PINTOR CON MÁS DE 100 AÑOS



                           LUIS TORRAS

BIOGRAFÍA

Luis Torras Martínez nace en Vigo el 29 de diciembre de 1912 en la calle Alfonso XIII, a pocos metros de la céntrica iglesia de Santiago el Mayor. Después de estudiar en el colegio de los Hermanos Maristas, de realizar estudios de comercio, de trabajar en el negocio familiar de cerería y de acabar el bachillerato, con 23 anos, en 1935, se traslada a Madrid para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
 
Al inicio de la Guerra Civil, en el verano de 1936, estaba de vuelta en Vigo con motivo de las vacaciones escolares, este hecho va a provocar que sea obligatoriamente incorporado al ejército y como consecuencia de los combates, herido en el frente norte por dos balas, una de ellas cerca del cerebro, lo que le produciría de manera permanente su sordera. Finalizada la guerra, pasa a la situación de disponible forzoso. Acabó sus estudios y obtuvo el título de profesor de Dibujo, profesión que ejercería, primero en Madrid y más tarde, desde 1954 en Vigo, en la Escuela de Artes y Oficios de la calle García Barbón, donde dejó una importante impronta en varias generaciones viguesas.
 


 

Desde los anos cincuenta va asentando su mundo pictórico, conformado por una combinación de estatismo, silencio y cuidada factura, un universo alejado de la espectacularidad, con el que el artista consigue penetrar en aspectos centrales de la condición humana y reflexionar sobre el sentido profundo de la existencia. Los temas de su pintura: las figuras humanas estáticas, los paisajes y las naturalezas muertas, no pocas veces en estrecha ligazón, permiten al artista reelaborar los juegos, las miradas, los movimientos congelados y también favorecen el detallado estudio compositivo.

  Desde 1954 participa en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, consiguiendo menciones (1960 y 1968) y una medalla, en 1962, con Bodegón, una obra realizada al temple sobre tela, actualmente propiedad del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid). Igualmente es galardonado en la primera edición del certamen Unión Fenosa (1989).
 
Entre 1973 y 1974 realiza un importante mural en el edificio central de Caixavigo, institución que le dedica una de sus primeras exposiciones antológicas de “Grandes Artistas Gallegos” en 1984. Once años después será el Ayuntamiento de Vigo el que lleve a cabo una nueva antológica en la “Casa das Artes”.
 
En 1998 el Ayuntamiento vigués, contando con la generosidad del artista y de su esposa María Jesús Incera, crea la Colección Torras, con sede en la “Casa das Artes”. En esta sala se encuentra una parte importante de lo mejor de su obra, que también está representada en destacadas colecciones públicas e institucionales, como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid); el Museo Municipal Quiñones de León (Vigo), el Museo de Pontevedra o la Colección Afundación, Museo de arte Contemporáneo de Santiago (CGAC), así como en importantes colecciones privadas.
 
 

 
 
LUIS TORRAS HOY
 
El pasado 29 de diciembre (día de su 105 cumpleaños), el periódico Faro de Vigo editaba la siguiente noticia:
 

            Luis Torras, pinceladas a los 105 años

 El decano de los artistas plásticos cumple años y muestra su último retrato: un poeta que admira, su hijo

 
 "¡105! La gente se asusta por la edad que tengo", reconoce el pintor decano de los artistas plásticos gallegos, Luis Torras, que hoy está de cumpleaños.
 
Abre las puertas de su casa familiar, próxima a la Plaza de España y, tras subir con una agilidad sorprendente las escaleras hasta el primer piso, muestra su última obra. Fiel al gran formato, ante el pintor figurativo aparece el lienzo con un retrato de un hombre maduro. "Es un poeta raro, embebido en sus libros, una persona de una capacidad intelectual extraordinaria a la que admiro...", comenta Luis Torras, con cierto recelo a revelar la identidad del retratado. Al final, accede gracias a la mediación de su mujer, María Jesús Incera. El protagonista de su último lienzo es su único hijo, también de nombre Luis.
 
"Me ha llevado varios meses componer esta pintura; ahora mismo no sé ni cómo la hice", asegura. "Para mí pintar no es un placer, es una necesidad; yo no lo paso nada bien. Un cuadro te absorbe totalmente el espíritu y por la noche también estás pintando". Y es que su proceso creativo es lento, meditado, meticuloso y aún así no siempre consigue sobrevivir a su mayor crítico: él mismo. "Nunca se está satisfecho de todo con el resultado de una obra. Pienso que podría haberle sacado mucho más... Algún pintor dice que hay que parar antes de terminar para no estropearlo", reflexiona.
 
En la estancia en la que se encuentra durante esta conversación, atesora 62 cuadros. Torras asegura que ya no vende su obra.
 
Poco dado a autodefiniciones -ni propias ni de su pintura- reconoce que se levanta "temprano". "Me levanto con la luz del día y continúo con mi ilusión de hacer cosas". (En un diálogo posterior el artista asegura que, si no pintase, tendría que aprender idiomas o viajar).
 

"Yo quizás no crea en mí, pero sí en mi obra"


"He recorrido España, he visitado los pueblos y me encanta Combarro porque es una maravilla. Te emociona ver lugares así", comenta. La localidad de Combarro será, por tanto, su última obra, de la que ya tiene perfilado el boceto.
 
En un momento de la conversación, Torras habla de su compañera. "Ella es la mejor lotería que me ha tocado a mí en la vida, ha sido una suerte", reconoció el pintor en relación a su mujer María Jesús. "Es una cooperadora de mi pintura, me prepara los 'potingues' de las pinturas". La mujer que lleva a su lado casi 70 años -se casaron en 1946- sigue atenta la entrevista. En la entrada del hogar, preside la pared el cuadro de una bellísima joven, en cuyos rasgos se reconocen los de María Jesús, hija de abogado militar y nieta de notario. Solo diez años menor que el pintor, la mujer ha mantenido la base de aquella belleza y el brillo en los ojos.
 
A las siete y media, desayuna y lee FARO y tras hacer sus ejercicios de gimnasia, se dedica a su estudio de pintura. También por la tarde, hasta la hora de la cena. Su mujer y compañera fiel, María Jesús, asiente ante el relato de las rutinas diarias.
 
"Cumplir 105 años es terrible. Es como si estuviera sentenciado a muerte; en cualquier momento me toca", comparte medio en broma el artista.
 
Consultado sobre esa receta para llegar a atravesar un siglo de vida, el pintor se muestra desconcertado: "Eso me gustaría saber a mí, porque mi vida no ha sido fácil. Yo a los 13 años tuve que trabajar".
 
La estancia donde pinta en la casa familiar es un espacio lleno de luz natural y también lleno de lienzos... Cada pincel, cada bote de pigmento, cada tubo de óleo ocupan su lugar. No hay teléfonos, ni televisiones. Aún así, el creativo se declara un gran aficionado a la fotografía y asegura que a veces usa una tablet.
 
 
El 29 de diciembre de 1912 nacía en la calle Alfonso XIII, en pleno corazón vigués y a solo unos pasos de la iglesia de Santiago de Vigo este pintor figurativo que aún hoy sigue ensayando nuevas técnicas en su estudio: desde algunas medievales como el uso de clara de huevo o sus propias recetas, como la caseína (requesón diluido en cal). Continúa experimentando con nuevos materiales y con sus pigmentos para que no se alteren los colores con el paso del tiempo, al tiempo que combina con los más contemporáneos acrílicos. A su espalda van más de setenta años de trayectoria. De hecho, recuerda la primera entrevista que le hicieron en FARO, hace casi 90 años.
 

"Lo celebraré con un xurelo... tengo que cuidar la tensión"

Quizás su longevidad se deba a la dedicación a la pintura, a la que se entrega con actitud militante cada día. Pero fumar, ha fumado "hasta en pipa", asegura.
 
Tampoco se ha privado de los placeres de la buena mesa. Torras desde 2008 no ha vuelto a exponer. La Casa das Artes, sede permanente en Vigo de su colección, le dedicó una antológica en abril de ese año con medio centenar de lienzos. Fue la última muestra individual de Luis Torras, que donó a su ciudad 17 cuadros en depósito, que se sumaron a otros 50 lienzos donados ya en 1998.
 
El año pasado, en el homenaje que le brindaron antiguos alumnos de la clase de dibujo ornamental que impartía y los profesores actuales de diferentes disciplinas, con alumnos por su 104 aniversario, le llenó el alma. "Me emocioné. Que casi cincuenta años después, los estudiantes de Artes y Oficios se acuerden de mí. Fue uno de los actos más emotivos de mi vida".
 
Os presentamos algunas de sus obras
 





 
 
 
 

 
 

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