jueves, 26 de noviembre de 2020

SOROLLA

 

“Sorolla femenino plural”: las mujeres del pintor se citan en una exposición

Campesina italiana. Museo Sorolla


Las mujeres de pueblo, las pescadoras, las madres o las elegantes y modernas mujeres de la burguesía; la exposición “Sorolla femenino plural” recorre los estereotipos femeninos que el pintor valenciano retrató a lo largo de su carrera.

La muestra, que tuvo que ser pospuesta por la pandemia, abre mañana en el Museo Sorolla de Madrid con una treintena de obras procedentes de colecciones particulares y de la colección del propio museo madrileño.

Joaquín Sorolla nunca se declaró militante del feminismo, un movimiento que todavía no había cuajado en España, aunque sí fue un hombre de ideas liberales que mantuvo una estrecha relación con la Institución Libre de Enseñanza, promotora de la instrucción femenina y defensora de la igualdad, y donde estudiaron sus hijas.

La obra del pintor valenciano retrató muchos de los estereotipos femeninos de su época: las sencillas trabajadoras del campo, las elegantes burguesas o las devotas amas de casa. Esos personajes rara vez son solamente “estereotipos”, sino que son figuras tratadas con respeto y dignidad.

En la exposición de Madrid no incluyen los retratos de las mujeres de su familia, que el museo madrileño -ubicado en la antigua casa del pintor- ya expone habitualmente.

Las principales heroínas populares que aparecen en los retratos de Sorolla serán las pescadoras valencianas, que cuidaban a sus hijos en la playa mientras esperaban que llegaran los barcos con el género de cada día.

Siempre aparecen como figuras fuertes, dignas, cargando con niños en brazo y cestos de pescado, aunque en ocasiones se trate de mujeres muy jóvenes.

Junto a ellas destacan las mujeres de la alta sociedad, como Raquel Meller, o la actriz María Guerrero ataviada como la Dama Boba, que forman parte de la muestra. En ellas, el vestido suele competir con el personaje: el pintor valenciano tenía una especial sensibilidad hacia la moda.

En la muestra también se han incluido algunos de los desnudos del pintor, como el de “Mesalina en brazos de un gladiador”, una pintura mitológica, perteneciente al inicio de su carrera y que escasearán en etapas posteriores.


La muestra, comisariada por Lorena Delgado y Consuelo Luca de Tena, recoge la mirada del artista sobre el universo de lo femenino desde su extrema diversidad, siempre dentro de la óptica y los ideales de la mujer de la sociedad de finales del siglo XIX y principios del XX. Su obra recoge muchos de los estereotipos femeninos propios de su tiempo: ángeles del hogar, mujeres caídas, sencillas y trabajadoras mujeres del pueblo, elegantes, burguesas y “modernas”.

El museo ha reunido para esta ocasión 36 obras, muchas de ellas poco conocidas procedentes de colecciones particulares, agrupadas en cuatro secciones: “Historia, mitología y otros pretextos”; “Mujeres del pueblo”; “Pescadoras y madres”; y “Elegantes y modernas”.


HASTA EL 10 DE ENERO (Museo Sorolla)

martes, 24 de noviembre de 2020

SOLEDAD SEVILLA

 

Soledad Sevilla, Premio Velázquez de Artes Plásticas 2020


“Me siento como si hubiera ganado el Nobel”, dice la artista a la que el jurado considera una “pionera en la experimentación con los lenguajes”





Considerada como una artista pionera en el arte de la instalación, Soledad Sevilla (Valencia, 1944) se define sobre todo como pintora en diálogo permanente con la arquitectura, una buscadora de poesía dentro de la dureza de las líneas geométricas. Esa manera suya de “transitar entre el plano y el espacio y su forma innovadora de entender la luz, los materiales y la geometría”, le han hecho merecedora del Premio Velázquez de Artes Plásticas dotado con 100.000 euros, un galardón que se suma al Nacional de Artes Plásticas (1993) y la Medalla de Oro de Bellas Artes (2007). “Me siento como si me hubieran dado el Nobel y que ya no me quedara nada por ganar. No me lo esperaba y estoy muy contenta, aunque no creo que esto me cambie en nada. Para mí lo más importante es poder seguir trabajando encerrada en mi estudio”.

Soledad Sevilla recibió la noticia del premio hacia el mediodía de este lunes en su domicilio madrileño, cuando se preparaba para viajar a Barcelona, una ida y vuelta de un par de jornadas para resolver asuntos médicos. En cuanto regrese, proseguirá con la exposición Los días de Pessoa que prepara para el Museo Patio Herreriano de Valladolid con pinturas inspiradas en textos del escritor portugués y rematará otras dos muestras en Sevilla y Granada.

La pandemia no ha afectado a su trabajo. “Yo nunca paro, ni siquiera lo hacía antes durante las vacaciones de agosto. Todos estos meses de encierro o semiencierro he estado dedicada a mi obra. Si tengo un proyecto por delante, en mi cabeza no hay otra cosa. Tanto si son encargos, las menos veces, como si son ideas con las que se me ocurre experimentar”.

La instalación 'Escrito en los cuerpos celestes' de Soledad Sevilla.MUSEO REINA SOFÍA

"Desde el primer momento quise que la pintura se desarrollara en el espacio, analizar toda esa geometría con la que estaba trabajando por techos, paredes...", ha recordado la artista, cuyo trabajo está marcado por un fuerte componente de investigación, muy minucioso, pues en ocasiones tarda varios años en acabar cada obra.

Sevilla pertenece a la abstracción racional, guiada por la forma y el color, casi siempre de grandes dimensiones. "Yo expreso mejor lo que quiero en una tela grande y eso, a su vez, envuelve más al espectador, crea más la sensación de espacio", ha explicado.

En esa búsqueda trabajó con series, siendo las más conocidas las de LaAlhambra y la de Las Meninas, atraída por la atmósfera creada por Velázquez, y de allí dio el salto definitivo a la instalación con el objetivo de "adaptar una idea al espacio que esta requiriese".



Pionera en España de este formato, una de las primeras instalaciones que realizó fue la del Castillo de Vélez Blanco, con una proyección sobre sus muros desnudos del pórtico renacentista que se encuentra en el Metropolitan Museum de Nueva York, o la intervención del Palacio de Cristal de Madrid con la bóveda celeste.

Entre sus exposiciones más importantes se encuentran asimismo varias retrospectivas de su obra pictórica en Fundación Bancaja (2019) o el CEART (2018), y la muestra en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC, 2019) de las instalaciones La AlgabaVélez-Blanco o El Rompido, que donó a la institución.

A pesar del alcance actual de su obra, Sevilla reconoce que su condición de mujer le pasó factura en sus inicios.

"Cuando todos mis compañeros y amigos ya eran famosos, yo no podía ni exponer, entre otras cosas porque estaba haciendo un arte que no se ajustaba a la tendencia general", ha señalado.

Preguntada por alguna asignatura pendiente o por nuevos retos que afrontar hoy por hoy a partir del empuje que proporciona el Premio Velázquez, Sevilla ha afirmado que su relación "con la vida y con el arte es diferente".

"Yo ya soy muy mayor, todo lo que no se ha podido hacer hasta ahora, se hace de otra manera, de forma que pueda afrontarlo y absorberlo", ha remachado, en una nube todavía, sin tiempo siquiera para pensar qué hara con la cuantía del premio.








sábado, 21 de noviembre de 2020

EXPOSICIÓN EN VIGO

 


Coordenadas inciertas





Descripción de la Exposición

El colectivo AlNorte presenta este proyecto, realizado expresamente para la Fundación Laxeiro, en el que cada una de las artistas participantes propone una reflexión poética, mediante la fotografía y el vídeo, acerca de las referencias espaciales que nos sitúan en unas coordenadas a partir de las que nos ubicamos físicamente en el mundo.





Los cuatro puntos cardinales sirven de referencia espacial para articular un proyecto expositivo que ofrece una reflexión sobre las certezas e incertidumbres de la identidad construída a lo largo de nuestra vida y que nos sitúa en el mundo de una forma determinada.
EL PROYECTO

Coordenadas inciertas es una propuesta en la que el colectivo AlNorte se acerca a problemas existenciales comunes, adoptando la referencia geográfica de los cuatro puntos cardinales como punto de partida, para poner en común sus respectivos trabajos, fotográficos y videográficos, muy diferentes en cuanto a estética y lenguaje.
NORTE

Cristina Brea (Vigo, 1973) identifica el Norte como la latitud principal, la referencia que toma el compás para establecer los cuatro puntos cardinales. Un destino, pero también un punto de partida, frío, racional, lleno de luz que la artista identifica con la cordura. No en vano, expresiones como perder el norte hacen referencia a la desorientación y a la locura. Cristina Brea toma el cuerpo humano como motivo en las obras que presenta en este proyecto, desplazando así la geografía terrestre a la geografía humana y advirtiendo de la fragilidad de nuestra propia orientación en el mundo. 

SUR 

 Raquel Calviño (Pontevedra, 1970) mira hacia el Sur como ámbito de la luz constante y cálida, como ese territorio en el que la experiencia de la mirada es exuberante y plena, llena de matices cromáticos que ella celebra en sus fotografías. El Sur entendido también como fuente de energía y de vida. 

ESTE 

 Rita Ibarretxe (Ourense, 1970) propone una identificación de Oriente con el sentimiento de deseo, de falta de ser que los poetas modernistas pusieron de manifiesto a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Oriente entendido como una idealización, como un paraíso inalcanzable, identificado con un sentimiento de morriña de algo que nunca experimentaron, porque nunca estuvieron allí. El sentimiento de pérdida de algo que nunca se tuvo constituye una paradoja que la artista utiliza para proponer una obra contemplativa, en la que la vegetación, el paisaje y el arte del pasado nos invitan a una cierta melancolía. 

 OESTE 

 Paula Pez (Vigo, 1981) parte del Oeste como el lugar donde nos encontramos y nos conforma como lo que somos, finisterre a partir del que solo existe lo desconocido, materializado en un océano inabarcable que nos configuró como pueblo a lo largo de nuestra historia y se pregunta si somos los gallegos los habitantes del fin del mundo. Oeste, dice, es una búsqueda, un proceso de análisis de la dirección interna que tratamos de procurar en el laberinto de nuestra vida. Partiendo de esta idea, la artista propone una vídeo-instalación en la que diferentes personajes intentan situarse en el paisaje, moviéndose continuamente en la búsqueda de un camino a seguir. Coordenadas Inciertas pone en cuestión las referencias que utilizamos para situarnos en el mundo, a partir de las que construimos nuestras identidades. Con esta estrategia, el proyecto propone otras formas de relación, con la geografía como metáfora de nuestra propia orientación existencial. 

 LAS ARTISTAS 

 CRISTINA BREA. 

Vigo, 1973 Licenciada en Bellas Artes, facultad donde entra en contacto con el mundo de la fotografía sin abandonar de todo su base de dibujo y pintura. Su gusto por la figura humana, lo cotidiano y la seducción, son las claves alrededor de las que va construyendo su obra personal más reciente, que gira en torno a los escenarios personales y las vivencias diarias. Forma parte del Photobook Club Vigo y de la Asociación Latente en sus inicios, asociaciones desde las cuales promueve actividades relacionadas con el mundo de la fotografía y el audiovisual. Ahora mismo es una persona muy activa por la visibilización de la mujer en la fotografía y el arte contemporáneo, formando parte del colectivo AlNorte, compuesto por 4 mujeres fotógrafas con las que expone en la Sala Sargadelos en diciembre de 2015 como parte del Outono Fotográfico, en la sala Nemonon en 2017 y en el Gnoc Noc en Guimaraes en 2019. Poco antes expone como parte del colectivo de mujeres fotógrafas Femenino Plural en Pontevedra. También participa en Eclecticidade Diálogos coa imaxe contemporánea en Vigo en agosto de ese mismo año en la Casa das Artes de Vigo. En esta nueva etapa fue seleccionada en SCANOFF 2014, así como en el festival VISIÓNS 2014, con una proyección de base fotográfica que parte de su colaboración en la exposición colectiva Mobil_foto_crea en la edición del año 2013 del Outono Fotográfico. Colabora con el mundo editorial como en el caso del libro/disco RAPOEMAS de AID entre otros trabajos. Anteriormente estuvo muy relacionada con la escena musical gallega, con colaboraciones fotográficas en diversas revistas, promoción de prensa y trabajos discográficos de artistas como Lucía Martínez, Lizgairo, Orquestra Folc SonDeSeu, Xosé Manuel Budiño, Lulavai, Mercedes Peón y Uxía Senlle. Desde febrero de 2019, forma parte de Fvck (Fotografía Viguesa Contemporánea), colectivo desde el que se organizan charlas, talleres y exposiciones fotográficas en la ciudad de Vigo. 

Cristina Brea


 RAQUEL CALVIÑO.

 Pontevedra, 1970 Desde el año 2011 recibe formación que ahonda en la narración fotográfica desde un proyecto persoal finalizando en 2018 los estudios de especialización con el Máster de fotografía artística en el ICPI-Instituto de Produçao Cultural e Imaxe de Porto. Destacan los trabajos Caderno de exercicios para poetas visuais en la Galería Sargadelos de Vigo, dentro de la sección oficial del Outono Fotográfico en 2015; Estar é Ser, dentro de la sección oficial de la 34 edición del Outono Fotográfico, comisariada por Ramón Rozas en Pontevedra en 2016, El Otro Yo con el Colectivo ALNorte en la sala Nemonon en Pontevedra; El Poder de la Sombra dentro de los Encontros da Imagen en Braga en 2018 y en el Festival de Fotografía de Alicante en marzo de 2020. 


Raquel Calviño


 RITA IBARRETXE. 

Orense, 1970 Su primer contacto con la fotografía se produce de forma autodidacta, participando en exposiciones individuales y colectivas y publicando en diversos medios gráficos. En el año 2005 obtiene el Título de Grado Superior en Fotografía Artística por la Escola de Arte Antonio Faílde de Orense, y a partir de esa fecha participa en diversos talleres con Oscar Molina, Javier Vallhonrat o Bleda y Rosa. Su método de trabajo comienza con alguna idea o historia que quiere mostrar; no le interesa tratar temas concretos, sino trabajar simbólicamente con imágenes que traspasan el límite de su representación para ser una metáfora de diferentes estados emocionales internos. Le interesa empatizar con el espectador despertando en él sentimientos comunes y universales que le remitan a su propia historia, creando vacíos por donde pueda fluir su imaginación, en una categoría de fotografía que hoy se denomina fotografía poética o poesía de lo cotidiano, con imágenes que más que decir, sugieren, y donde los motivos no se buscan, sino que se reconocen apareciendo como sorpresas o azares, y que tienen una correspondencia con un anhelo o un estado. Sus últimos proyectos consistieron en exposiciones con el colectivo AlNorte en 2015, Caderno de exercicios para poetas visuais en la Galería Sargadelos de Vigo y en el año 2016, El Otro Yo en la sala Nemonon en Pontevedra. Ahora está trabajando en el proyecto titulado Sentimiento oceánico que fue seleccionado para los visionados de portafolios en el Imago Lisboa Photo Festival y en el Festival Revela- T de Barcelona. 

Rita Ibarretxe


 PAULA PEZ. 

Vigo, 1981 En 2005 se licencia en Biología por la Universidade de Vigo y comienza a mezclar su pasión por la naturaleza con la fotografía. En 2008 se traslada a Barcelona para llevar a cabo estudios de iluminación, composición y expresión fotográfica en la Escuela GrisArt. En 2010 comienza a trabajar en el libro, exposición y documental Un mar de mulleres que la obliga a dejar la biología para dedicarse en exclusiva al mundo audiovisual y fotográfico. Desde entonces, participa en varias exposiciones colectivas en Galicia, en la realización de un documental de naturaleza en Aveiro (Portugal), en la formación del Colectivo fotográfico AlNorte y hace su primera exposición individual, titulada Isla. En la actualidad, trabaja como directora de fotografía en el Departamento de imagen de la productora audiovisual Verve Creative Group y sigue combinando trabajos de encargo, con otros de índole más personal.

Paula Pez
HASTA EL 24 DE ENERO







EXPOSICIÓN EN BILBAO DE KANDINSKY



Kandinsky en el Museo Guggenheim Bilbao




Pionero de la abstracción y reconocido teórico de la estética, Vasily Kandinsky (Moscú, 1866–Neuilly-sur-Seine, Francia, 1944) se cuenta entre los renovadores del arte de comienzos del siglo XX. Kandinsky buscaba liberar la pintura de sus lazos con el mundo natural y, al hacerlo, descubrió un nuevo tema que le ocuparía toda su vida basado únicamente en la “necesidad interior” del artista. Procedentes fundamentalmente de los ricos fondos de la Solomon R. Guggenheim Foundation, las obras de esta completa exposición, que consta de pinturas y obras sobre papel, traza la evolución estética de Kadinsky a lo largo de toda su trayectoria.
 
Tras instalarse en Baviera en 1908, Kankinsky contibuyó a fundar el grupo de Múnich El jinete azul (Der Blaue Reiter), un conjunto poco cohesionado de artistas que compartían el interés por el potencial expresivo del color y la resonancia simbólica, y a menudo espiritual, de la forma. Tras un periodo muy prolífico, Kandinsky se vio obligado a abandonar Alemania debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, y, en última instancia, regresó a su Moscú natal. En aquella ciudad, su vocabulario pictórico comenzó a reflejar los experimentos utópicos de la vanguardia rusa, como el énfasis en las formas geométricas para establecer un lenguaje estético universal.
 
 Tras la guerra, Kadinsky empezó a impartir clases en la Bauhaus, la escuela alemana de arte y diseño aplicado que compartía su creencia de que el arte es capaz de transformar al individuo y a la sociedad. Sin embargo, el artista tuvo que abandonar Alemania una segunda vez cuando la Bauhaus fue clausurada por los nazis en 1933. Junto con su esposa, Nina, se trasladó a un suburbio de París, donde experimentó con diferentes materiales, creando obras imaginativas en las que combinó pigmentos y arena. Sus composiciones de esta última época se asemejan a minúsculos mundos llenos de seres vivos, algo claramente debido a su contacto con el Surrealismo y a su interés por las ciencias naturales, especialmente la botánica, la embriología y la zoología.
 
La historia de la Fundación Guggenheim está más vinculada al trabajo de Kandinsky que al de otros artistas. El industrial y fundador del Museo, Solomon R. Guggenheim, comenzó a coleccionar su obra en 1929 y su entusiasmo por el arte moderno condujo a la inauguración en Nueva York del Museo de Pintura no Objetiva, antecesor del Solomon R. Guggenheim Museum. En la actualidad, el Guggenheim posee más de 150 piezas de este artista fundamental.
 
Comisaria: Megan Fontanella
 
HASTA EL 10 DE ENERO
 



 
 

 

lunes, 16 de noviembre de 2020

ARTE "FAKE"

 

Una artista destruye 300 obras de arte que le habían plagiado


La creadora valenciana Rosa Torres rasga, rompe y marca las copias con la palabra 'fake' en un acto que expresa que el plagio de arte no debe quedar impune


Acto simbólico de la artista Rosa Torres destruyendo 300 plagios de sus obras, este miércoles en València



La artista valenciana Rosa Torres ha escenificado este miércoles en el Centre del Carme de València la destrucción simbólica de casi 300 obras de arte que le fueron plagiadas, una iniciativa con la que ha querido manifestar públicamente que el plagio de obras de arte no debe quedar impune.

La creadora ha marcado las obras plagiadas con la palabra 'fake' en rojo, en un acto con el que pone punto final a un proceso judicial que se ha extendido durante más de diez años y tras el cual ha podido sacar de la circulación 300 obras, que le han supuesto un agravio de cerca de un millón de euros.

Torres descubrió en el 2008 el plagio de dos obras suyas que colgaban de una clínica estética en València e interpuso una denuncia por un delito contra la propiedad intelectual, tras lo que se abrió una investigación que le ha llevado a localizar cerca de 300 cuadros repartidos por las diferentes franquicias de esta clínica en toda España.

Tras una década

Después de una década, la sentencia ha reconocido el plagio y ha permitido reunir las piezas para su destrucción, aunque no se ha podido determinar un culpable ni obtener indemnización, al estar el autor de los cuadros en paradero desconocido y ante la duda razonable de que el dueño de las clínicas conociese la obra de Rosa Torres.

La artista ha manifestado su agradecimiento al Centre del Carme por poner a su disposición la Sala Refectori para reivindicar los derechos de propiedad intelectual de los artistas, que "en muchas ocasiones son transgredidos" y que en su caso le han causado "un evidente perjuicio" en su carrera profesional.

Los plagios introducían cambios en las formas y colores que destruían la configuración estética de la obra de Torres, la cual ha calificado de "un efecto de mal gusto", contrario a sus propuestas estéticas, "muy meditadas y mesuradas".

"Sucesión de despropósitos"

El abogado de la Associació d'Artistes Visuals de València, Alacant i Castelló (AVVAC), Alexandre Devís, ha señalado que la instrucción del caso en un primer momento fue "una verdadera sucesión de despropósitos" y la causa se cerró hasta tres veces, la primera de ellas nada más recibirse el caso sin abrir diligencias al respecto.

El director del Centre del Carme, José Luis Pérez Pont, ha señalado la importancia de visibilizar estos hechos, para reivindicar una acción efectiva de la justicia a favor de la propiedad intelectual de la creación artística, para que los artistas conozcan sus derechos y los apoyos con los que cuentan, y como advertencia a los autores de estos plagios, "cuyo delito no puede quedar impune".

Rosa Torres estudió Bellas Artes en la antigua Escuela de San Carlos, en este mismo espacio del Centre del Carme, y a principios de los 70 entró en contacto con las vanguardias valencianas, como el Equipo Crónica y el Equipo Realidad. 

En 1982 representó a España en la Bienal de Venecia y posee una dilatada trayectoria artística de cerca de 50 años creando y exponiendo en más de 300 muestras, tanto en la Comunitat Valenciana como en otros puntos de España y Latinoamérica.


( elPeriódico ) 

viernes, 13 de noviembre de 2020

MUSEO REINA SOFÍA

 

Concha Jerez . Que nos roban la memoria     

 

 
Concha Jerez, distinguida con los premios Nacional de Artes Plásticas y Velázquez, desarrolla desde los años setenta del pasado siglo un intenso proyecto creativo que parte del arte conceptual para llevar a cabo intervenciones site specific con marcado carácter crítico. Es una de las pioneras del performance en España y ha realizado numerosas piezas de arte sonoro y radiofónico, entre las que destacan las creadas en colaboración con el artista sonoro y compositor José Iges.
 
Que nos roban la Memoria presenta un proyecto pensado específicamente para las cuatro escaleras del edificio Sabatini del Museo, al que la artista se refiere como “un gran contenedor de memoria”, un antiguo hospital en el que reinscribe la memoria olvidada, autocensurada, escrita u oralizada y, en muchas ocasiones, silenciada. También se expone en diversos espacios −Sala de Bóvedas, Sala de Protocolo y Planta 3− una selección de obras que cubren un amplio arco temporal:  desde sus “escritos autocensurados”, realizados a mediados de la década de 1970, hasta la instalación InterMedia Espectros de silencio (2001-2017).
 
 
 
El filósofo Theodor W. Adorno lanzó en Mínima Moralia un amargo diagnóstico al recordarnos que “la dimensión histórica de las cosas no es más que la expresión de los sufrimientos del pasado”. Concha Jerez insiste en la necesidad de interferir en los medios de comunicación, no cae en el nihilismo y planta cara, con una actitud de coraje ético y estético, a las derivas cínicas del presente. En sus obras asistimos a obsesivos “seguimientos de noticias”, meditaciones sobre la desarticulación de un partido político, testimonios de las utopías, visualizaciones de los límites en los que habitamos o recorridos por paisajes de conflictos y exclusiones. La artista tiene plena conciencia de que la memoria es fundamental para reactivar la crítica en un tiempo desquiciado y, sobre todo, nos recuerda, en su intervención contra el olvido, que debemos evitar que la historia se repita meramente como farsa.
 

 
 
 

Hasta el 11 enero, 2021 /

Edificio Sabatini, Planta 3, Escaleras, Sala de Bóvedas y Sala de Protocolo

DIARIO DE MALLORCA

 


Miquel Barceló: "Las obras de arte son siempre premonitorias


El artista lleva estos últimos nueve meses encerrado "pintando muchísimo" en el taller del tejar que posee en Mallorca



Miquel Barceló lleva estos últimos nueve meses encerrado "pintando muchísimo", en el taller en un tejar de su Mallorca natal, desde que comenzara la pandemia.

Antes de eso le había dado tiempo a terminar el más de medio centenar de acuarelas que ilustran La transformación, de Franz Kafka, para una nueva edición de Galaxia Gutenberg que se publica el 4 de noviembre. Barceló realiza una "relectura paralela" de este clásico de la literatura universal que considera premonitorio y leyó siendo un adolescente, con la que confiesa que se ha divertido.

    - Pregunta: Ilustra "La metamorfosis" de Kafka, que en esta edición cambia de título por la "La transformación", para ajustarse léxicamente al título original (Die Verwandlung) y al sentido que la crítica atribuye a la narración ¿qué opina del cambio?

    - Respuesta: Me parece muy bien. Creo que siempre está bien repensar las cosas y traducir también es repensar. De hecho, al principio, cuando me propusieron en París hacer "La metamorfosis", pensaba que se referían a la de Ovidio y dije que sí, pensé que sería divertido. Después de muchos meses me di cuenta de que era la de Kafka y pensé 'pues mejor'.

    - P.- Ha ilustrado la "Divina comedia" de Dante, el "Fausto" de Goethe, y ahora una obra del siglo XX, ¿el abordaje de las ilustraciones para "La transformación" de Kafka ha sido distinto por ser contemporánea?

    - R.- Justo después de "La metamorfosis" empecé a trabajar en "La Ilíada". Todos son clásicos en el sentido de que son intemporales y siempre parece que nos anuncian lo que está pasando. Cuando Kafka escribió "La metamorfosis", en Europa se estaban moviendo las piezas de lo que después sería el gran desastre y la Gripe Española estaba acechando. Las obras de arte siempre son premonitorias de todo. Es una condición de las obras de arte, contienen los números de lotería que ganarán y que nosotros no sabemos leer.

    POE Y KAFKA

    - P.- Dice que cuando la leyó por primera vez, a los 14 años, le pareció perturbadora pero también divertida.

    - R.- Sí, es que Kafka es un humorista, terrible pero un humorista. En el ámbito centroeuropeo algunos han seguido esta gran broma metafísica de la mortalidad y de la risa de las calaveras, de esto viene Kafka. Es finísimo cómo usa el lenguaje y también en sus dibujos intenta llevarlo todo a esa especie de sarcasmo muy fino. La primera lectura de Kafka creo que no deja a nadie indiferente, a mí me perturbó mucho y me llevó a leer todo lo que pude encontrar de él, sobre todo los cuentos. Edgar Allan Poe y Kafka fueron las dos lecturas que más me motivaron en la adolescencia. Encontré en uno de mis cuadernos que mi plan era ir a Palma para buscar todos los libros de Kafka que pudiera encontrar porque en la biblioteca de mi pueblo no había ninguno.

    - P.- En esa misma época adolescente también realizó su primera visita al Museo del Prado, ¿todo eso influyó en lo que sería después?

    - R.- A esa edad todo es trascendental y casi todo lo haces por primera vez. También me acuerdo mucho de la primera vez que fui al Louvre y al British Museum, y al Prado desde luego. La primera lectura de Kafka es algo que se te queda como un día señalado.

    - P.- Sus acuarelas ¿buscan reflejar el desasosiego de la obra y del protagonista, Gregor Samsa?

    - R.- Seguramente, es muy desasosegante. Recordaba, tal vez por lecturas ajenas, ese proceso de cambio, pero lo que es curioso es que Gregorio Samsa no cambia en absoluto, es siempre un escarabajo desde que empieza hasta que acaba y en cambio a su alrededor todo cambia y mucho. Creo que Kafka sentía cómo cambiaba el mundo a su alrededor y todo se iba haciendo más desagradable, sobre todo con el antisemitismo y su propia enfermedad, porque sufría tuberculosis, que acabó con él. Toda esta especie de imposibilidad, en una casa que parece que cada vez se va haciendo más estrecha, más pequeña. Él describe a su familia y a las visitas y siempre lo ve todo a través del resquicio de la puerta y yo me imaginaba mucho el papel pintado de fin de siglo, con esos colores verdes y azul prúsico, colores modernos del siglo XX que ya contienen el mismo pigmento con el que se fabricó el gas ciclón con el que mataron a tantos millones de judios. "La metamorfosis" está llena de premoniciones, está la foto del soldado..., hay como esta especie de tambores de guerra clarísimos que suenan, cuando todo tu mundo alrededor se transforma en algo monstruoso y el personaje acaba siendo una piel seca. Al principio lo alimentan con los restos y al final lo tiran a la basura. Es una gran broma macabra pero también es mucho más, como todas las buenas bromas.

    - P.- Al ilustrar teniendo un escarabajo como protagonista, parece de antemano que el negro debe predominar, pero no es así.

    - R.- No tengo ningún pensamiento simbólico con el color. Claro que he usado el negro pero a veces el escarabajo es verdoso metálico o es rojo. A veces lo imaginaba como un adolescente, con el cuerpo cambiando, cuando los adolescentes se sienten monstruosos porque todo crece, pelos y sexo, el deseo por la hermana en este espacio tan cerrado... Todavía me acuerdo de esta sensación de monstruosidad. Me imaginaba los colores totalmente artificiales, el reloj implacable, la angustia de tener que estar en el trabajo...

    - P.- Varias ilustraciones tienen el punto de vista del protagonista ¿es más una interpretación de la historia que una ilustración de lo que ocurre en ella?

    - R.- Hay algunas muy cinematográficas, con lo que ve Gregorio Samsa cuando se despierta y se ve como un ecce homo. Me lo imaginaba como una película, viendo el escarabajo y a la familia vestidos como en 1910, con el bombín. Con la iconografía de la época me he divertido. No pretendía ilustrar, lo que hago es una relectura paralela. También he hecho en alguna parte un árbol genealógico de cómo llegó a ser Gregorio Samsa, con dibujos como los de Ramón y Cajal y Mendel, porque me parecía muy del signo de los tiempos.

    - P.- La acuarela está presente en todas las páginas, incluidas las dedicadas a texto.

    - R.- Sí, usamos el verso y el anverso, el retroverso de cada acuarela y siempre trabajé en el mismo formato y en el mismo papel, de forma que es un libro hecho como un libro y no con reproducciones de acuarelas sueltas. Es gracioso porque, en Francia, la cubierta del libro es blanca, y algunos los devuelven pensando que tiene manchas. Todo el libro está contaminado, me gusta la idea de estar dentro de libro y ya no te deja en ningún momento.

    - P.- ¿Dónde pintó "La transformación"?

    - La acabé, el año pasado en el sur de Tailandia, en un lugar muy vacío, sin nadie. Antes pasaba temporadas en África, lejos de todo, y ahora he encontrado un lugar parecido en el sur de Tailandia. Me gustaba el contraste de llevar a Kafka al sol, con los cocoteros.

    - P.- ¿Cómo le ha afectado el tener que encerrarse por la pandemia?

    - R.- Como a todos. Llevo mucho tiempo sin moverme de aquí, que está muy bien. En mi gremio, lo del confinamiento es dar nombre a lo que yo ya hago de natural. Lo que pasa es que yo tenía tendencia cada varios meses de irme a otra parte y ahora no, pero casi mejor. Comparto la inquietud general.

    - P.- ¿Le cambia la perspectiva como artista?

    - R.- Creo que nos cambia a todos mucho. Creo que todavía no somos capaces de saber hasta qué punto nos va a cambiar. Cometí la imprudencia de leer un libro sobre la Gripe Española y es muy curioso ver hasta qué punto cambió la vida, la arquitectura, las formas de relacionarse... muchas cosas de las que ya no somos conscientes, y esto mismo está sucediendo ahora.

    - P.- ¿Qué proyectos tiene entre manos?

    - R.- "La Ilíada" es un proyecto, me gusta tener algunos libros en marcha siempre. Estoy pintando muchísimo, en estos últimos nueve meses no he hecho más que pintar prácticamente. Hay una exposición en varios museos de Japón pronto. No sé si podré ir, espero que sí. Y en el Museo Picasso de Málaga hay una exposición que debería abrir también, se ha pospuesto y durará más tiempo también. Es un buen momento para ver exposiciones. Estuve viendo Matisse y casi no había nadie que es una maravilla.

    - P.- En Mallorca su obra se puede ver en la Fundación March, en Es Baluard, en la Catedral, ¿se siente profeta en su tierra?

    - R.- No me siento profeta en ninguna parte, antiprofeta o falso profeta me pega más. Estoy contento de que se pueda ver alguna cosa mía. 

MARCO VIGO

 

La poética visual del fotógrafo Manuel Vilariño impregna las salas del museo Marco


El centro de arte contemporáneo vigués aborda la más completa revisión de la obra del creador gallego



El Museo de Arte Contemporánea de Vigo, Marco, inauguró este jueves la nueva temporada de exposiciones con la muestra individual dedicada al fotógrafo y poeta Manuel Vilariño (A Coruña, 1952). El proyecto titulado Seda de cabalo, comisariada por Fernando Castro Flórez, es la mayor de cuantas exposiciones se han realizado hasta la fecha del autor coruñés, que revisa su carrera a través de una selección de obras -fotografías, instalaciones, vídeos y también una parte de su producción poética- desde 1980 hasta la actualidad. Más que una retrospectiva al uso, está concebida como reflejo de los aspectos más sobresalientes de su trayectoria y de su estética, siempre marcada por un fondo poético y por la demanda de una actitud contemplativa ante la belleza de la vida, pero también de la muerte en términos estéticos.

Vilariño es un autor de reputada trayectoria, Premio Nacional de Fotografía 2007, año en el que participó en la muestra Paraíso fragmentado, comisariada por Alberto Ruiz de Samaniego en el Pabellón de España de la 52.ª Bienal de Venecia.

El montaje en las salas del Marco lleva al espectador desde la particular mirada del artista sobre los animales y su reinterpretación de la esencia de un género clásico como el del bodegón, -como recuerda Castro Flórez, el trabajo de Vilariño le consolida como gran maestro de la naturaleza muerta-, a su visión del paisaje, íntimamente relacionada con la melancolía.


Las series correspondientes a los años 80 y 90, protagonizadas por aves, calaveras y bestiarios, incluyendo sus polípticos, abren una primera fase del recorrido. Entre ellas destaca Bestias involuntarias, fotos en blanco y negro en las que los animales miran de frente al espectador, retratados junto a herramientas.

Como pieza central y en ese juego de transición desde el blanco y negro, el color hace su aparición en Paraíso fragmentado, un mosaico de naturalezas muertas compuesto por quince imágenes en las que un pájaro, un lagarto o una serpiente yacen inertes, creando entre todas una composición única. La exposición incluye también ejemplos de su producción de las dos últimas décadas, fundamentalmente sus fotografías de montañas y océanos.

En palabras del comisario, toda la obra de Manuel Vilariño es un autorretrato vital: «De sus pensamientos y emociones en relación con la vida y la naturaleza, de su entorno, de su formación como biólogo, de su íntima vinculación con el territorio más próximo».

Castro Flórez recuerda que si bien la fotografía es el fiel testimonio evocador de la realidad, un medio para recordar, «también tiene una singular carga sentimental, en la que se va de la felicidad a la tragedia, esto es, en términos de Barthes, una reduplicación de lo sido pero también un teatro de la muerte. La sabiduría trágica de Vilariño nos toca al puntualizar el sacrificio, al iluminar hermosamente la finitud».

La muerte y la ternura

El comisario admite que la obra del artista evoca la soledad, el silencio o la muerte, pero advierte que también puede encontrarse en su obra «la ternura, el placer del juego y la dicha del encuentro que proporciona el viaje» afirmando que es capaz de generar imágenes al mismo tiempo dramáticas y capaces de transmitir la intensidad de la vida.

Como apertura y cierre de este recorrido circular por la obra de Vilariño es fundamental la presencia de la poesía: fragmentos de sus libros de poemas Ruinas al despertar y Animal insomne acompañan al visitante desde las escaleras de acceso a la muestra; y una selección de la serie de haikus escritos durante el confinamiento, una obra inédita que lleva por título Elogio del confín, que completan y a su vez son parte integrante de sus fotografías. En este aspecto ahonda también el vídeo que se proyecta en la sala del vestíbulo principal del museo.

La exposición producida por la Subdirección General de Museos Estatales del Ministerio de Cultura y Deporte, que estará abierta hasta enero del 2021, contempla también la organización de visitas y talleres para escolares de educación infantil, secundaria, bachillerato y otros centros de formación, que, con la colaboración de la Obra Social ‘‘la Caixa'', se celebran a partir del 6 de octubre, de martes a viernes de 11.00 a 13.30 horas con previa cita en el 986 113 900 o el 986 113 904. 



                              




MÁS INFORMACIÓN

( LA VOZ DE GALICIA )

HASTA EL 31 DE ENERO



viernes, 6 de noviembre de 2020

MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO HELGA DE ALVEAR

 

El arte de Ai Weiwei se instala en Cáceres


Una lámpara del artista y activista chino, compuesta por 60.000 cristales rojos, es la primera obra montada en el nuevo Museo Helga de Alvear de Cáceres



El Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear de Cáceres va avanzando hacia la apertura de su nueva sede tras las obras de ampliación que se han prolongado desde septiembre de 2015 hasta este verano. Estos días arranca el proceso de montaje de las piezas artísticas que podrán verse en este recinto, que cuenta con 8.000 metros cuadrados incluido el jardín. Rematada la obra diseñada por Emilio Tuñón (a falta de completar el edificio que albergará el almacén) se inicia ahora una fase compleja teniendo en cuenta la propia esencia del arte contemporáneo (obras grandes y de complejidad técnica) y el carácter internacional del conjunto de obras, que alcanza las 3.000, aunque solo se podrán ver 200 simultáneamente.

Actualmente está en montaje una de las piezas consideradas como «más preciadas» de la colección. Se trata de 'Descending Light', una estructura de metal con luces eléctricas halógenas, cuentas de cristal y cableado, del artista chino Ai Weiwei, conocido mundialmente por su postura crítica respecto al gobierno chino y sus investigaciones sobre corrupción institucional, por las que llegó a ser detenido. Esta obra, todo un símbolo para la colección de De Alvear, ocupará un lugar principal dentro del nuevo espacio. Estará en el hall principal de la nueva zona ampliada, tal y como explican a este diario desde el Museo. El Patronato de la Fundación Helga de Alvear (integrado por la Consejería de Cultura, el Ayuntamiento, la Diputación y la Universidad de Extremadura, además de la propia Helga de Alvear y dos patronos de la fundación: José María Viñuela y José Jiménez) se reunió ayer para analizar la marcha de la institución y aprobar las cuentas.

Uno de sus objetivos principales es conectar con la sociedad, por lo que para la llegada de esta primera obra se ha contado con la ayuda de 60 alumnos del instituto Al-Qázeres, que han colaborado para engarzar muchos de los 60.000 cristales rojos que componen parte de la lámpara de la obra de Ai Weiwei, de un intenso color que hace una clara alusión al Partido Comunista Chino. El montaje de esta obra sigue en marcha. Es la tercera vez que se exhibe fuera del estudio del artista: las anteriores veces fueron en Nueva York y en Sevilla.

Tal y como se informa desde el Museo Helga de Alvear, obras de artistas de la talla de Thomas Hirschhorn, Larry Bell, Olarfur Eliasson o Louis Bourgeois ya están de camino y serán las siguientes que se instalarán en el nuevo espacio, que está previsto que se abra próximamente, aunque desde el Museo aún no se puede precisar cuándo y si será en lo que queda de este infausto 2020. Aunque en el mes de julio, cuando se dio a conocer el nuevo recinto, se dijo que la intención era que pudiera estar inaugurado antes de final de año, la situación generada por la pandemia se ha convertido en un verdadero obstáculo.

Viajes

Muchas de las obras, se explica desde el Museo, que van a formar parte de la exposición, son de creadores internacionales y se cuenta con el asesoramiento presencial de los estudios de los artistas, que ofrecen su colaboración para los montajes, de gran dificultad como en el caso de la obra de Ai Weiwei. Hay otras obras de mucha complejidad, como la que se va a recibir la semana que viene de Olarfur Eliasson que requieren estas indicaciones expertas. «Pero dadas las circunstancias esos viajes se han tenido que retrasar, en otros hemos tenido que buscar vías alternativas y en algunos casos los montajes se van a dar de una forma más prolongada de lo que se había visto en un principio», se explica desde esta institución. Los viajes a España suponen en algunos casos tener que realizar cuarentenas a la vuelta.




La inauguración, que va a tener una importante proyección internacional, también estaría condicionada. Las medidas de seguridad prevalecen sobre cualquier acto público de grandes dimensiones, indica la institución cultural, consciente de que es un momento muy importante para la historia de este museo y una verdadera oportunidad para proyectarse. Cáceres se va a convertir en el hogar de importantes obras de artistas internacionales de renombre con obras únicas que suscitarán interés.





EXPRESIONISMO ALEMÁN

 


El ADN de la colección Thyssen


Fragmento de ‘Pareja joven’, la primera obra del expresionista alemán que compró el barón Thyssen (MUSEO THYSSEN)

El museo muestra una panorámica completa del expresionismo alemán en el arranque del centenario del barón

Las obras de Vassily Kandinsky, Franz Marc, George Grosz, Emil Nolde, Paul Klee, Ernst Ludwig Kirchner o August Macke, por mencionar a los más destacados y conocidos exponentes del expresionismo alemán, son la columna vertebral de la colección Thyssen. Marcan el inicio y constituyen el núcleo de la parte del conjunto que corresponde al barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, a quien el Estado adquirió en 1993 el grueso del legado que él y su padre (Heinrich) construyeron a partir de los años veinte del siglo pasado. La compra de decenas de cuadros de aquella época, crucial en la pintura y en la convulsa historia europea, materializó la “rebelión” de Hans Heinrich contra su progenitor, quien sostenía que el arte había muerto en el siglo XVIII.

Una selección de 80 de tales obras posteriores al impresionismo, la mayoría pertenecientes a los fondos adquiridos por el Estado más una veintena procedentes de la porción que quedó en manos de Carmen Thyssen y sus hijos, se expone desde este martes, y hasta el 14 de marzo, en el museo nacional de ese apellido en el paseo del Prado de Madrid. La muestra, titulada simplemente Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza, abre la celebración del centenario del nacimiento del barón, que se cumple en el 2021 pero la pandemia ha aconsejado iniciar ya.

Ruptura con el pasado

La rebelión contra el padre y el deseo de distanciarse de los nazis sirvieron de acicate a Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza

Fue en mayo de 1961 cuando Hans Heinrich, a sus 40 años y cinco después de haber retomado la tradición coleccionista del padre, compró la primera pieza de un expresionista. Era la acuarela Joven pareja (hacia 1931-1935), de Emil Nolde. “Su audaz gama de colores y la atmósfera tan particular que emanaba de ella me llamaron inmediatamente la atención”, explicaría el comprador. Él mismo dejó claro cómo con esa adquisición se liberaba del todo del “lavado de cerebro” al que su padre le había sometido. Así, la línea que con Joven pareja abrió el tercer miembro de la saga Thyssen –iniciada por el patriarca y magnate August Thyssen– cambió el ADN de la colección familiar de arte al abrirla a la modernidad.

La operación tuvo lugar en la casa de subastas Stuttgarter Kunstkabinett, y se cerró por 39.000 marcos entre aplausos del público por haber alcanzado tal cantidad aun tratándose de una acuarela. A raíz de aquella sesión, de la que el barón salió con otras nueve pinturas de artistas diversos –entre ellos los también expresionistas alemanes Max Pechstein y Rudolf Levy– Hans Heinri, Heini, conoció a quien sería una figura clave en su trayectoria como aficionado al expresionismo: el fundador de la casa de subastas Roman Norbert Ketterer.


Imagen de la exposición de expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza (Dani Duch) 


La presentación de la muestra, ayer, incluyó una intervención de la hija de aquel marchante, Ingeborg Henze-Ketterer. Según relató el conservador del museo e investigador del legado del barón, Juan Ángel López Manzanares, esta mujer “lloró amargamente durante días” cuando, siendo una niña, su padre descolgó de su habitación otra importante obra de esa escuela alemana que Heini le compró en una época de dificultades económicas para el tratante: Fränzi ante una silla tallada (1910), un óleo de Ernst Ludwig Kirchner que por esa historia pero también por su calidad y atractivo es otra estrella de la exposición.

Tal como subrayó el director artístico del museo, Guillermo Solana, la colección de expresionismo del Thyssen y en consecuencia la muestra que hoy se abre al público reúne a los principales autores del movimiento y abarca todas sus épocas. Eso permite al espectador hacerse idea de la variedad de formas que los diferentes artistas del movimiento y sus agrupaciones por áreas geográficas fueron dando a la tendencia, aun dentro de los denominadores comunes que los unieron; básicamente, el antinaturalismo en el color, que acabó acercándoles a los fauvistas y sus fieros pigmentos, y el antiimpresionismo en cuanto a la mirada. Pues si hay que subrayar una característica de los expresionistas es su empeño en representar no lo que veían sino lo que sentían.


Una mujer observa el cuadro 'Atardecer' de Edvard Munch que forma parte de la exposición 'Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza' (Fernando Alvarado / EFE) 

“Toda obra de arte es hija de su tiempo y la mayoría de las veces, madre de nuestro sentimiento”. Esto lo escribió Kandinsky, en su ensayo De lo espiritual en el arte, y ayer lo repitió la comisaria de la muestra donde el pintor ruso formado en Alemania tiene siete cuadros. La comisaria, Pilar Alarcón, hizo esa cita para añadir que “si alguna pintura es más hija de su tiempo que ninguna otra ésa es la de los expresionistas alemanes”. La también jefa de Pintura Moderna del Thyssen se refirió al éxito notable que la corriente adquirió durante la República de Weimar en entreguerras; a su abrupta caída en desgracia cuando los nazis la condenaron como parte del “arte degenerado”, al que incluso dedicaron una exposición en Munich bajo esa misma denominación, en 1937; y a su sorprendente renacimiento en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial.

La condena mundial de las barbaridades de Hitler y su gentuza cristalizaron de hecho en la mejor campaña de publicidad que los expresionistas hubieran podido soñar para sus creaciones. Y en esas estaba también el barón Thyssen, interesado como el que más en abjurar de toda sombra de relación con los nazis de su familia. No en vano la exposición incluye cinco obras repudiadas por los nazis, entre las que sobresale Metrópolis, de George Grosz: uno de los grandes artistas “degenerados”.

El mejor homenaje

La exposición abre con anticipación los actos por el centenario del nacimiento del barón

Los fantasmas paternos y del nacionalsocialismo ejercieron como dos importantes acicates en la colección de expresionismo alemán del barón Thyssen. Pero hubo otro igual de relevante, dijo ayer Solana. Y es que para el magnate y coleccionista que elegiría España para pasar sus últimos años en España este tipo de arte le provocaba una fuerte sensación emocional, casi física. “Es como una droga”, llegó a decir.

El centenario de Hans Heinrich Thyssen se completará el año que viene con una muestra de esculturas, pinturas y piezas de orfebrería en poder de la familia; otra de pintura norteamericana y una más con el retorno temporal de 12 obras que se hallan en depósito en el Mnac, entre ellas La Virgen de la Humildad, de Fra Angelico.


Pareja joven', la primera obra del expresionista alemán que compró el barón Thyssen (FUNDACIÓN THYSSEN) 

( LA VANGUARDIA)