miércoles, 30 de octubre de 2019

PRIMER MURALISTA DE VIGO

 

 

          Homenaje al precursor del arte urbano


Dos exposiciones, una charla y un documental repasan la trayectoria de Xosé Guillermo cuando se cumplen diez años de la desaparición del artista



Antes de que se popularizara el término street art, a mediados de los años 70, el artista afincado en Vigo Xosé Guillermo (Carballo, A Coruña, 1947-Vigo, 2009) se adelantaba a movimientos hoy asentados.
 
Empezó saliendo a pintar al aire libre a la plaza de la Princesa junto a otros colegas, pero enseguida dio un salto formidable al poner en marcha iniciativas en las que involucraba a decenas de personas en la realización, sumando cientos de espectadores en acciones callejeras. Aquellas intervenciones, a pesar de ser efímeras, dejaron huella. En 1994 el artista plástico creó la Fundición Nautilus, una asociación cultural que como explica Maruchi, que era su pareja, «sigue en marcha pero sin él no es lo mismo, porque era su esencia».
 
 
 
 
Se cumple ahora una década desde la desaparición del prolífico autor y colegas, amigos y familia no quieren dejar pasar la oportunidad de que nuevas generaciones de artistas descubran su legado. Por eso están organizando una serie de actividades dedicadas a recordar su figura.
 
A lo largo del mes de octubre está abierta una exposición en el coworking Espacio Simia (Alfonso XIII, 9) una pequeña muestra de su obra gráfica. «Son los originales de carteles que hizo para distintos eventos y colectivos, que fue una más de las muchas facetas de su amplia creación artística».
 
 La exposición abarca desde los 80 hasta el 2008, y recoge muchos temas, «desde sus colaboraciones con la Sociedade Micolóxica a carteles contra la guerra de Irak, de apoyo a Chiapas, los de la Burla Negra del Prestige, de Radio Piratona a los que anunciaban sus montajes maximal con material reciclado como Azul Marino, Verde Primavera o Marearte, que hizo en el colegio SSan Miguel de Oia», enumera.
 
 
 
 Xosè Guillermo, además de su propia obra, dejó como legado una huella colectiva. «Le parecía muy importante que la gente desarrollara su creatividad haciendo cosas con las manos, y en grupo, y convocaba a gente de todas las edades».
 
El eje central de la programación que preparan es una gran retrospectiva que tendrá lugar en marzo del 2020 en la sala del centro social Abanca. «Fue donde hizo su primera individual y siempre quiso volver», explica Maruchi, que añade que «para todos nosotros es importante que la gente le siga recordando y otro público nuevo le descubra, ya que además se van a ver piezas que no se habían mostrado antes», advierte.
 
Xosé Guillermo fue pionero en muchas iniciativas. Por ejemplo, haciendo murales colectivos como el que pintó en Guixar (1995) con los vecinos, en plena guerra contra la empacadora, o con los montajes ecológicos en los que mezclaba piezas escultóricas y material reciclado. Recuerda que durante la Movida colgó 187 personajes de dos metros por todo Vigo y también propició la creación del mayor acuario plástico de la ciudad, en el que participaron alumnos del San Miguel de Oia, que aún conserva, como el fruto del taller Marearte que hizo dentro del centro en el 2005. Lo mismo ocurre con la instalación Hipocampus en la facultad de Ciencias del Mar.
 
Su hijo Sagar dice que el realizador Ángel Manzano está preparando un documental. La intención es que se proyecte durante la exposición en Abanca. «Todo ese achegamento da arte á cidadanía foi una labor preciosa durante os últimos 20 anos da súa vida», valora.
 
Obras de otros géneros se mostrarán en una mayor exposición en la primavera en AFundación en Vigo, según adelantan Maruchi Blanco, su compañera, y el hijo de Xosé Guillermo, Sagar.
 
 

Un divulgador del arte que aglutinó a numerosos creadores locales

Junto a un grupo de amigos artistas especializados en distintas modalidades (pintura, escultura, música, teatro, poesía, literatura, fotografía, gastronomía... ), Xosé Guillermo puso en marcha en 1994 la Fundición Nautilus. Desde allí, tanto de forma individual como colectiva, intentó contribuir a la divulgación del arte fundiendo distintas vertientes creativas. Xosé Guillermo fue un gran defensor del acercamiento del arte al público. La muestra «Vigo Pleamar» fue el primer recordatorio de su figura en el 2010. Entre los artistas que formaron parte de Nautilus desde su nacimiento estuvieron Jandro Rodríguez, Juan Zufiaur, Cuchus Pimentel, Alberto Conde, Nacho Otero, Xela Arias, Maribel Mouriño, M3, Xulio Gil, RicardoBará, Morris, Maruchi B. o Andrea Taus. La Fundición ha seguido como asociación cultural pero con otras actividades. En el espacio de Manuel Núñez que fue su estudio ensayan grupos de música, teatro y formaciones de música tradicional.

jueves, 24 de octubre de 2019

CENTRO BOTIN (SANTANDER)




 Exposicón Calder Stories 



El Centro Botín se complace en presentar Calder Stories, una muestra inédita que cubre cinco décadas de la carrera artística de Alexander Calder. Comisariada por Hans Ulrich Obrist, director artístico de las Serpentine Galleries de Londres, y organizada en colaboración con la Calder Foundation de Nueva York, la exposición dará a conocer historias apasionantes y poco conocidas de la obra del famoso artista norteamericano, y lo hará a través de una amplia variedad de proyectos que abarcan desde los grandes encargos públicos a sus innovadoras propuestas escénicas.
 
Algunas de las obras más conocidas de Calder fueron fruto de colaboraciones con importantes arquitectos, coreógrafos y compositores de su tiempo, unas historias que hasta la fecha no han sido prácticamente estudiadas. Se trata de proyectos que en su mayoría vieron la luz, aunque en ocasiones no llegaron a materializarse. Calder Stories se embarcará en una exploración de lo que Calder dejó tras de sí, añadiendo nuevos matices y complejidades al conocimiento del artista, considerado un pilar fundamental del arte del siglo XX.
 
Alexand
 
 
Entre los proyectos nunca realizados que podrán contemplarse en el Centro Botín, se cuentan una serie de seis maquetas creadas por Calder en 1939 para acompañar la propuesta de Percival Goodman para la construcción de la Smithsonian Gallery of Art, en Washington D.C. También un conjunto de casi dos docenas de bronces de 1944, creados por sugerencia de Wallace K. Harrison para un edificio de estilo racionalista, que debían haberse construido en hormigón con una altura de entre nueve y doce metros, aunque finalmente nunca se materializaron.
 
Calder Stories seguirá el proceso creativo del famoso artista norteamericano durante estas y otras experiencias. Una visión holística de las intenciones de Alexander Calder a través de bocetos y obras efímeras, que brindarán al espectador la oportunidad de contemplar piezas nunca antes vistas. Además, esta muestra del Centro Botín incluirá varios encargos fílmicos realizados a artistas contemporáneos e inspirados en Calder y/o en su obra, ampliando así el legado de colaboraciones con cineastas llevadas a cabo por el propio artista en su día.
 
 
 
Calder Stories también contará con un catálogo ilustrado y acompañado de textos del comisario de la exposición, Hans Ulrich Obrist; del presidente de la Calder Foundation, Alexander S. C. Rower, y de la comisaria independiente, Sandra Antelo-Suárez, entre otros. Además, incluirá entrevistas realizadas a la directora de cine Agnès Varda y a los artistas Jack Youngerman y Monir Shahroudy Farmanfarmaian.
 
 

Acerca de Alexander Calder


Alexander Calder (Lawnton, Pensilvania, 1898 – Nueva York, 1976) se valió de su genio innovador para cambiar profundamente el curso del arte moderno. Nacido en una familia de célebres artistas, aunque de formación más clásica, Calder desarrolló un nuevo método escultórico: a base de doblar y retorcer alambre, básicamente «dibujaba» figuras tridimensionales en el espacio. Se le reconoce la invención del móvil, cuyos abstractos elementos suspendidos en el aire se mueven y equilibran en cambiante armonía. Acuñado por Marcel Duchamp en 1931, el término móvil hace alusión a «movimiento» y «motivo» en francés. Algunos de esos primeros móviles eran accionados por un sistema de motores que Calder acabó abandonando tras desarrollar otros que reaccionaban a las corrientes de aire, la luz, la humedad o la interacción humana. También creó obras abstractas estacionarias que Jean Arp denominó stabiles.
 
En la década de los cincuenta Calder empezó a centrarse en los encargos internacionales, dedicándose, cada vez más, a realizar esculturas de grandes dimensiones a base de planchas de acero atornilladas. Entre esos grandes encargos destacan: .125, para la New York Port Authority en el Aeropuerto John F. Kennedy (1957); Spirale para la sede de la UNESCO en París (1958); Teodelapio, para la ciudad de Spoleto, en Italia (1962); Trois disques, para la Expo de Montreal (1967); El Sol Rojo para los Juegos Olímpicos de la Ciudad de México (1968); La Grande vitesse, la primera obra de arte público financiada por el NEA (National Endowment for the Arts), instalada en la ciudad de Grand Rapids, Michigan (1969); y Flamingo, para la General Services Administration de Chicago (1973).
 
Calder fue objeto en vida de importantes retrospectivas, como las realizadas en la George Walter Vincent Smith Gallery, Springfield, Massachusetts (1938); Museum of Modern Art, Nueva York (1943-44); Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York (1964-65); Museum of Fine Arts, Houston (1964); Musée National d’Art Moderne, París (1965); Fondation Maeght, Saint-Paul-de-Vence, Francia (1969); y Whitney Museum of American Art, Nueva York (1976-77). El artista falleció en 1976 en Nueva York, a la edad de setenta y ocho años.
 
 
 
 
HASTA EL 3 DE NOVIEMBRE

miércoles, 23 de octubre de 2019

ALGUNAS EXPOSICIONES EN MADRID EN OTOÑO






Julia, de Jaume Plensa


Una escultura de doce metros llamada Julia llega a la Plaza de Colón. La obra del escultor Jaume Plensa, con el patrocinio de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson y la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, se expondrá durante un año sobre el pedestal que antiguamente ocupaba la estatua del navegante genovés.


Plaza de Colón, hasta 20 dic 2019.

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Donación Hans Rudolf Gerstenmaier



 Entre las recientes donaciones de pinturas del siglo XIX al Museo del Prado, la de Hans Rudolf Gerstenmaier es singular no solo por su número, once obras, sino también por su concentración en el arte de los últimos años del siglo XIX y principios del XX.

 Museo del Prado
, 15 jul-12 ene.

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Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato



Ávido de recoger los momentos fugaces de todo cuanto llamaba su atención, Sorolla pintó incansablemente en tablitas o cartones de pequeño tamaño, que llevaba fácilmente consigo para pintar al aire libre. Esos pequeños formatos contienen a veces grandes intuiciones, audacias experimentales y ráfagas del Sorolla más brillante.

Museo Sorolla, 12 feb-3 nov.

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Pongamos que hablo de Madrid


 Un recorrido del arte madrileño a partir de las colecciones del Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid. Plantea una revisión, a través de ciento cuarenta y nueve piezas, de lo que ha sucedido en el Arte Contemporáneo, concretamente focalizando la cuestión en la ciudad de Madrid, en las últimas cuatro décadas. se presentan pinturas, fotografías, dibujos y obra gráfica de treinta y nueve artistas de reconocido prestigio.

Museo de Arte Contemporáneo, permanente.

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Carlos Saura. Fotógrafo


Esta exposición de Carlos Saura traza un recorrido paralelo a su vida, que simultanea pasiones y realidades bajo la guía de su propia mirada. Una obra fotográfica inclasificable, que funciona como un diario personal jalonando acontecimientos de su vida afectivos y profesionales.
 

Círculo de Bellas Artes, 1 oct-12 ene.

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Francisco Ontañón. Oficio y creación



Exposición temporal que revisa la trayectoria completa de Francisco Ontañón (Barcelona, 1930- Madrid, 2008), uno de los mejores exponentes de la fotografía española en la segunda mitad del siglo XX.

Sala Canal de Isabel II, 7 sep-3 nov.

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Francesca Woodman. Ser un ángel

 
De ella se ha dicho que era excéntrica, introvertida, apasionada, carismática, provocadora, muy teatral, que estaba frenéticamente obsesionada con su imagen y con la búsqueda del yo… Hablamos de la indescifrable Francesca Woodman.

Fundación Canal de Isabel II, 3 oct-5 ene.

MÁS INFORMACIÓN

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Sara Ramo. La caída y otras formas de vida


La exposición “La caída y otras formas de vida”, de la artista Sara Ramo, es una instalación realizada ex profeso para este espacio, que constituye una experiencia imposible de replicar en otro contexto.

Sala Alcalá 31, 12 sep-3 nov.

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viernes, 18 de octubre de 2019

NOTICIA CULTURAL




   Àngels Ribé, Premio Nacional de Artes Plásticas 2019



La obra de la artista conceptual está marcada por nociones como el feminismo y la metafísica. El jurado reconoce "su trayectoria centrada en la experimentación"

 
Àngels Ribé, Premio Nacional de Artes Plásticas 2019 junto a su obra 'Laberinto'.
“Ha sido una gran sorpresa. No tenía ni idea. Es muy agradable. Siempre está bien que de digan cosas así y no otras cosas”, explica la artista Àngels Ribé (Barcelona, 1943), distinguida este martes con el Premio Nacional de las Artes Plásticas 2019 por el Ministerio de Cultura y Deportes. Y algunas de las cosas agradables que le ha dedicado el jurado a esta pionera de las prácticas conceptuales de los años sesenta con una trayectoria centrada en la experimentación es que es “autora de unas acciones extremadamente meditadas en las que los elementos y procesos de la naturaleza adquieren un papel central. Su obra es un referente para las generaciones de artistas posteriores”. “Me siento identificada con las razones. Claro que sí. Se reconoce una línea de trabajo que siempre he tenido”, explica.
 
El premio (30.000 euros en metálico) es la guinda a una buena racha que comenzó con una amplia exposición que le dedicó el Macba en 2011 en la que pudieron verse casi 70 de sus obras en las que era más que evidente su apuesta por la renovación de las formas, los materiales y las gramáticas del arte de los años setenta. El pasado junio, los galeristas catalanes le concedieron un premio honorífico por su trayectoria. Además, dos de sus obras más representativas pueden verse en sendas exposiciones abiertas en Barcelona: el tríptico de 1977 Lo no dicho, lo no hecho, lo no visto que participa en la muestra ¡Feminismes! del CCCB. Y su impactante Laberinto, de 1969, una enorme estructura formada por plásticos amarillos; una especie de escultura participativa que explora la dimensión corporal y que puede verse dentro de la muestra Caída Libre de Caixaforum.
 
“Hay rachas buenas y rachas malas. Pero hay que verlo todo con perspectiva. Estoy encantada, pero el mundo da muchas vueltas. Hay que disfrutar el momento”. Ribé está convencida de que un premio como el Nacional le sirva de impulso para continuar trabajando. “Nunca he dejado de trabajar. Lo veo más como el reconocimiento a un trabajo consecuente, de una línea de investigación con sentido”. Tampoco cree que le vaya a cambiar la vida. “Ya es bastante inamovible. Sobre todo a estas alturas. Son cosas que se agradecen mucho, pero no tienen más importancia que la que tienen. Lo importante es continuar trabajando”.
 
Ribé junto a una de sus obras en la exposición que pudo verse en la Fundación Vila-Casas en 2003.
Ribé comenzó su carrera en París, donde vivió entre 1966 y 1969. Desde los años setenta, no solo se volcó en la creación artística, sino que lo hizo también con especial foco en la igualdad de género. Durante una época firmó como “A. Ribé”, para evitar todo juicio sobre su identidad de género y prejuicios machistas. En 1972 se instaló en Chicago y Nueva York donde expuso con grandes creadores como John Baldessari o Gordon Matta-Clark.
 
Sus creaciones, en un principio esculturas e instalaciones de carácter físico, fueron evolucionando paulatinamente hasta tomar un cariz más conceptual, en el que el cuerpo humano perfila la base de un corpus de reflexión cercano a lo metafísico. Según el jurado, la artista “realizó acciones, instalaciones y performances en el contexto internacional del arte, con la reivindicación de género y la reflexión sobre el espacio”. Ahora su obra experimenta con materiales como la espuma, el agua, la luz (sobre todo los neones) y la sombra.
 
A Àngels Ribé el premio le ha pillado trabajando en la próxima exposición que abrirá sus puertas en Tecla Sala de L’Hospitalet de Llobregat el 14 de noviembre. ¿Es una retrospectiva? “No, odio el concepto, no tiene sentido. Está centrada en el trabajo actual, pero tiene ramificaciones hacia el pasado. El pasado es la base del trabajo de ahora”.
 
El jurado ha sido presidido por Román Fernández-Baca Casares, director general de Bellas Artes y ha actuado como vicepresidenta Begoña Torres González, subdirectora general de Promoción de las Bellas Artes. Además ha estado formado por los siguientes vocales: Ángel Bados Iparaguirre, Premio Nacional de Artes Plásticas 2018; José Miguel García Cortés, director gerente del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM); Rosa Ferré Vázquez, directora de Matadero Madrid; Marta González Orbegozo, comisaria independiente; Isabel Durán Puertas, presidenta del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC); Tonia Fernández Trujillo, secretaria general de Mujeres en las Artes Visuales (MAV) y Alicia Chillida, historiadora de Arte y comisaria independiente

sábado, 12 de octubre de 2019

VILA NOVA DE CERVEIRA




                                     Pure Pop Art


Exposición en Vila Nova de Cerveira, Viana do Castelo, Portugal


La Fundación de la Bienal de Arte de Cerveira (FBAC), en la villa lusa de Cerveira frente a Tomiño, ofrece la posibilidad de acercarse hasta el mes de octubre a uno de los movimientos artísticos más importantes de la historia del arte como es todo el movimiento Pop Art.
 
En la organización de la exposición cuenta además con la colaboración de la Fundación Jizz Laude. Joana Vasconcelos, Andy Warhol, Steve Kaufman y Keith Haring, son algunos de los artistas representados en esta muestra que promete sorprender al público.
 
 La exposición "Pure Pop Art" cuenta con la  obra gráfica de algunos de los artistas más representativos e icónicos de este  movimiento surgió en la década de 1950 en Londres y  que alcanzó su madurez en Nueva York  en los años 60. Joana Vasconcelos es la artista destacada, habiendo sido invitada por el director artístico de FBAC, Cabral Pinto, para integrar esta exposición. Se une a los nombres conocidos del público como Andy Warhol, Steve Kaufman, Keith Haring, Robert Indiana, Roy Lichtenstein, Pietro Psaier, Mel Ramos y Robert Rauschenberg. "Esta es una colección privada de arte gráfico de la empresa MBA Group  que se presenta por primera vez en Portugal, siendo para nosotros un honor su exhibición en el Museo bienal de Cerveira.
  
En ella se incluyen obras de grandes nombres atemporales del Pop Art, entre los que se encuentra  una de las artistas más prestigiosa del país, Joana Vasconcelos", explica  Fernando Nogueira, presidente de la Fundación.


La exposición invita a un divertido viaje a una época que, a pesar del paso del tiempo, sigue estando presente hoy en día.
 
De acuerdo con la comisaria de la exposición, Ángeles Rodríguez Baliño "presentar esta colección de Pop Art en Vila Nova de Cerveira es un reto y una responsabilidad. Unirla con la obra de Joana Vasconcelos es certificar que este movimiento atemporal está más vivo que nunca".
  
Las serigrafías, carteles e instalaciones representan iconos populares de la época que el visitante reconocerá.
 
De más de 120 obras, el espectáculo presenta "un toque nostálgico a la memoria de Marilyn y James Dean, con una profunda admiración por la obra de Warhol, la curiosidad de la figura de Pietro Psaier y la responsabilidad social de Steve Kaufman, la exuberancia de Keith Keith Haring, el excelente trabajo de Mel Ramos, la innovación de Rauchsenberg y una pequeña mención de Robert Indiana, "añade. La exposición también cuenta con dos videos cortesía del Museo Nacional de Arte Moderno de Londres, "Tate Gallery". 



 
 


HASTA EL 19 DE OCTUBRE
 

viernes, 11 de octubre de 2019

CENTRO ANDALUZ DE ARTE CONTEMPORÁNEO




              Aquellos jóvenes díscolos y felices

The Richard Channin Foundation, la fiesta fin de siglo del arte contemporáneo


Los tres componentes de The Richard Channin Foundation, ante una antigua obra
Salieron de la facultad con la premura por desaprender lecciones que consideraban decimonónicas y con la ambición de ganarse un hueco en el olimpo del arte contemporáneo. Desconocían el camino que debían seguir, pero fueron articulando un discurso desenfadado, atrayendo la atención con su comportamiento inesperado y díscolo, y, en un breve intervalo, en el tránsito del siglo XX al siglo XXI, demostraron que la creación no tenía por qué ser un cuerpo mortecino, sino un organismo dispuesto al gozo y al asombro.
 
Ahora, una exposición revive en el CAAC aquellos años vibrantes en los que The Richard Channin Foundation, el grupo formado por Miki Leal (Sevilla, 1974), Juan del Junco (Jerez de la Frontera, 1972) y Fernando Clemente (Jerez, 1975), sacudió la escena artística.
 
"Su irrupción significó un cambio con todo lo anterior", afirma el comisario Sema D’Acosta, que ha planteado una exposición "historiográfica, en la que es importante la investigación" para reconstruir la andadura de este grupo en apenas un lustro, los años que van de 1999 a 2004. Un momento "no sólo de renovación generacional, sino de regeneración de actitudes", señala el secretario general de Innovación Cultural de la Junta de Andalucía, Fernando Francés, que opina que los Channin recurrieron a "un componente que echo en falta en el arte contemporáneo: la fiesta, la alegría. Muchos colegas piensan que el arte tiene que ser triste".
 
Desde la inclusión en una subasta organizada por el Comité Anti-sida de Sevilla y las primeras apariciones en iniciativas como Arte comestible o PaseArte a la gran plataforma de difusión que le brindó Cavecanem en una recordada exposición, el CAAC rememora escenarios y episodios en la historia de este proyecto, como el centro de operaciones que sus componentes abrieron en la calle Macasta. Juan del Junco había regresado de una beca en Inglaterra, en la Winchester School of Art, y allí había descubierto que el arte no tenía por qué ser una experiencia casi onanista vivida en solitario y que un estudio podía ser un punto de encuentro y de intercambio colectivo, un lugar para exponer y debatir.
 
Desde aquella sede del barrio de San Julián los Channin se convirtieron en "agitadores culturales", evoca Miki Leal. "Íbamos a la facultad a buscar a gente que nos interesaba, como José Miguel Pereñíguez o Mariajosé Gallardo", explica el artista sobre aquellos días en un entorno por el que también se movían otros creadores como Cristóbal Quintero, Norberto Gil o Rubén Guerrero. "Lo importante no eran las obras que colgaban de las paredes, sino lo que se estaba generando", añade Clemente.
 
Porque uno de los rasgos que caracterizó a la Richard Channin Foundation fue la asombrosa red de relaciones que llegaron a tejer. "Teníamos un teléfono que funcionaba con una tarjeta, y por alguna razón el saldo no se acababa nunca. Nos facilitó llamar a todo el mundo, avisar de las exposiciones", cuenta Clemente.
 
La noticia de aquellas veladas que promovían los Channin se propagó por el país y a ellas acudía "gente de Madrid y Barcelona", recuerdan. "Magda Bellotti se interesó por nosotros. Le preparamos un dossier muy serio con las obras de cada uno, pero ella nos dijo: no, no, yo lo que quiero es la fiesta", relata divertido Juan del Junco.
 
Los integrantes de la Richard Channin Foundation añoran ese descaro con el que actuaban, esa audacia teñida de ironía con la que concibieron propuestas como La custodia del cubata o el Karaoke, presentes en la muestra. "Ese punto tonto, inocente, nos daba autenticidad y es difícil de repetir. Con el tiempo hemos perdido esa frescura. Yo, ahora, cuando voy a hacer una obra, pienso en Caravaggio, alguien en quien entonces jamás habría pensado", lamenta Leal, antes de desdecirse y defender que sigue tanteando y reinventándose. "Intento hacer cosas distintas: vídeo, cerámica... Necesito sentir que un artista está vivo", admite.
 
Juan del Junco observa en sus alumnos de la Universidad de Málaga una postura diferente ante el arte que la que ellos mantuvieron. "Están esperando que les llegue un comisario o el director de un centro. Pero yo les digo que monten sus exposiciones, que hagan ruido", declara. Del ruido que montaron en su día los Channin perdura un eco que puede oírse ahora en el CAAC.
 
 HASTA EL 20 DE OCTUBRE

martes, 8 de octubre de 2019

REALISMO Y TRADICIÓN (BILBAO)



Exposición de Zuloaga en el Museo de Bellas Artes de Bilbao



El Museo de Bellas Artes de Bilbao con el patrocinio de BBK presenta Zuloaga 1870–1945, la primera gran exposición retrospectiva dedicada al pintor vasco Ignacio Zuloaga (Eibar, Gipuzkoa, 1870–Madrid, 1945), uno de los artistas más importantes del panorama artístico de principios del siglo XX y referente absoluto de la pintura figurativa mundial.
 
Su éxito incontestable en los principales escenarios artísticos internacionales provocó que sus composiciones más emblemáticas terminaran diseminadas por todo el mundo. Tras casi un siglo, y después de años de búsqueda e investigación, muchas de ellas vuelven a reunirse por primera vez en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Se trata de una oportunidad única y extraordinaria para comprender la envergadura y trascendencia de la obra del artista vasco.
  

Zuloaga en el Museo de Bellas Artes de Bilbao

 
Compuesta por 95 obras y articulada en 15 ámbitos, la exposición Zuloaga 1870–1945 es la primera gran exposición antológica organizada sobre el conjunto de la trayectoria del pintor. Compartimentada en tres grandes periodos biográficos, la selección arranca con un nutrido, y apenas conocido, grupo de obras de juventud que Zuloaga pintó en París en la década de 1890.
 
Un momento en el que se evidencian las influencias derivadas del naturalismo, el impresionismo y el simbolismo francés, y en el que temáticamente se interesó por un realismo de corte social que dio como resultado unas obras de paleta fría y atmósfera poética protagonizadas por figuras anónimas procedentes de los suburbios parisinos.
 
Asimismo, comenzó su trayectoria como retratista, género en el que Zuloaga terminará convirtiéndose en un auténtico maestro. En estos primeros retratos se reconoce una clara estética simbolista, así como la influencia concreta de pintores como Eugène Carrière o James Whistler.
 
Después de este primer periodo de tanteos y experimentaciones, en 1898, tras una estancia en Sevilla que le había llevado a replantear su obra y alejarla de la influencia y el cosmopolitismo parisino, Zuloaga descubrió Segovia. Una región que desde el primer momento se le reveló como un universo de inspiración creativa de tipos y escenarios absolutamente genuinos. A partir de este momento, su pintura se apoderó de la arcaica identidad castellana, y mediante una particular fórmula estética que se valía del naturalismo y del simbolismo, y que hundía sus raíces en la cultura rural y en la tradición artística española, inauguró una nueva manera de entender la figuración en el arte europeo. Una genialidad que ha provocado que su obra escape de cualquier clasificación convencional, impidiendo adscribirla a una determinada escuela o movimiento concreto.
 
Gracias a numerosos préstamos inéditos se ha podido reconstruir con esplendor todo el amplio espectro temático que significó al autor y con el que consiguió fascinar a la crítica y al público internacional. Un rotundo éxito que generó una trascendencia inmediata, provocando una extendida moda por emular y servirse de los motivos y recursos estéticos utilizados por el pintor vasco. En este ámbito clave de la exposición, que biográficamente se extiende hasta 1924, destacan las escenas ambientadas en el inhóspito medio rural de Segovia, su codificación pictórica de la prostitución urbana y rural, su particular acercamiento al humilde mundo taurino sevillano o la captación de las históricas y aldeanas costumbres religiosas de Castilla y La Rioja.
 
Unas obras que fascinaron al público internacional, que las adquirió ávidamente pero que, sin embargo, le costaron duras críticas en España y la acusación de hurgar en la crisis nacional surgida tras la pérdida de las últimas colonias en 1898. Paralelamente, junto a estas singulares composiciones, la exposición dedica una especial atención a su labor como retratista, género en el que, mediante elegantes y distinguidas obras, se terminó consagrando como digno sucesor de pintores como Giovanni Boldini, James Whistler y John Singer Sargent.
 
El recorrido de la exposición se corona con una obra de madurez íntima y luminosa. Una época marcada por las circunstancias sociopolíticas que afectará directamente a su arte. Desde la redefinición del panorama artístico europeo hacia la tradición figurativa del “regreso al orden” hasta la proclamación de la Segunda República y el estallido de la Guerra Civil, Zuloaga vivió estos acontecimientos en primera línea, viendo como, en gran medida, afectaron directamente a su vida y a su obra.
Al igual que su periodo de juventud, éste se conforma con obras desconocidas pero, en su caso, tienen la particularidad de estar resueltas con una paleta más cara y mayor precisión en el detalle.
 
A las obras maestras del pintor conservadas en el museo de Bilbao, como El cardenal (1912) o el Retrato de la condesa Mathieu de Noailles (1913), se suman préstamos de particulares e instituciones tanto americanas –Hispanic Society of America, Santa Barbara Museum of Art, St. Louis Art Museum, Misuri, Detroit Athletic Club o Museo Franz Mayer de México– como europeas, –Hermitage Museum de Moscú, Musée d’Orsay de París, Galleria Internazionale d’Arte Moderna di Ca’Pesaro de Venecia, Museum Belvedere de Viena o las universidades de Cambridge y Oxford–. Dentro del ámbito nacional destacan el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid o el Museu Nacional d’Art de Catalunya.
 
El comisariado conjunto de Javier Novo González, jefe del Departamento de Colecciones del museo, y Mikel Lertxundi Galiana, historiador del arte, investigador y comisario de arte independiente, ha fundamentado esta gran muestra retrospectiva.

 
 

Obras de Zuloaga en el Museo de Bellas Artes de Bilbao

 

1.- París


La apuesta de Zuloaga por la pintura naturalista se reveló a los pocos meses de su llegada a París. Su deseo de representar la vida humilde de la ciudad llevó a barrenderos, vagabundos y prostitutas a protagonizar casi en exclusiva su primera producción. Pintó entonces Montmartre de forma preferente, con figuras solitarias y ensimismadas, en obras en las que se evidencia el interés por la captación atmosférica, la coincidencia de armonías frías y la repetición de esquemas compositivos y de modelos. Uno de ellos, un mismo vagabundo, ilustra la diversidad de tanteos que caracterizó estos años al trazar la evolución entre la mirada naturalista y el simbolismo de raíz sintetista.

 

2.- Retratos de juventud


Pese a que el género le disgustaba, las excepcionales condiciones para el retrato de Zuloaga se manifiestan desde muy temprano. Esta selección de piezas contribuye a desvelar su evolución temprana desde distintas perspectivas. Al manifiesto itinerario plástico entre los ascendientes impresionistas y simbolistas, se incorpora la enumeración de aquellos centros que fueron referenciales en su juventud (Eibar, Bilbao, París, Londres y Sevilla), y un conjunto de vínculos determinantes en su crecimiento. Familiares, amistades, protectores, críticos, artistas y coleccionistas arroparon al pintor durante este periodo de autodefinición que le llevó a transitar por diversas maneras asimiladas en París.
 

3.- Sevilla


Zuloaga residió en Sevilla, con intermitencias, entre 1894 y 1904. Llegó implicado en el proceso de arraigar su pintura en la tradición yendo a la esencia de lo que en el extranjero se entendía por español, para lo que se centró en un exotismo muy del agrado del gusto francés que se debatía entre las influencias de Velázquez, Goya y Whistler. La confusión sobre el verdadero significado de los temas o la melancolía de las figuras vinculan varios de sus cuadros al simbolismo, por su intención de presentar un espacio emocional frente a una realidad tangible. Igualmente, ejecutó entonces la primera gran obra en la que se concretó la herencia goyesca, Víspera de los toros, que marcó el comienzo de su éxito internacional.
 

4.- Segovia


La determinación de Zuloaga por continuar la senda de la tradición pictórica española cobró todo su sentido con el descubrimiento de Segovia en 1898. La hondura de los temas allí revelados enlazó a la perfección con unos procedimientos en los que llevaba un tiempo inmerso, y que le sirvieron para mudar el acercamiento pintoresco a España por otro que desnudaba sus componentes atávicos, místicos y dramáticos. Los personajes resecos, forjados por la dureza del medio que habitan, inician su percepción de un pueblo arcaico que permanece aferrado al pasado, en la que ahondó a partir de entonces con obras que progresivamente cobraron mayor intensidad en su visión descarnada.
 

5.- La perdición urbana


El mundo del comercio carnal es uno de los temas centrales de su producción. La sutileza de los códigos que permitían una inmediata identificación ha motivado que los asuntos de prostitución urbana hayan sido interpretados como paseos o almuerzos de damas elegantes en parques de la ciudad. Las grisettes o costureras (entonces sinónimo de cortesanas), la veterana alcahueta, los trajes de color rojo (asociado al oficio en el medio naturalista) y la expresión alucinada de una de las modelos (causada por la ingesta de ajenjo) permiten descifrar el verdadero argumento. Por otra parte, estas tres obras son excepcionales ejemplos de la influencia que Manet tuvo en Zuloaga durante los años iniciales del siglo.
 

6.- La calle de las pasiones


Algunas de las escenas ambientadas en España se rigen también por la codificación francesa para los temas de la vida licenciosa, y en ellas se mezcla lo ambiguo y teatral con lo explícito. Otras, en cambio, tienen una delicada vinculación con el mundo de la prostitución, aunque exploran igualmente el repertorio del deseo y la sugestión a través de estimulantes miradas y sonrisas que abandonan el plano pictórico para interpelar o cautivar al espectador. Este catálogo de equívocas sugerencias se torna manifiesto en las obras que se alejan del pintoresquismo para incidir en una mayor hondura. Toda aquella engañosa alegría de la seducción se diluye en la intimidad de la cortesana para presentar el envés sórdido y patético de su profesión.
 

7.- Intérprete de lo humilde


En su aproximación a España, Zuloaga evitó el medio urbano para centrarse en el amplio repertorio que le ofrecía el entorno rural. La rudeza de sus pobladores y la religiosidad fueron asuntos recurrentes, a los que en ocasiones incorporó la expresión de sus modos de diversión y de sus anhelos. Así, los almuerzos de concentrados aldeanos vascos, deudores de esquemas velazqueños, y las facetas insólitas del mundo taurino enriquecieron igualmente su universo temático. Entre estas últimas, no exentas de cierta ironía, se encuentran los testimonios de la vanidad que revela el acicalado de dos jóvenes muchachas y la arrogancia del torero novel deseoso de triunfos.
 

8.- Mis primas


Los retratos de sus primas constituyen casi un género autónomo en la obra de Zuloaga, puesto al servicio de la recreación del arquetipo de seductora mujer española. Cándida, Esperanza y Teodora, hijas del ceramista Daniel Zuloaga, se integraron en la vida y la producción de su primo desde su primera llegada a Segovia en 1898, y entre 1906 y 1914 encarnaron un exotismo de evocación goyesca en cerca de una cuarentena de piezas. El pintor focalizó gran parte del interés en la expresividad de la boca y los ojos (“ojos brillantes de promesas y malicias”, que diría un crítico francés), aunque para evitar la reiteración introdujo diversas variantes en el vestuario, los complementos y la composición.
 

9.- Paisajes


Los paisajes que en muchas de sus obras acompañan a las figuras fueron claves para incidir sobre un mismo relato simbólico, pero su creciente relevancia le llevó a concebirlos de forma independiente en más de medio centenar de piezas a partir de 1909. La inicial composición mediante horizontes bajos dio paso al protagonismo de emblemáticas edificaciones en poblaciones detenidas en el tiempo y a las amplias panorámicas de campos castellanos, navarros y riojanos. Su procedimiento consistía en fotografiar los motivos del natural para reinterpretarlos posteriormente en su estudio durante las pausas que le permitían abstraerse de la agotadora ejecución de los retratos.
 

10.- La escuela española


El fundamento en la tradición pictórica española fue el sello que distinguió a Zuloaga en el París de entre siglos, caracterizado por la multiplicidad de propuestas estéticas. Su temprana lucidez para advertir en aquella herencia la raíz común a muchos de los postulados de la modernidad le hizo estimar la obra de El Greco, Velázquez, Ribera y Goya, en la que halló una concisión, sobriedad y energía que armonizaban con su propio temperamento. Además de rehuir la visión sensiblera y grotesca de los personajes marginados, encontró en ellos la inspiración para algunos de sus temas y esquemas compositivos, como es el caso de su interpretación de la honda religiosidad de una España aldeana y atemporal.
 

11.- Retratos masculinos


A partir de 1907, asentado en el éxito internacional y gracias a su virtuosismo técnico y especial talento compositivo, Zuloaga convirtió la ejecución de retratos en una de sus principales fuentes de ingresos. Su capacidad para reproducir fielmente la fisonomía y psicología de los personajes lo situaron entre los principales representantes del género en las primeras décadas del siglo XX. Dos fueron los esquemas compositivos empleados por él, que permanecieron inalterables durante su carrera: situar a la figura frente a un paisaje, en ocasiones revelador de diversos aspectos de su personalidad, como en el retrato del hispanista Maurice Barrès, o hacerlo en espacios interiores, generalmente abstractos, resueltos mediante fondos de color neutro. Ambas tipologías comparten la presentación del personaje mediante focos de luz de intensa teatralidad.
 

12. Retratos femeninos


Las tipologías son idénticas a las adoptadas en los retratos masculinos, aunque Zuloaga puso un especial énfasis en determinados aspectos de su configuración y composición. Destaca, por una parte, el particular cuidado con el que plasmó la moda, tanto la ropa como los complementos, y los valores táctiles de los tejidos. Por otra, la adopción de soluciones de comunicación con el espectador que ya había explorado en sus cuadros de gitanas y de sus primas, y que inciden en la relevancia de las miradas y las sonrisas. En muchos casos, el pintor eligió a las modelos por su atractivo y por una cierta sintonía personal, que determinó que aparezcan representadas como mujeres resueltas y enérgicas, con una personalidad definida que supera la mera transcripción de su fisonomía, como en el soberbio retrato de la poetisa Mathieu de Noailles.
 

13.- Retratos de madurez


La producción de los años finales de Zuloaga estuvo caracterizada principalmente por los retratos y los paisajes, dos géneros nucleares en su obra desde mediados de la década de 1910, y que coparon de forma casi exclusiva su actividad a partir de 1925. Se entregó entonces a la ejecución de una galería de personajes ilustres de la cultura española contemporánea (Pérez de Ayala, Falla, Ortega y Gasset), en su mayoría amigos con los que compartía una visión análoga del país, presentados mediante poses sedentes y frente a un fondo neutro o un expresivo paisaje. Durante este periodo culminó Retrato de la familia del pintor, un cuadro de meditada y lenta elaboración, que evidencia la trascendencia de la inspiración velazqueña en una composición deudora de Las meninas.
 

14.- Última época


Tras el estallido de la Guerra Civil, Zuloaga fue incorporado a la estrategia propagandística del bando franquista, que aprovechó su prestigio y difundió su obra en exposiciones en Venecia (1938), Londres (1939), Bilbao (1939), Madrid (1941) y Barcelona (1942). Durante la contienda realizó los retratos de sus amigos Julio Beobide y Jose María Huarte, historiador navarro reconvertido en comandante del Ejército Nacional, y tras ella, los de otras relevantes figuras de la sociedad y la cultura del momento. A partir de la década de 1940 se interesó por las naturalezas muertas, que pintó en un estilo sobrio, como fruto de su paulatino alejamiento de la escena pública.
 

15.- Un estilo renovado


A pesar de que su fama estaba consolidada internacionalmente, Zuloaga intentó renovar su estilo inducido por la coyuntura artística de entreguerras. En varios de sus retratos, paisajes y temas costumbristas de los años treinta y cuarenta se evidencia un novedoso tratamiento cromático basado en el predominio de luminosos violetas y azules armonizados con blancos, así como en el empleo de una pincelada desenvuelta que mezcla los pigmentos en fresco. Uno de estos paisajes de comienzos de los treinta, concretamente una vista de Toledo, fue adaptado por el propio Zuloaga en 1938 con fines propagandísticos. Al añadirle los efectos de la explosión del Alcázar contribuyó plásticamente a la construcción de uno de los símbolos del franquismo.
 
 
 
HASTA EL 20 DE OCTUBRE

FUNDACIO ANTONI TAPIES




Hannah Collins. Escribiré una canción y la cantaré en un teatro rodeada por el aire de la noche

 
El proyecto que Collins presenta en la Fundació Antoni Tàpies pone el foco en la figura del arquitecto egipcio Hassan Fathy (1900-1989). En estas fotografías, ya sea montadas en una secuencia y proyectadas como un film, ya sea presentadas en grandes formatos, Fathy emerge como el espectro de un legado moderno vernáculo olvidado.
 
 
 
Hannah Collins (Londres, 1956) ha sido reconocida por la compleja dimensión documental de sus fotografías, que a menudo se presentan en grandes formatos o en secuencias que reúnen varias imágenes de un mismo lugar. Desde la década de 1980 ha sido considerada una de las fotógrafas más singulares del panorama internacional. Sus instalaciones de carácter cinemático han fundido aspectos de la memoria colectiva, la historia y la vida cotidiana. Con su enfoque observacional despliega relatos surgidos de localizaciones geográficas remotas. A pesar de haber fotografiado fragmentos del mundo, sus imágenes generan una profundidad de campo que va más allá de la percepción de aquello que es local. Esta manera de hacer equivale, en suma, a un ejercicio de composición que utiliza la fotografía para llevarnos a poner ante nuestra mirada, los lugares distantes. Lugares comunes que en la resolución final de sus obras acabarán pareciendo monumentos.
 
 
 
Los restos de grandes proyectos concebidos en el siglo xx, como el realizado en Nueva Gourna (1945-1947) o el de Nueva Baris (1965-1967), son el objeto de una mirada que busca fórmulas de futuro.

 A través de la fotografía, las arquitecturas de Fathy se redimen de la decadencia y la ruina que las amenaza. El trabajo que Collins ha desarrollado alrededor de esta figura podría entenderse como una colaboración que solo es posible mediante la fotografía. Una acción que va más allá del tributo a la memoria de los proyectos utópicos realizados por Fathy, y que constan como una de las contribuciones más importantes en los campos de la arquitectura y el urbanismo del mundo árabe.
 
HASTA EL 13 DE OCTUBRE
 
 

miércoles, 2 de octubre de 2019

MAX ERNST


 

Max Ernst en el Museo Carmen Thyssen de Málaga

 

Figura fundamental para el desarrollo del arte en el siglo XX, el pintor, escultor y artista gráfico alemán Max Ernst (Brühl, 1891-París, 1976) propone con sus obras visibilizar un insólito y alucinante universo onírico. Así, la serie Historia natural (Histoire naturelle), publicada en 1926 por la galerista Jeanne Bucher y una de sus más reconocidas creaciones surrealistas –equivalente plástico de la escritura automática–, reúne treinta y cuatro dibujos del artista reproducidos en fototipia y en los que aplica una técnica inventada por él mismo: el frottage (frotado), que consiste en hacer aflorar las distintas formas de los objetos situados bajo el papel al frotar la superficie con un lápiz o carboncillo. Mediante un proceso de automatismo psíquico, Ernst obtiene imágenes de texturas que posteriormente transforma en un inquietante repertorio de animales, vegetales y minerales, elementos que constituyen una naturaleza metamórfica que diluye las fronteras entre realidad e imaginación, creada mediante el azar y revelada a un autor convertido en vidente.
 

El Museo Carmen Thyssen de Málaga dedica una exposición a Max Ernst durante los días 14 de junio al 13 de octubre de 2019.
 
Bajo el título «Max Ernst: Historia natural» la muestra presenta los trabajos de este creador centrados en la faceta del dibujo y recogidos en un único cuaderno creado a lo largo del verano de 1925.
 
 
Figura clave del dadaísmo y el surrealismo en las décadas de 1910 y 1920, el artista alemán Max Ernst (1891-1976) experimentó con diversos géneros (pintura, collage, grabado, escultura y técnicas de dibujo inusitadas) en un lenguaje plástico que combinó la representación realista tradicional con formas de creación alternativas y revolucionarias.
 
La exposición del Museo Carmen Thyssen de Málaga presenta la obra realizada con la técnica denominada frottage, una especie de dibujo semiautomático en el que, frotando con lápiz o carboncillo sobre un papel dispuesto en un material con textura, lograba efectos e imágenes inesperados y fortuitos, que surgían por azar, de manera inconsciente e incontrolada. El papel del artista se limitaba así a la mera observación del resultado, convirtiéndolo, como él mismo decía, en espectador del nacimiento de sus obras.
 
Publicado en 1926, en París, por la galerista Jeanne Bucher, el portfolio Historia natural, que se muestra en esta exposición, incluye treinta y cuatro fototipias que reproducen frottages originales de Max Ernst. Creadas en 1925 aplicando esta técnica sobre diversas superficies (tablones de un suelo de madera, cordeles, malla metálica, papel arrugado, corteza de pan, etc.), las imágenes recogidas en este extraordinario libro de artista tienen la falsa apariencia de ilustraciones de un tratado científico. Sin embargo, el trabajo de Ernst sobre las sorprendentes texturas obtenidas de manera automática transforma el resultado en objetos, criaturas y paisajes extraños y fantásticos, fruto del subconsciente y no de la razón, convirtiendo el libro en un inquietante repertorio de especies surrealistas, en la frontera entre la realidad y la imaginación.
 
La exposición que se presenta en el Museo Carmen Thyssen Málaga, realizada en colaboración con la Fundación Juan March, muestra todas las láminas que componen este singular libro de artista de Max Ernst, procedentes de la Colección José María Jiménez-Alfaro.