domingo, 1 de noviembre de 2020

UNA ARTÍSTA DE MARÍN

 


CELESTE GARRIDO. Tus ojos dicen lo que tu boca calla





Celeste Garrido (Marín, Pontevedra, 1972) tiene una amplia trayectoria en proyectos teóricos y expositivos muy relacionados con la identidad y con cuestiones de género. Esta muestra, específica para el MARCO, está diseñada a partir de una cuidada selección de obras en distintos formatos —en su mayoría de nueva producción— que construyen un relato en torno a la temática del cuerpo como material, como soporte, como sujeto y como receptor, con especial alusión al cuerpo femenino y al vestido como símbolo.

Celeste Garrido trabaja con el cuerpo, desde una perspectiva conceptual, y en especial con el vestido. El cuerpo vestido es el cuerpo del sujeto y a través de esta vestimenta se nos desvelan datos como el género, la condición social y cultural… Por medio del vestido proyectamos públicamente una identidad, en su obra adquiere vital importancia, precisamente por ser uno de los mecanismos diferenciadores que forman parte de la indumentaria femenina.

Su proyecto Nupcial, desarrollado a través de numerosas obras, hace referencia al vestido de novia como símbolo del matrimonio, dentro de un sistema patriarcal subyacente en nuestra cultura y que todavía hoy ejerce un claro dominio sobre la mujer, condicionando su libertad y su autonomía.

Su discurso artístico surge de la relación entre la experiencia creativa y la condición femenina, incorporando a su obra objetos de la vida cotidiana y materiales orgánicos, en especial aquellos de uso doméstico —miel, gelatina, uvas, pétalos de rosa…— que por sus propiedades y carácter simbólico hacen alusión a la fragilidad corporal, a la noción del tiempo que pasa, y al carácter cambiante de las cosas; la inestabilidad unida a la idea de belleza que persiste en nuestro imaginario colectivo, directamente relacionada con el deseo y la seducción. Sus obras aluden a menudo a una mujer cuya acción está condicionada por la mirada del otro, con una dependencia emocional que hace que su propia voluntad se desvanezca.

Durante los últimos meses, Celeste Garrido ha desarrollado un nuevo proyecto artístico que establece una reflexión en torno a la violencia infantil y en especial a la violencia sexual en la infancia y la adolescencia. Denominado Infancias rotas (apelando al libro del mismo nombre escrito por María Martínez-Sagrera), afronta el abuso a menores a través de la creación artística, denunciando el infierno al que se enfrentan los niños y en especial las niñas, por el simple hecho de haber nacido mujeres, en algunos países en vías de desarrollo. Pero también pretende desvelar una realidad de episodios silenciados de abusos infantiles que transcurren a nuestro alrededor, bajo una apariencia de normalidad amable, y que hieren irreversiblemente a algunas personas en lo más profundo de su ser, destruyendo su infancia y condicionando para siempre su vida, especialmente cuando estos hechos se producen dentro del círculo de confianza del menor, como puede ser la familia o la escuela.

Comprometida como artista y como mujer, sus proyectos se desarrollan desde una óptica feminista y un posicionamiento crítico, planteando propuestas que apelan al espectador y le hacen cómplice de ese compromiso. En este contexto surgen algunas de las obras que forman parte de su nuevo proyecto.

La primera de las piezas es una cuna-nido que se eleva en lo más alto de la sala, resultando incluso vertiginosa. Esta elevación convierte el tul que cubre la cuna en un velo nupcial que se extiende desde lo más alto hasta reposar en el suelo. La pieza hace alusión al compromiso o pacto que se ha establecido desde antaño entre padres, para ofrecer a las niñas en matrimonio a cambio de un beneficio. Muchos matrimonios son pactados, tanto en las clases sociales altas —por conveniencia entre las familias, en busca de un mejor estatus social— como en las más bajas, a consecuencia de la necesidad extrema que lleva a los padres a cometer verdaderas atrocidades al dar en matrimonio a niñas de apenas diez o doce años, a cambio de algún objeto de valor o de algún favor. El matrimonio de estas niñas se convierte en un espacio de tortura asumido por algunas sociedades como parte de la consecuencia de nacer mujer, privándola de cualquier oportunidad de desarrollarse como persona debidamente formada y libre, con capacidad para decidir su futuro.

La segunda pieza está formada por un vestido blanco de niña, que parece levitar sobre una superficie circular. Se trata de una estructura orgánica que evoca la inquietante semilla de la flor de loto, cubierta de pequeños hoyos, dentro de los cuales se insertan uvas moradas, oscuras y brillantes a modo de ojos amenazadores, que dirigen su mirada hacia la niña. A medida que nos aproximamos al centro del círculo, los ojos se van transformando en tentáculos intimidantes, que acechan bajo la falda del vestido, generando un sentimiento de angustia y malestar que da título a la obra: “Tus ojos dicen lo que tu boca calla”.

Dentro del conjunto, el vestido evoca la blanca flor de loto, que representa el estado más elevado del ser y que está relacionada con la perfección del espíritu y de la mente; un estado de pureza total y de naturaleza inmaculada. Representa la inocencia y la pureza del corazón. Representa el amor, la pasión y la compasión.

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HASTA EL 14 DE FEBRERO

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