y “reciclabla” en sus obras objetos que poseía, estrategias que también asumió Morandi, volviendo una y otra vez a las mismas jarras, cuencos, botellas y cajas, cuya disposición cambiaba ligeramente.
 
A lo largo de toda la trayectoria de Morandi continuaron estando presentes los ecos de Chardin. En su entrevista de 1960 con el crítico Edouard Roditi, el artista le describía como “el pintor de naturalezas muertas más grande”, porque “nunca dependió de efectos del trampantojo, sino que, por el contrario, con sus pigmentos, formas, su sentido del espacio y su matière, como lo llaman los críticos franceses, logró sugerir un mundo que le interesaba a él personalmente”. En Chardin, Morandi encontró a alguien verdaderamente equivalente en la historia, a quien le preocupaban las mismas cuestiones: el primer artista que abordó el tema de la pintura en sí misma a través de un género específico —la naturaleza muerta— con el fin de comprender todo su potencial.
 
 

ARTE GEOMÉTRICO



Exposición sobre Arte Geométrico en el Parador de Segovia




El Parador de Segovia ha inaugurado  la exposición permanente Arte Geométrico, un movimiento que ha dejado una importante huella en el arte contemporáneo actual con artistas como Pablo Palazuelo, Eusebio Sempere, Gerardo Rueda o Luis Caruncho, entre otros.
 
La colección que se ha inaugurado  en el Parador de Segovia acoge una serie de obras constructivistas o de arte geométrico, resultado de un movimiento que surge en Rusia en 1914. Tanto en el ámbito internacional como en España, las tendencias geométricas tienen éxito en la década de los sesenta. En nuestro país coincide con el esplendor de las tendencias informalistas, pero, aunque no tan conocida, la abstracción geométrica es fundamental en el panorama artístico de esa época.
 
Son muchos los artistas adscritos o influenciados por este movimiento, que ha dejado una importante huella en el arte contemporáneo actual. En esta muestra, comisariada por el artista Julián Gil, se reúne un importante elenco de artistas representantes de este movimiento: Pablo Palazuelo, José Luis Gómez Perales, José María Yturralde, Jorge Teixidor, Salvador Victoria, Luis Caruncho, Eusebio Sempere, Julián Casado, José María de Labra, José María Iglesias, Joaquín Michavila, Gerardo Rueda o Julián Gil.
 
Acorde con el estilo del Parador, obra del arquitecto Joaquín Pallás, el espectador encontrará obras artísticas que le introducen en un mundo geométrico. Concebida como una exposición permanente, esta muestra amplía la oferta cultural de la ciudad, promoviendo el turismo cultural.
 
“Se trata de una apuesta por consolidar la oferta cultural del Parador que amplía la oferta de la ciudad y promueve el turismo cultural”, aseguraba durante la inauguración Ángeles Alarcó, presidenta consejera delegada de Paradores de Turismo.
 
Por su parte, la presidenta de las Cortes de Castilla y León, Silvia Clemente, comentaba: “Hay que destacar el acierto de elegir el Parador de Segovia, teniendo en cuenta la singularidad y la influencia del mundo geométrico en el diseño de este edificio que permite generar un hilo conductor y crear un espacio de diálogo con la propuesta artística que representan las obras expuestas. En definitiva, una perfecta simbiosis entre continente y contenido”.

HASTA EL 30 DE SEPTIEMBRE

jueves, 26 de septiembre de 2019

"ETERNIDAD. ¿IMÁGENES PARA SIEMPRE?"




Lucía Vallejo, desmaterialización y tres dimensiones


Presenta en el Lázaro Galdiano un proyecto escultórico inspirado en el arte clásico

Quizá algunos recordéis su “Memento Mori” en Tabacalera: hace dos años, Lucía Vallejo Garay presentó en su sala La Fragua una instalación en la que convirtió la arquitectura de ese espacio, de atmósfera industrial, en un escenario arcaico que olía a antropología… y a muerte.
 
 
Once momias femeninas levitaban muy cerca del suelo y en su ascenso al otro mundo dejaban a un lado los rastros de su vida terrena, incluyendo sudarios de oro que nos recordaban lo efímero de nuestras posesiones. Ya en aquel proyecto planteaba la artista bilbaína su interés por la noción de tiempo circular, por una eternidad de la que forman parte un pasado y un futuro que acaban por encontrarse y también por la poética de lo sublime enraizada en la historia y la religión y por la natural (aunque característicamente romántica) aspiración al infinito, al entendimiento de lo sobrenatural y de lo oculto.
 
Estirando los términos, podríamos decir que las figuras yacentes recreadas por Vallejo en Tabacalera componían una suerte de relicario ubicado dentro de “otro”: el espacio de los museos, habitualmente plenos de tesoros y ajuares funerarios. El resultado suspendía aquella exposición fuera del tiempo, donde confluyen lo vivo y lo muerto y lo orgánico y lo inorgánico, aunque la artista siempre ha tenido cuidado de no aproximarse a lo físico demasiado, en su sentido más carnal o putrefacto.
 
La propuesta que presenta hasta el 22 de septiembre en el Museo Lázaro Galdiano, “Eternidad. ¿Imágenes para siempre?”, comisariada por María de Fátima Lambert, remite en parte también a lo que debía suponer la experiencia primera en un gabinete de curiosidades o cámara de las maravillas, o a las vanitas holandesas que advertían que tantas de nuestras riquezas y preocupaciones se harán humo más pronto que tarde.
 
Nuestra vida no dura, pero sus huellas pueden hacerlo, por eso a Vallejo Garay le interesan los rastros y las ruinas, que prueban la existencia de algo previo solo recuperable mediante la evocación.
 
Siempre ha investigado las cualidades emocionales de los materiales y en esta muestra vemos que también trabaja en las intersecciones entre pintura y escultura, entre las dos y las tres dimensiones, casi encarnadas en cuerpos que ocupan y crean espacio.
 
Evidentemente, sus obras nada tienen que ver con la corriente actual de la pintura expandida, sino con las formas que se han liberado de la superficie de las telas para adquirir independencia en el ámbito tridimensional, perder estatismo y adquirir ambigüedad plástica.
 

 
 
 
Comenzó Vallejo rasgando las telas y después pasó a plegarlas y retorcerlas, prácticamente esculpiendo el vacío y tomando como referentes tanto la escultura griega como el tratamiento de ropajes y pliegues de Caravaggio, Van der Weyden, Jan van Eyck, Fra Angélico y, sobre todo, Zurbarán.
 
Esta vez su punto de partida lo ha encontrado en las colecciones del Lázaro Galdiano: ha tratado de generar a partir de ellas vivencias estéticas nuevas que llamen nuestra atención sobre lo invisible latente y sobre la posibilidad de trascender lo material.
 
Su proyecto se articula planta a planta: en la baja, sus trabajos aluden a la vida y las emociones humanas; en la primera remite a la dualidad entre infierno y cielo, a través de una instalación inspirada en el Hades de Dante tamizado por Gustave Doré, sobre la que se proyectan rostros de diversos retratos del museo y en la segunda sus obras dialogan con el arte más clásico de los fondos del Lázaro, integrando un todo, una respuesta única.
 
 

domingo, 22 de septiembre de 2019

SALA ABANCA VIGO



La polifacética artista Sara Castro presenta en Vigo su obra pictórica con "Orixe"


La sala Abanca acoge la primera incursión en la pintura de la también cantante y escritora


La artista Sara Castro, entre dos de las obras expuestas en Vigo
La artista Sara Castro, viguesa de nacimiento y pontevedresa de vocación, ha abierto en Vigo la exposición de pintura "Orixe", una veintena de obras que sirven como carta de presentación de su faceta pictórica. Estará en la sala Abanca de la calle Velázquez Moreno hasta el 30 de septiembre.
Licenciada en Ciencias de la Actividad Fisica y el Deporte, una lesión la apartó de su actividad como profesora de educación física. "Lo de la incursión en el mundo de la pintura deriva de la imposibilidad de continuar dando clases" comenta Sara Castro. Pero esta vocación artística la llevaba sintiendo desde hace muchos años, al igual que su pasión por la música, en el dúo Sobre todo Ella, y por la literatura. "En la pintura estoy empezando y hago lo que me sale del interior", afirma.

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jueves, 19 de septiembre de 2019

CAIXAFORUM BARCELONA



                         La pintura o el ave fénix




Tantas veces se la ha dado prematuramente por muerta como ha resurgido, y aunque los jóvenes artistas cada vez amplían más sus intereses hacia otras disciplinas, para la mayoría la pintura sigue siendo un punto de partida, un origen. CaixaForum Barcelona articula, en su mayor parte a partir de sus colecciones, la muestra “La pintura, un reto permanente”, que ha sido comisariada por Nimfa Bisbe y pretende aportar perspectivas frescas a los nuevo desarrollos del medio, en relación o no con otras técnicas, asumiendo su carácter híbrido hoy y una pérdida de fronteras que ha logrado que la superficie de la tela no sea ya su único soporte.
 
De la exposición forman parte casi cuarenta obras de treinta y tres artistas y entre ellas cobran protagonismo la abstracción y la ya bien consolidada corriente de la pintura expandida; además, en el recorrido vemos nuevas adquisiciones de la Caixa y piezas nunca expuestas que permiten al público revisar los trabajos más tempranos de los fondos de esta institución a la luz de enfoques actuales.
 
Hay que recordar que la Colección “la Caixa” de arte contemporáneo comenzó a gestarse en los años ochenta, justo cuando la irrupción de nuevas tecnologías y los caminos abiertos por la instalación o el videoarte cuestionaban la vigencia de la pintura como medio artístico acorde a los nuevos tiempos, y que en sus fondos predominan, pese a ello, justamente las pinturas, en muchos casos representativas de las nuevas tendencias surgidas entonces. En la actualidad, los componen más de un millar de trabajos.
 
Vista de la exposición “La pintura, un reto permanente” en CaixaForum Barcelona, con obras de Ignasi Aballí y Jaime Pitarch

“La pintura, un reto permanente” se estructura en seis capítulos y todos apuntan en la misma dirección: el renacimiento constante de la disciplina, por más que la abstracción llevada hasta sus últimas consecuencias por Malévich y los suprematistas, el arte conceptual desde los setenta o la citada convulsa década de los ochenta hicieran predecir a algunos un futuro oscuro. Lo que sí se ha dado es su reciclaje, su renovación y la apertura de caminos muy diversos, bajo la forma de la fusión con otras técnicas o del mantenimiento de cánones tradicionales. Por eso, en CaixaForum Barcelona veremos pinturas que guardan las esencias clásicas, pero también instalaciones, fotografías, xilografías, collages, vídeos y hasta rastros de performances en las que su sello está más que presente. Unas y otras piezas tienen en común su acentuación de la fisicidad y materialidad de la pintura, la riqueza de sus texturas, sus formas y su cromatismo, por más que se incida en que todo lienzo u obra relacionada con él nace de la idea y del pensamiento, sea o no conceptual o abstracta.
 
Las piezas más tempranas presentes en la muestra datan de los sesenta y los setenta (se trata de obras de hoy clásicos como Gerhard Richter, Robert Ryman, Sigmar Polke o Robert Mangold) y contrastan con las más actuales, a cargo de Ángela de la Cruz, Ignasi Aballí, Carlos Bunga, Kerstin Brätsch, Lui Shtini o Rubén Guerrero. No faltan grandes artífices de la evolución de la pintura reciente, como Schnabel, Georg Baselitz, Victoria Civera, Sean Scully, Joan Hernández Pijuan, Antoni Llena o Juan Uslé. Las obras que se exhibirán por primera vez en este espacio barcelonés corresponden a Jessica Stockholder, Victoria Civera, José Pedro Croft, Parmentier, Tillmans, Guerrero, Marepe, Thomas Schütte, Peter Gallo y los citados Bunga, Shtini y Brätsch y las que no pertenecen a la Colección “la Caixa” sino que han sido prestadas son de Bernat Daviu y Jaime Pitarch.

Vista de la exposición “La pintura, un reto permanente” en CaixaForum Barcelona. Al fondo, una de las lunetas de Robert Mangold

La visita se inicia con una reflexión sobre el rango actual de la pintura como disciplina que tuvo su aura y en buena medida la mantiene, pese al advenimiento de la era digital. Veremos obras de Robert Mangold, semejantes a lunetas renacentistas, que rinden homenaje al pasado del medio; un paisaje abstracto de Joan Hernández Pijuán, renovador de ese género, y otro trabajo abstracto de Gerhard Richter, como sabemos uno de los artistas actuales que más ha trabajado en la investigación sobre los lenguajes de la pintura.
 
La monócroma, a lo largo del pasado siglo XX, llegó a convertirse en emblema justamente de la abstracción total, pero también ha sido, en los últimos años, objeto de una destacada renovación. Así, encontraremos piezas con un solo color a cargo de Robert Ryman, Michel Parmentier y Ettore Spalletti o Ignasi Aballí; este último ha llegado a practicar esa monocronía sin pintura, empleando billetes de banco triturados. Jaime Pitarch, por su parte, ha empleado latas de pigmento como lienzos (hasta hace pocas semanas los exponía en la Galería F2 madrileña) y Carlos Bunga se ha servido, con los mismos fines, de espacios tridimensionales.
 
La geometría, como lenguaje fundamental de la pintura abstracta, está presente a través obras de Juan Uslé, Sean Scully y Günther Förg que aunan racionalidad y expresión, y la tridimensionalidad también se explora en “La pintura, un reto permanente” a través de una instalación de Stockholder que ocupa una sala al completo y es uno de los proyectos que encarna la pintura expandida en este proyecto. También encontraremos ese ejercicio pictórico en tres dimensiones en la sala dedicada a la pintura frágil, en una obra de Antoni Llena, pintor que se define así pero que emplea herramientas muy distintas al lienzo y el pincel; en este caso, ha trabajado con papeles de colores recortados o doblados. Delicadas son también las dos esculturas, con superficies cercanas a las pictóricas, que veremos en CaixaForum de Richard Tuttle: dialogan entre sí como lo hacen otras dos de Victoria Civera.
 
La muestra da cuenta, asimismo, del progresivo desvanecimiento, en las últimas tres décadas, de las fronteras entre abstracción y figuración: lo veremos en el narrativo Sigmar Polke, en las figuras yuxtapuestas a superficies abstractas de Baselitz o en Don Quijote conoce a Corleone de Julian Schnabel; también en el uso de la técnica del marmolado a cargo de la alemana Kerstin Brätsch.
 
Y cierran el recorrido por “La pintura, un reto permanente” trabajos que nos hablan de la reinvención de esta disciplina hoy: a cargo de Ángela de la Cruz, que dobla bastidores; de Marepe, cuyas instalaciones escultóricas semejan pinturas tridimensionales; de Bernat Daviu, que se ha acercado al medio a partir de los vestidos pintados que confecciona para sus performances o de Michael Snow, cineasta que se aproxima a la pintura desde la imagen en movimiento.
 
Atención al catálogo: cuenta con textos de Xavier Antich y David Barro, además del de la comisaria.
 
Vista de la exposición “La pintura, un reto permanente” en CaixaForum Barcelona

Antoni Llena. Carbassa, blanc i blanc transparent, 1988. Colección “la Caixa” de Arte Contemporáneo © Antoni Llena, VEGAP, 2019


HASTA EL 29 DE SEPTIEMBRE

domingo, 15 de septiembre de 2019

EN EL NOMBRE DEL PADRE


                    MUSEO PICASSO (BARCELONA)






La exposición «En el nombre del padre» explora el legado artístico y vital de Pablo Picasso desde diferentes perspectivas, pero siempre como referente ineludible, y se inscribe en la línea de investigación de la relación de artistas contemporáneos actuales con la obra y la figura de Pablo Picasso.
 
 
Se presentan obras de varios artistas que evidencian su conexión con Picasso. Esta conjunción tiene como objetivo analizar y celebrar la pervivencia de Picasso en el arte de hoy en día. Con una selección de una trentena de obras, participarán en esta exposición: Cristina Lucas, Daniel García-Andújar, Eulalia Valldosera, Miquel Barceló, Pilar Albarracín, Rogelio López Cuenca y Elo Vega, Santiago Sierra, Tania Berta Judith y la familia del cantaor Enrique Morente.
 
 
 

HASTA EL 24 DE SEPTIEMBRE

martes, 10 de septiembre de 2019

DOS EXPOSICIONES EN BARCELONA

 


'Bariogénesis' de Mauri Anter + Tamara Ablameiko

Galeria H2O (Barcelona)

 

Mediante el uso del dibujo, la pintura y el collage, Tamara Ablameiko y Mauri Anter revelan en su trabajo una simbología que atañe ciertos aspectos de la realidad creando un mapa aparentemente inconexo de imágenes.

En esta exposición titulada Bariogénesis, ambos artistas presentan una colección de obras con un lenguaje simbólico similar, empleando abstracciones inventadas que resultan muy maleables a la hora de tratar complejas temáticas, a veces punzantes.

Las obras de Mauri Anter tienen una característica forma de expresión, en la que consigue relacionar conceptos aparentemente inconexos articulando un mensaje de forma irracional pero que sin embargo resulta coherente. De esta manera evoca su visión sensitiva e intuitiva del mundo en base a estrellas, cuerpos del universo, formas abstractas y figurativas encontrándose todo en un mismo espacio, creando así un cosmos particular.
 
 
 
 Por otra parte, Tamara Ablameiko nos propone dos espacios para pensar. En uno de ellos muestra escenas cotidianas en las cuales figuran mujeres, aunque ni ellas ni sus conductas acaban de entenderse abiertamente. Mediante el uso del collage, expone un conjunto de trazos y recortes con el fin de que interactuemos con ellos, cumpliendo la función de despejar sus rasgos más íntimos, exigiendo la desvinculación de toda convención y prejuicio impuesto. En otro contexto, presenta su "Escena in-móvil" (2019). Este proyecto muestra su obsesión por aquel residuo que halla en el bosque, disecándolo o coleccionando, creando así un intercambio de caminos entre aquello que obtiene y aquello que aprende dotado de un carácter científico-museístico.

Ambas propuestas parten del uso de una estética que participa de una cierta tendencia a lo deforme.
 
 
HASTA EL 20 DE SEPTIEMBRE
 

 

Exposición en el MEAM por el 20 aniversario de la Galería Artelibre

Reunirá obras de un centenar de artistas figurativos

 
 
Artelibre es una galería de arte virtual en funcionamiento desde 1999 y con sede en Zaragoza. Especializada en arte realista e hiperrealista, sus impulsores siempre han estado abiertos a la participación de todos los estilos y tendencias, tanto de autores noveles como consagrados. Con motivo de su vigésimo aniversario, el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) inauguró el 12 de julio la exposición "20 años, en 20 x 20", con 160 obras en formato 20 x 20 de más de un centenar de artistas figurativos.
 
Algunas de las obras que los visitantes podrán ver en las salas del MEAM son de autores nacionales, como Antonio Cazorla, Carlos Saura, Griselda Ferrández, José Manuel Cajal, José Luis Corella, Marisa Royo, Vicente Romero o Miriam Escofet. Los organizadores destacan también la presencia de artistas de fuera de nuestras fronteras: Zhu Junhe, We Han, Valentina Ceci, Sheryl Luxemburg, Paul Bell, Marina Dieul, Jan Nelson, Dru Blair, Daniel Caro o Anne Finkelstein son solo algunos de los nombres presentes en el MEAM.
 
Más información         AQUÍ

La exposición permanecerá abierta hasta el 22 de septiembre
 

jueves, 5 de septiembre de 2019

CASA ENCENDIDA (MADRID)

 

 

              Vicios Modernos. Ceesepe 1973-1983

 

Esta exposición revisará un período muy concreto de la producción de Ceesepe, centrada fundamentalmente en el lenguaje del cómic y la viñeta.

 
Antes de convertirse en el pintor que extrajo poesía de las malas calles de Madrid, Ceesepe fue un precoz, tenaz y brillante dibujante de historietas. Su obra en el ámbito del cómic se desarrolló a lo largo de apenas diez años, pero su influencia y resonancia no se limitó a ese periodo y, hoy, décadas después, se presenta como un singular espejo de la vida que siguió a la muerte de Franco y el fin de la dictadura. No se puede entender ese periodo fundamental de la historia española sin el revulsivo de lo que se conoce como el «comix» underground. Los tebeos del Rrollo en Barcelona y la Cascorro Factory en Madrid fueron dos de los focos principales de un movimiento que aglutinó a jóvenes de diferentes sensibilidades. Entre ellos, destacó un madrileño que desde la adolescencia había desarrollado un original instinto para el dibujo.
 
Ceesepe tenía 16 años cuando editó su primera historieta. La protagonizaba el que sería su figura más emblemática y transgresora, un calvo melenudo llamado Slober, en la revista que sería uno de los pocos faros contraculturales de la España de entonces, Star. Las viñetas viajaron en un sobre desde Madrid a Barcelona y allí, su destinatario se encontró con un filón y con uno de sus más notables colaboradores. Ceesepe, que poco después se convertiría en una destacada figura de lo que se conoce como la movida, actúo de puente entre las dos ciudades estableciendo un fundamental vínculo entre el Rastro y Las Ramblas, es decir, entre dos lugares hegemónicos en el nuevo flujo de libertad que surgía en Madrid y Barcelona. Políticamente incorrecto y contestatario por naturaleza, el cómic permitía a un principiante como Ceesepe experimentar con el dibujo y también con sus posibilidades narrativas. Sin embargo, el medio pronto se le quedó pequeño y la obra de Ceesepe empezó a mutar atraída por las posibilidades de la pintura. Las viñetas crecieron, el color empezó a conquistar el terreno y las historietas, cada vez más sofisticadas y trabajadas, se convirtieron en pequeños cuadros que anunciaban lo que estaba por llegar.
 
Ceesepe participó en álbumes históricos, como Nasti de Plasti o Carajillo, y más tarde en El Víbora y otras publicaciones más profesionales. Pero fue bajo el sello de la Cascorro Factory —a cuyo núcleo primero, formado por Ceesepe y el fotógrafo Alberto García-Alix, pronto se sumarían Ouka Leele y El Hortelano— donde publicaría su obra más importante y fronteriza de esos años, Vicios Modernos, un fanzine fundamental que incluía la historieta del título, creada a partir de fotografías de García-Alix, y Bestias de lujo, en la que ya se distingue el embrión de un nuevo rumbo. Antes de abandonar definitivamente el cómic, Ceesepe creó la cartelería de la ópera prima de Pedro Almodóvar, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, y escribió, dibujó y rodó junto con García-Alix una joya del cine amateur: el mediometraje El día que muera Bombita, cuya colorista y dramática versión cómic despliega la personalidad del futuro pintor. Los originales, las fotografías y los cuadernos, muchos de ellos escolares, que se reúnen en la exposición «Vicios Modernos. Ceesepe 1973-1983» fueron en su mayoría adquiridos al artista por el Archivo Lafuente. Junto con La Casa Encendida, el Archivo trabajó mano a mano con el artista en esta exposición hasta su muerte en septiembre de 2018.
   


 
 
Comisaria: Elsa Fernández-Santos.

HASTA EL 22 DE SEPTIEMBRE

lunes, 2 de septiembre de 2019

LA TÉRMICA ( MÁLAGA )




                         BANKSY: The Art of Protest 



Nos acerca al controvertido universo artístico de uno de los creadores más influyentes de los últimos años, a través de diferentes ámbitos temáticos  y más de 40 creaciones que incluyen obras originales, esculturas, instalaciones, vídeos y fotografías. Las piezas, procedentes de colecciones privadas internacionales se exhiben en España por primera vez.

 
Una instalación audiovisual envolvente especialmente creada para esta muestra dará la bienvenida al visitante, desvelando pistas sobre el misterioso artista, destacando sus piezas más importantes y enmarcando su insólita trayectoria, no exenta de polémica. Entre las obras más reconocidas de la muestra se encuentra la serigrafía original de la serie “Niña con globo”, similar a la recientemente destruida por el propio artista en una acción sin precedente en Sotheby’s, la casa de subastas de Londres .
 

¿Arte o provocación? El público decide

 
Escurridizo, provocador, misterioso… Banksy, el artista británico cuya identidad aún se desconoce, está considerado como uno de los principales exponentes del Street Art contemporáneo. Sus obras, a menudo satíricas, abordan temas universales como la política, la cultura o la ética. El aura de misterio que, por elección y por necesidad, se perpetúa cada vez que se menciona a Banksy, lo ha convertido en una figura mítica de nuestro tiempo.
 
Desde las trincheras del asfalto, Banksy ha desafiado las reglas del juego del arte contemporáneo. Su protesta visual ha conectado con un público enorme y heterogéneo y hoy en día es uno de los artistas más reconocidos y admirados entre las generaciones más jóvenes.
 
En palabras de Alexander Nachkebiya, comisario de la Exposición: “Banksy ha adquirido la categoría de fenómeno y es uno de los artistas más brillantes e importantes de nuestro tiempo. Su trabajo es un desafío para el sistema, una protesta, una marca extremadamente bien construida, un misterio, una desobediencia a la ley… Queremos que cada visitante de esta exposición pueda resolver por sí mismo quién es realmente Banksy: ¿un genio o un gamberro?, ¿un artista o un empresario?, ¿un provocador o un rebelde? Nuestra exposición pretende mostrar la profundidad del talento de Banksy, sus múltiples capas y dimensiones para que sean los propios visitantes quienes piensen y decidan. Su trabajo, siempre actual y muy completo, profundiza en el alma de cada uno de nosotros. Supongo que todo esto lo convierte en un genio para mí.”
 
BANKSY. The Art of Protest es una producción de IQ Art Management y Sold Out, también responsables de la exitosa muestra BANKSY. Genius or Vandal? visitada por más de 600.000 personas en Moscú, San Petersburgo y Madrid. BANKSY. The Art of Protest llega a Málaga con obras inéditas nunca antes vistas en España.
 
BANKSY. The Art of Protest se prolongará hasta el 15 de septiembre de 2019.
 
 

 
 
 
 





 
 

Banksy es uno de los artistas más controvertidos y conocidos del panorama contemporáneo y su figura está envuelta en un halo de misterio que, por elección y por necesidad, se perpetúa estableciendo los rasgos de un mito de nuestro tiempo: ambiguo pero profundamente arraigado en la realidad urbana de todo el mundo, comunica con un lenguaje simple e irónico los problemas, las contradicciones y los grandes temas de la realidad actual, invitándonos a reflexionar sobre ellos y a plantarles cara.
 
Los temas que Banksy aborda con sus personajes provocadores e irreverentes son la sátira, la política, la cultura, la ética y la guerra. Para lanzar sus mensajes utiliza siempre como vehículo todo un muestrario de personajes recurrentes como monos, ratas, policías, niños y miembros de la familia real que plasma a través de la técnica del esténcil; una técnica que inicialmente adoptó porque le permitía actuar rápidamente y evitar ser sorprendido por la policía. Con el tiempo y con esta técnica del esténcil ha conseguido crear un lenguaje simple, inmediatamente reconocible e infinitamente reproducible.
 
Su protesta visual, que llega a un vastísimo público heterogéneo, le ha convertido en uno de los artistas más conocidos y preferidos de las generaciones más jóvenes. Si el arte es una síntesis de forma y contenido, para Banksy lo que realmente cuenta es lo segundo: sus obras son mensajes. Tal y como explica el artista urbano Shepard Fairey: “Sus obras están llenas de imágenes metafóricas que trascienden las barreras lingüísticas. Las imágenes son divertidas y brillantes, a la par que simples y accesibles: aunque un niño de seis años no tenga la menor idea de lo que es un conflicto cultural, al ver a la Mona Lisa armada con un lanzallamas no se le escapa que hay algo que no cuadra”.
 
Su arte se deriva de los denominados “writers” que a principios de los años 70 aparecieron en la escena de Nueva York. Estos “writers” o grafiteros procedían del barrio negro de Harlem, de la comunidad portorriqueña del Bronx y de la pequeña ciudad italiana del Lower East Village y siempre se mantuvieron en grupos, formando “escuelas” que en definitiva no eran más que una derivación artística de aquellas “pandillas callejeras” de los años 50. Históricamente fue un arte duro, siempre a la contra, ilegal por vocación y tendente a la uniformidad del estilo como señal de pertenencia identitaria. El vínculo de Banksy con aquellos grafiteros radica en su fuerte sentimiento de pertenencia comunitaria, su postura provocadora, la idea de que las obras deberían completarse en una unidad de espacio y tiempo y el impulso contracultural. “Amo el grafiti. Amo esta palabra” – ha escrito Banksy. “Para mí, grafiti es sinónimo de maravilla. En comparación, cualquier otro género artístico supone, sin duda alguna, un paso atrás. Si trabajas fuera de este ámbito, trabajas a un nivel inferior. El otro arte tiene menos que ofrecer, tiene menos significado y es más débil”. La vocación rebelde de los writers, artistas autodidactas, se ha ido perdiendo con el transcurso de las décadas: los artistas callejeros de hoy en día son jóvenes que han estudiado, proceden de academias y escuelas de arte, y sus obras denotan a menudo una técnica pictórica extraordinaria, parecida a las obras sobre lienzos; es decir, el sentimiento de protesta se ha ido edulcorando. Por ello, uno de los méritos de Banksy es el de haberlo recuperado en el contenido y los mensajes de su obra.
 
Además de la influencia de la cultura del grafiti y el hip hop, en su obra también detectamos la fuerte vocación antagonista y underground del punk, con su connotación antiintelectual y subcultural que tiene como punto de referencia un mundo de “minor players” y “beautiful losers” (“the history is not made by great men”, entonaba el grupo de punk Gang of Four). El movimiento dio vida a códigos de protesta visuales que tuvieron un impacto que podríamos definir como planetario. La herencia visual del punk es enorme y sus códigos gráficos simbolizan la lucha y la resistencia, a lo que se suma un complejo vocabulario visual subcultural y profundamente antiautoritario con el que Banksy se entremezcla. “Como la mayoría de la gente, tengo la fantasía de que todos los pequeños perdedores se van a poder juntar: Que todos van a conseguir buenas herramientas y que lo underground va a salir a la superficie y va a romper en pedazos la ciudad”.

Esta muestra, como todas las dedicadas a Banksy anteriormente, no está autorizada por el artista, que busca defender su anonimato y su independencia del sistema.

HASTA EL 15 DE SEPTIEMBRE

domingo, 1 de septiembre de 2019

XOSÉ LUÍS OTERO EN EL MARCO (VIGO)




                           XOSÉ LUÍS OTERO.

                             Atlas de soledad

[Ciclo METRÓPOLE. Perspectiva urbana del arte gallego IV]


 

Con la muestra de Xosé Luís Otero, la serie de exposiciones METRÓPOLIS, comisariada por Rubén Martínez Alonso, llega a su cuarta etapa. Este ciclo nació con un doble objetivo: hacer un viaje al pasado, al Vigo de los años veinte, cuando se estrenó en la ciudad la película de Fritz Lang Metropolis; y al tiempo ofrecer una visión del panorama artístico gallego actual. El proyecto comprende una serie de exposiciones individuales, como visión del presente, y una parte común a todas las muestras, como referencia del pasado.
 
El proyecto está concebido en dos áreas claramente diferenciadas, tanto en el montaje como en contenidos, distribuidas en los espacios de la primera planta. La correspondiente al pasado está representada por unas salas en las que, a partir de la referencia u homenaje al film Metropolis, se procura recrear el ambiente de la ciudad de Vigo en esas décadas iniciales del siglo XX, mediante planos e imágenes de arquitectura vanguardista, fotografías y documentos de época, junto a mobiliario, objetos, vestuario y piezas decorativas de estilo art déco.
 

XOSÉ LUÍS OTERO. Atlas de soledad


La propuesta de Xosé Luís Otero para la cuarta etapa del ciclo METRÓPOLIS. Perspectiva urbana del arte gallego participa de las dos disciplinas clave en la formación y posterior trayectoria del artista: la pictórica y la escultórica. Así, en sus instalaciones, el paisaje, el género tradicional del que echa mano en la pintura protoabstracta de sus comienzos, va a cobrar una nueva dimensión, convertido ya en leitmotiv de un universo con dos polos: rural y urbano.
 
Cumpliendo una vez más con los propósitos del ciclo METRÓPOLIS, la exposición de Xosé Luís Otero incluye una selección de obras de nueva producción bajo el título Atlas de soledad, piezas todas ellas realizadas en los últimos meses específicamente para esta muestra y para este lugar, procurando así una contextualización del conjunto en función de las salas, dimensiones, iluminación y posibilidades de deambulación en el espacio, al tiempo que el material audiovisual acerca al público al proceso creativo.
 
A partir de la seriación —método de trabajo que a Otero le permite explorar todas las posibilidades de una misma idea, sublimar ese planteamiento que contribuya a enriquecer, que engrandezca una obra entendida como escogido conjunto— el artista logra confeccionar el paisajístico telón de su propia trayectoria vital.
 





 
HASTA EL 15 DE SEPTIEMBRE