miércoles, 24 de abril de 2024

ENSAYO PARA LA ALEGRÍA

 

El CAC Málaga presenta 'Rehearsal for joy', la primera muestra individual de Theresa Chromati en Europa



La artista estadounidense Theresa Chromati ofrece una explosión de color y de movimiento en la decena de obras que componen su primera exposición en un museo europeo, con las que quiere explorar la identidad femenina y homenajear la «audacia» de las mujeres. Esta exposición, desde este viernes en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga, la ha titulado Rehearsal for joy (Ensayo para la alegría) para resaltar que las voces de las mujeres «se oyen cada vez más», explicó ayer la artista en la presentación.

La muestra ofrece «no una narrativa lineal, sino un círculo, un viaje cíclico al interior, a un espacio sagrado en el que la mujer tiene que reconstruirse», y ha colocado las pinturas sobre un soporte metálico oval «como método de sustento y de protección del exterior».

Los cuerpos que aparecen en sus obras, con un carácter de autorretratos, se retuercen o se alargan para representar «la diversidad de apariencias en cada momento», según Chromati, que no cree «en una representación de la mujer de forma fija, sino en movimiento y en diferentes posiciones».

Emplea en sus pinturas brillantina «para mostrar las diferentes texturas y capas que implica la feminidad y porque es un elemento dinámico que se mueve con el espectador», ha apuntado la artista nacida en Baltimore y de ascendencia guyanesa.

Otro elemento característico de sus cuadros son las protuberancias de tela, que aluden a los pezones femeninos pero al mismo tiempo son también un elemento fálico.

Además de sus cuadros, en la exposición de Málaga destaca una escultura de bronce de más de dos metros de altura que representa una «flor escroto», que para ella simboliza «el equilibrio de fuerzas entre lo masculino y lo femenino». «Todas estas obras representan partes de mi cuerpo, y con ellas quiero homenajear la audacia de las mujeres, cómo seguimos adelante y damos un paso, a pesar de las dificultades, para liberarnos al final», señala Chromati. 

Por su parte, la directora artística del CAC Málaga, Helena Juncosa, ha señalado que la obra de la artista corresponde a una «abstracción figurativa» con figuras femeninas a partir de autorretratos en diferentes posiciones, en lo que supone una «deconstrucción de su propia figura»





miércoles, 17 de abril de 2024

UN GRITO DE LIBERTAD

 


Marc Chagall o cómo contar la convulsa primera mitad del siglo XX con la pintura

Una exposición en la Fundación Mapfre hace una relectura del artista ruso que lo aleja de su faceta onírica y fantasiosa para concentrarse en su visión sociopolítica, comprometida con su tiempo





Las primeras imágenes con las que se asocia rápidamente al pintor ruso Marc Chagall (1887-1985) son las de personas y animales, o fusiones de ambos, volando en paisajes urbanos o rurales que, dotados de azules y violetas, adquieren una atmósfera mística. Se le suele relacionar con el surrealismo por sus formas poéticas y fantasiosas, pero lo cierto es que el artista de origen judío no fue ajeno a la convulsa era que le tocó vivir. Las dos guerras mundiales, la Revolución Rusa o la persecución nazi ―todos sucesos que moldearon la historia moderna― no solo sucedieron en su tiempo, sino que los experimentó en carne propia. Chagall interpretó, atestiguó y se comprometió a su manera con las agitaciones de su época en una parte de su obra, a la que ahora da luz la exposición Chagall. Un grito de libertad, que se abrió el 2 de febrero en la sede de la Fundación Mapfre en Madrid.


“La obra de Chagall era política. Se le asocia con una imagen dulce y de soñador, pero al mirar sus obras y ponerlas en perspectiva con sus escritos, podemos ver que tenía una implicación social mucho más fuerte de lo que se pensaba”, asegura Ambre Gauthier, una de las comisarias de la muestra junto a Merete Meyer, quien también es nieta del pintor. Ambas realizaron un exhaustivo trabajo de recopilación de cientos de archivos, con muchos documentos traducidos por primera vez del ruso o el yidis, para conocer la postura y reflexiones de Chagall sobre la actualidad que le atañía, principalmente vista desde su identidad judía, que le obligó a exiliarse a Nueva York en 1941.


Cartas, manuscritos, poemas o memorias describen el entusiasmo con el que acogió la revolución bolchevique; la dureza del antisemitismo; su reacción después de que el nazismo retirara sus cuadros de los museos, o el desarraigo del migrante. “Sin el conocimiento de estos documentos, no hubiéramos podido ver esta reinterpretación política de su obra. El trabajo de inventariado nos llevó más de dos años”, apunta Gauthier. Junto a los más de 160 cuadros, que incluyen pinturas, dibujos, acuarelas y abarcan unos 60 años, se exhiben 90 documentos.


Si Chagall siempre fue crítico con su tiempo, ¿por qué entonces la exposición se presenta como el primer abordaje de su producción desde la perspectiva de sus tomas de postura y su compromiso sociopolítico? “Sus libros eran conocidos, pero no publicados a gran escala. Tampoco quiso dar entrevistas para hablar de sus opiniones políticas, hacía declaraciones generalistas, consensuadas, que contrastan con sus textos”, responde Meyer. Gauthier aporta su hipótesis: “No fue por falta de convicción, sino porque cuando volvió a Francia en 1948, el contexto era complejo políticamente para un artista ruso-judío que había estado en el exilio. Chagall perdió en 1943 su nacionalidad francesa, que había obtenido en 1937″.


La Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue el primer terremoto histórico que Chagall vivió. Después de formarse artísticamente en París en 1911 gracias a una beca, conseguida por sus estudios en su ciudad natal de Vitebsk y San Petersburgo, estaba de visita en Rusia. Lo movía la esperanza de reencontrarse con su amada Bella Rosenfeld, con quien contrajo matrimonio en 1915. De esa época son una serie de dibujos a tinta china en los que plasma la dramática marcha de combatientes al frente, como La partida a la guerra (1914), en la que un recluta se despide de su madre. También realiza pinturas en las que representa la vivencia cotidiana de los habitantes de su ciudad natal durante la contienda, como El vendedor de periódicos (1914) o La gaceta de Smolensk (1915), en los que se aleja del tono lírico de sus primeras composiciones.


A la guerra le siguió la Revolución Rusa (1917-1923), con la que Chagall simpatizó; por primera vez se le otorgaba el estatus de ciudadano ruso de pleno derecho después de años de discriminación por su origen judío. Fue nombrado comisario de Bellas Artes de Vitebks y fundó y la Escuela de Arte de la misma ciudad en 1918. Fue él quien diseñó los decorados y afiches para la ceremonia de conmemoración del primer aniversario de la Revolución de Octubre, que transformó la ciudad en una gigantesco escenario. Chagall regresó a París después de la fiebre revolucionaria en 1923, época en la que fue consolidando su estilo surreal, onírico, de colores vibrantes y con animales con cuerpo de humanos en los que se autorrepresenta. Un reflejo de esa madurez es El vendedor de ganado (1922-1923), cuadro en el que los colores rosa, rojo y azul y la ausencia de perspectiva convierten una escena costumbrista en un delirio.


Este aporte a las vanguardias, influenciado por sus amistades con Guillaume Apollinaire o Amedeo Modigliani, se vio asaltado por el ascenso del fascismo alemán y el odio hacia los judíos.

La tensión y la incertidumbre están presentes en su obra; produce retratos de rabinos portando la Torá (compilación de los primeros cinco libros de la Biblia hebrea) como símbolo de resistencia. La amenaza a su vida cada vez se vuelve más real con la expansión del reinado del terror de Hitler y en 1941 se ve obligado a exiliarse en Nueva York, donde asiste a la devastación de Europa desde el otro lado del Atlántico.


Piezas como La guerra (1943) muestran el lado más militante que tuvo Chagall. También son reiterativos en esos años sus cristos judíos vestidos con talit (paño blanco de oración) alrededor de las caderas, una fusión entre el simbolismo político y religioso. Cuando regresa en 1948 a París, se encamina a “convertirse en el mensajero de la paz y crear una visión lúdica, de gran viveza y luminosidad, que transmite alegría y, más que nunca, la urgencia de vivir”, según refieren las comisarias, que señalan como ejemplos las vidrieras para la sinagoga del hospital Hadassah de Jerusalén (1962) o los tapices del Parlamento israelí (1967), de los cuales se pueden ver varios estudios preparatorios en la exposición.




El Chagall final es el más desatado y alegórico, el que menos se cohibe en la caofonía de colores. El óleo La comedia del arte (1958), de grandes proporciones, es un festín de formas antro y zoomorfas, poblado de personajes que conviven en un escenario de radicales tonos primarios. Un final de la muestra que nos recuerda que, si bien está ordenada de forma cronológica y combina documentos escritos con cuadros para proporcionar un contexto social, la producción de Chagall está lejos de ser catalogada como documental o realista. En sus obras se desprende un mundo quimérico donde no existen leyes de gravedad ni de perspectiva. Al no existir la subjetividad pura, la realidad evidentemente le influye y da forma a su producción, pero es llevada a su propia noción de realidad, donde conviven cabras, mujeres suspendidas en el aire con hombres con cabeza de gallos y caballos.


(EL PAÍS)




HASTA EL 5 DE MAYO


 

FUNDACIÓN CANAL (MADRID)

 

Una exposición gratuita trae a Madrid obras de Duchamp, Picabia, Man Ray y Stieglitz

Bajo el título 'Surrealismos. La era de la máquina' reúne diversas piezas de autores que rompieron con las normas clásicas del arte


A partir del mes de febrero la Fundación Canal acoge una nueva exposición gratuita coincidiendo con el centenario del primer Manifiesto del surrealismo de André Breton (Manifeste du surréalisme, 1924): 'Surrealismos. La era de la máquina', una recopilación de obras que muestran al público un momento clave en la historia del arte que nace tras la primera Guerra Mundial, cuando en la Europa devastada el foco de las vanguardias está en Nueva York. En la capital del nuevo mundo, los artistas encuentran una sociedad más moderna, en plena ebullición y más avanzada tecnológicamente y es allí donde surge un nuevo referente en su arte: la máquina, que nace a la vez como objeto de arte y como centro de las críticas para su creación. Es la apertura al arte contemporáneo.



La exposición reúne 125 piezas de artistas como Duchamp, Man Ray, Picabia y Stieglitz, autores que rompieron la tradición de las normas clásicas que enseñaban en las escuelas de arte y se adentraron en una nueva era de modernidad. Entre las obras se podrán encontrar pinturas, esculturas, dibujos, fotografías, grabados, revistas, catálogos, libros y objetos ready-made.


La muestra está dividida en cuatro secciones: El nuevo mundo y la 'fotografía pura'; Del desnudo artístico al cuerpo como máquina; De la abstracción a la máquina; y Eros y máquina. De entrada gratuita, se podrá visitar en la Sala Mateo Inurria 2 (M: Plaza de Castilla) desde el 7 de febrero al 21 de abril en horario de 11 a 20 h laborables y festivos, excepto miércoles, que el horario es de 11 a 15 h.




 

martes, 16 de abril de 2024

ARTE POP EN EL GUGGENHEIM

 

SignSos y objetos: Arte Pop de la Colección Guggenheim

16.02.2024 - 15.09.2024

Surgido en Inglaterra a finales de la década de 1950, el movimiento pop arraigó en EE. UU. tras recibir el apoyo de críticos como Lawrence Alloway, escritor y curador británico, que en 1958 acuñó el término “Pop art” y en 1963 organizó la pionera exposición Six Painters and the Object, celebrada en el Museo Guggenheim de Nueva York. El título que en principio consideró dar a aquella muestra, Signs and Objects, es justamente la expresión elegida ahora para esta selección de obras de las Colecciones Guggenheim.


Impulsados por la vitalidad económica y el incipiente consumismo que imperaba en la sociedad estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial, artistas como Roy Lichtenstein, Claes Oldenburg, James Rosenquist y Andy Warhol exploraron el lenguaje visual de la cultura popular —término del que se deriva el nombre de esta corriente plástica— inspirándose en anuncios, periódicos, publicaciones baratas, vallas publicitarias, películas, cómics y escaparates. El distanciamiento y el aspecto frío e impersonal del Arte Pop supusieron un ataque directo a la venerada tradición del “arte elevado” y al énfasis en el gestualismo o en la pincelada más libre y personal que habían defendido los expresionistas abstractos de la generación anterior, como Jackson Pollock y Willem de Kooning. Las obras de esta exposición, presididas y a veces transformadas por el humor, el ingenio y la ironía, se pueden interpretar como una celebración sin ambages de la cultura popular y al mismo tiempo como una mordaz crítica a la misma.



VISITA VIRTUAL



MÁS INFORMACIÓN

 y objetos: Arte Pop de la Colección Guggenheim

16.02.2024 - 15.09.2024

os y objetos: Arte Pop de la Colección Guggenheim

16.02.2024 - 15.09.2024

VA DE OVNIS

 


ARMANDO, EL PINTOR ASTURIANO AUTODIDACTA QUE HA LOGRADO QUE SUS OVNIS CUELGUEN EN EL REINA SOFÍA





Una obsesión imposible de controlar lleva a Roy Neary –interpretado por el actor Richard Dreyfus– hasta casi la locura. Se trata de una pulsión que supera cualquier razonamiento y le empuja a esculpir una extraña formación rocosa en el puré de patatas, que absorbe toda su atención. No es el único. Hay muchos más hombres y mujeres a lo largo de EEUU que se sienten atraídos hacia la recreación primero y la búsqueda, después, de ese extraño lugar en el que se producirá un encuentro sobrenatural que cambiará sus vidas.

El magnífico film de Spielberg Encuentros en la tercera fase (1977), contenía algunas escenas de creación plástica de notable interés por parte de esos personajes enloquecidos que intentaban replicar la Montaña del Diablo. Como los dibujos de Jillian Guiller –la actriz Melinda Dillon–, que acabaron ocupando todas las paredes de su salón. Al mismo tiempo, en España, un hombre pinta objetos voladores no identificados, así como paisajes solares y celestes, sin parar. En este caso no es una ficción audiovisual. Se trata de un tipo de mediana edad, asturiano, llamado Armando Suárez (1928-2002), que firma en los cuadros solo con su nombre de pila.

Ahora una de sus magnéticas obras ha sido adquirida por el Ministerio de Cultura, por decisión del director del Museo Reina Sofía, Manuel Segade, a la galería madrileña The Goma durante la última edición de ARCO.


 

‘Sin título’, 1970. Obra adquirida por el Museo Reina Sofía

Armando Suárez (1928-2002)

‘Sin título’, 1980. Obra adquirida por el Museo Reina Sofía

UN FULGOR VISUAL

Las obras de Armando, que pintaba sobre madera y fueron expuestas en Madrid en abril del año pasado en el espacio que dirige Borja Dïaz Mengotti, son de un estilo naíf y sintético donde el cielo puede ser azul y también verde. Pero en el que apenas hay elementos, más allá de esos objetos voladores no identificados o algún astro celeste. Al natural, esas imágenes poseen la intensidad del arte que ha sido realizado a partir de una verdad interior, obsesiva, que electriza la mirada. La energía de los colores que utiliza tiene algo de grito, de llamada de atención que no pasa desapercibido. Es lo que le sucedió al artista y comisario Carlos Fernández Pello –conocido por ser el autor del retrato de C. Tangana que ilustró su último disco, El madrileño–, y que quedó fascinado al ver uno de ellos.

“Carlos descubrió un cuadro colgado en casa de un familiar de Armando”, explica Borja Díaz. “Me lo enseñó y posteriormente fuimos a ver el resto de obra que la familia custodiaba, más de 200 piezas. Quedamos impresionados. Había que hacer una labor de estudio y de selección. Tuvimos claro que debíamos empezar por la obra que nunca enseñó en vida, que es la que más interesante nos parece”.

“Armando tenía dos cuerpos de obra de los que era consciente” continúa Díaz Mengotti, “uno que comercializaba –su hermano tenía una galería de arte– y otro cuerpo de trabajo oculto, que no debía exponer por motivos médicos, familiares y políticos. En su soledad, en un mundo que le iba dejando de lado, construía uno nuevo. Uno repleto de obras muy singulares, con una vida y pensamiento fuera de lo común. Sus representaciones abordan desde motivos tradicionales como el paisaje rural, marinas y el bodegón, hasta una pintura más reduccionista donde priman las figuras geométricas: astros, comida, platillos volantes, o pruebas balísticas de la Guerra Fría, y formas que hacen alusión a la medicación a la que era sometido”.




Ingeniero eléctrico, Armando fue diagnosticado a edad temprana lo que entonces se llamaba “manía persecutoria”. A los 28 años tiene su primer brote de esquizofrenia paranoide. En alguna de las muchas notas que dejaría escritas y que narran la inclinación cada vez más aguda hacia una realidad alternativa, el propio pintor achacaría ese brote a una operación inguinal que sufrió. Y que “comenzó un proceso de tortura”, según su galerista, que incluyó electrochoques y comas insulínicos al tiempo que pinta para huir, o para rencontrarse, consigo mismo.

Desde finales de los años 50 hasta los 90 este “corpus de obras toma como referencia la presencia del hombre en el mundo: la solidaridad entre los humanos, la protección del medio ambiente y los animales así como la relación con otros seres de la galaxia”, según las notas que acompañaban la exposición en The Goma. Al mismo tiempo, como recogían muchos de los papeles manuscritos exhibidos en su momento junto a recortes relacionadas con visitas extraterrestres, abducciones y avistamientos –que se convirtieron casi en un género periodístico en los años setenta, tratados siempre de forma sensacionalista y con cierto aire new age– la pintura de Armando va concretándose en la descripción de fenómenos celestes, abandonando la pintura costumbrista del paisaje.

“Los verdaderos civilizadores (seres inteligentes y responsables) emplean su inteligencia, su cultura y su técnica, en ayudar a los menos inteligentes a que vivan mejor y más felices, a cambio únicamente de que se respeten mutuamente y vivan en paz y con justicia” escribe Armando en uno de sus cuadernos en torno a 1967. En otra confusa nota en la que mezcla religión y delirios extraterrestres, y que pretende hacer llegar al presidente francés Charles De Gaulle, al inglés Harold McMillian, así como al gobierno alemán y español, y “por orden de nuestro señor Jesucristo”, intenta avisar sobre el peligro que corre el universo: “Estamos trastocando el equilibrio cósmico. Protestan todos los habitantes del sistema solar. Estamos trastocando nuestra naturaleza y la de ellos, los habitantes del sol”. E insiste en que, de seguir con los ensayos nucleares de los años sesenta, “el sol se transformaría aumentando peligrosamente su radioactividad”.         

Sus problemas mentales y el desinterés por encajar su trabajo pictórico en el ámbito institucional del arte lo pueden vincular a lo que conocemos como outsider art. Hay varios creadores dentro de este paradigma que son reconocidos por tratar el tema de los avistamientos y la ufología, incluso que aseguran haber sido abducidos. Pero Armando se adelantó a todos ellos. Tanto al estadounidense Ken Grimes, como al rumano Ionel Talpazan.


La sofisticación de su vocabulario estético lo posicionan en un espacio propio que es difícil de categorizar, como bien apuntaba el título de su exposición en The Goma: No identificado. “Hay etapas en su pintura en línea con el surrealismo de Dalí o de Miró y con ciertos modernismos, como el de Milton Avery. En otros periodos su obra coincide o precede a artistas como Etel Adnan o Yayoi Kusama, figuras y prácticas que nunca conoció. Es curioso, tenemos amplia correspondencia y documentación de Armando, pero no hemos encontrado escritos en los que el artista hable de su práctica pictórica”, argumenta Borja Díaz para justificar al valor artístico de Armando.



“Si tenemos en cuenta que el arte outsider comprende el realizado por artistas autodidactas que trabajan fuera de los cánones establecidos, a veces sujetos a historiales psiquiátricos”, continúa el galerista de Armando, “entonces podemos considerarlo un artista outsider. Pero las etiquetas son solo eso. Y no significa que pueda trascender esa categoría, sin que suponga un nivel jerárquico diferente”.

En realidad, da igual si es o no es. Si está dentro o fuera de una determinada etiqueta cultural, útil para la catalogación y registro, pero que entorpece la mirada. Los cuadros de Armando impactan por la sencillez con la que opacan el sufrimiento de su autor. Un estilo minimalista deslumbrante y libre que puede indicar su carácter escapista más que la delimitación impulsiva de un tormento. Son una curiosidad historiográfica cuyo hallazgo y puesta en valor hace pensar en la cantidad de creadores que siguen formando parte de un plano alternativa del arte. Una constelación lejana, un universo paralelo del que Armando ha salido para reclamar con justicia su propio lugar en el reducido orbe del arte contemporáneo.


(EL CONFIDENCIAL)




jueves, 4 de abril de 2024

PONTEVEDRA

 


Expertos de toda España se reúnen en el Museo de Pontevedra para abordar la obra de Antonio Palacios


Miguel Vidal / MUSEO DE PONTEVEDRA


El simposio incluye la habilitación de un espacio donde se expondrán pinturas firmadas por el arquitecto porriñés


Entre el 4 y el 6 de abril, más de una veintena de arquitectos, investigadores y especialistas en la figura de Antonio Palacios procedentes de universidades, museos y otras entidades de toda España se citarán en el Museo de Pontevedra en el marco del simposio Antonio Palacios. Obra e legado. De este modo, los participantes ofrecerán «diferentes perspectivas sobre a modernidade da obra do arquitecto porriñés e o seu impacto no patrimonio».

Miguel Vidal / MUSEO DE PONTEVEDRA

Coincidiendo con la celebración de estas jornadas, el Museo habilitará un espacio en las salas de su exposición permanente para mostrar pinturas y dibujos de Palacios que forman parte de su colección. En este sentido, remarcaron que «estivo vencellado ao Museo desde a súa orixe, razón pola que se conservan na institución pontevedresa algún dos seus planos e significativos exemplos da súa produción como pintor».

En concreto, se alude a «dous pequenos retratos femininos, obras de xuventude que pertenceron ao seu gran amigo o caricaturista Sileno, e a primeira imaxe gráfica dunha das salas do Museo de Pontevedra no edificio Castro Monteagudo, un óleo que Antonio Palacios pintou do natural o 28 de agosto de 1929, poucos días despois da súa inauguración». La muestra se completa con cinco postales que Antonio Palacios dirigió a su amigo Sileno, así como se expondrá, de igual modo, un lienzo que, no obstante, se le atribuye con reservas«Trátase dunha vista da rúa de Alcalá, na que destaca o Círculo de Belas Artes (1921-1926) unha das súas máis emblemáticas edificacións en Madrid», añadieron.

Miguel Vidal / MUSEO DE PONTEVEDRA

Este conjunto de piezas permanecerá expuesto hasta final de año para conmemorar, a lo largo de todo el 2024, la celebración del 150 aniversario del nacimiento de este arquitecto.

En cuanto al simposio sobre la obra y legado de Antonio Palacios, este está dirigido por Jesús Ángel Sánchez, catedrático de Historia da Arte da USC, y Álvaro Bonet, arquitecto de la Universidad Politécnica de Madrid. Se trata de una cita que tratará de acercar distintas «visións actualizadas de expertos na obra de Antonio Palacios, incluíndo algúns dos estudosos que desde os anos oitenta do século XX veñen chamando a atención sobre a modernidade e leccións da boa arquitectura materializadas polo porriñés».

La programación

En lo que respecta a la programación, las dos primeras jornadas acogerán en el Edificio Castelao las conferencias y mesas redondas, mientras que el sábado, 6 de abril, se reservará para realizar una salida en la que se visitarán algunas de las principales obras de Palacios existentes en el sur de Pontevedra.

Miguel Vidal / MUSEO DE PONTEVEDRA

Desde el Museo Provincial reseñaron que en el simposio participarán destacados expertos, caso de Francisco Javier Pérez Rojas, catedrático de Historia da Arte de la Universidad de Valencia; Luis Sazatornil, de la Universidad de Cantabria; Álvaro Bonet; Alberto Tellería, de Madrid Ciudad y Patrimonio; el arquitecto Jacobo Armero; Óscar da Rocha, del Instituto de Humanidades Francesco Petrarca; Rosalina Aguado, delo Taller de Cerámica Aguado; Yolanda Pérez y José Ramón Soraluce, da Universidade da Coruña; y Alfredo Vigo e Jesús Ángel Sánchez; de la USC. «Tamén integran o programa do simposio as colaboracións de especialistas no contexto arquitectónico internacional e nacional, nas artes que completaron a calidade estética dos seus edificios, desde a escultura ata a cerámica, ou nas conexións vitais e profesionais que foi tecendo con diferentes lugares da súa andaina vital», reseñaron.

(LA VOZ DE GALICIA)