sábado, 11 de enero de 2025

BARCELONA

 

Cartier Bresson, el “ojo del siglo XX” que prefería retratar a la gente normal antes que a los poderosos

Pero inmediatamente, el comisario de la exposición monográfica sobre el fotógrafo, que lleva el título de Watch! Watch! Watch!, matiza: “Fotografió a políticos importantes –por ejemplo, en Cuba fotografió al Che Guevara y a Fidel Castro–, pero creo que esas imágenes no son las mejores”. “Las mejores”, prosigue, “son las de la vida cotidiana, como las de una mujer parada frente a él con un uniforme o las de una mujer mayor que tiene un rifle en la mano frente a un escaparate de bodas”.

Es bajo esta perspectiva que Pohlmann ha seleccionado las 240 copias en gelatina de plata que la Fondation Cartier-Bresson ha cedido al centro KBr Fundación Mapfre, en Barcelona, para ilustrar Watch! Watch! Watch! (en referencia a que el propio Cartier-Bresson aseguraba que él lo único que hacía era “mirar, mirar, mirar”), una exposición que se podrá visitar hasta el 26 de enero de 2025. Se trata de copias realizadas en vida del autor, muchas de ellas entre los años sesenta y los ochenta, pues Cartier-Bresson prohibió que tras su muerte se realizasen más copias de sus negativos.

Otro de los ejemplos que muestra el comisario de cómo el legendario fotoperiodista francés reflejaba la realidad del momento a través de la gente común, alejada de los grandes protagonistas de la Historia pero siempre influida por ellos, son las imágenes de la coronación del Rey Jorge VI de Inglaterra, donde Cartier-Bresson fija la cámara en la multitud expectante, en especial en una anciana que se sube a caballo de dos hombres para poder ver mejor.

Coronación en 1937 del rey de Inglaterra Jorge VI Fondation Henri Cartier-Bresson / Magnum Photos

También, con motivo de la cremación de Gandhi en la India, Pohlmann señala una imagen –situada al final de toda la serie dedicada al entierro con su sucesor Pandit Nehru en primer plano– en la que se aprecia a un niño jugando con unas cenizas. “Son las cenizas de Gandhi y el niño es su nieto”, dice el comisario, que comenta así la alegoría de que por mucho que seamos en vida, todos terminamos en cenizas.

Los años surrealistas

Pohlmann recomienda ver la exposición ordenadamente, ya que está dispuesta en modo cronológico, explicando así tanto las transiciones estilísticas del autor como los acontecimientos que retrató. Explica que Cartier-Bresson, a pesar de ser de una familia de empresarios textiles de la región de Isla de Francia, a los 18 años rompe con el negocio familiar y se va a estudiar pintura a Montparnasse con André Lhote.

En el París de entreguerras toma contacto con las vanguardias artísticas y se integra en el movimiento surrealista. De esa época, llena de experimentación e ingenio, procede su teoría del “instante decisivo”, que se expresa con especial claridad en la famosa instantánea tomada detrás de la estación Saint-Lazare, en Place de la Europe, París en 1932.

En ella se observa a un hombre captado en el momento de saltar sobre un charco, suspendido en el aire y con el reflejo de su salto congelado en la superficie del charco.

Detrás de la estación Saint-Lazare, en Place de la Europe, París en 1932. Fondation Henri Cartier-Bresson / Magnum Photos

Pero tras un viaje a Costa de Marfil en 1930, Cartier-Bresson decide finalmente centrarse en la fotografía como profesional, dedicado al incipiente fotoperiodismo, que sería decisivo en las siguientes décadas para retratar los grandes sucesos que sacudieron el siglo XX. Su primer encargo en el extranjero fue en España en 1933 para cubrir las elecciones que ganó el Frente Popular.

La liberación de París

Retrata allí la vida de las gentes a nivel de calle, con un acento marcadamente social, dejando atrás la experimentación surrealista. Si bien Pohlmann puntualiza que “nunca dejó de buscar en sus imágenes un componente artístico que fuera más allá del mensaje, tal como haría también su coetánea Lee Miller, que tuvo una carrera paralela hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial”.

Pero a diferencia de Miller, que abandonaría el oficio en la posguerra, abrumada por el alcoholismo y los horrores que había tenido que fotografiar en la contienda, “Cartier-Bresson continuó 30 años más y tuvo una carrera más extensa y de perspectiva profesional más amplia”, apunta el comisario de Watch, watch, watch, “llegando a ser el primer fotoperiodista occidental en retratar la vida en la Rusia soviética tras la muerte de Stalin o la caída de Shanghai en 1949 en manos de Mao Zedong”.

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