jueves, 20 de agosto de 2020

NOTICIA DE ABC



Maruja Mallo en el trémulo recuerdo


Dos obras casi inéditas de la artista podrán verse en Montecarlo en septiembre

 
 
 
Acontecimiento pictórico mayor, una tela prácticamente inédita de Maruja Mallo se expondrá en Montecarlo a partir de septiembre. Única, irrepetible, tan mínima físicamente y tan enorme creadora trascendente. Maruja Mallo, inconfundible en cualquiera de sus Kermeses / Carruseles / Verbenas, de las que no se conocen más de ocho o diez piezas. Siempre lección plástica, cuya estatura aumenta hasta la gigantez del magisterio perdurable.
 
Confieso que tantos son los años por mí transitados que a veces temo despeñarme en los farallones del tiempo al rememorar minuciosa y nostálgicamente a insignes personajes que aproximé admirativo. Uno fue Borges, a quien cerca estuve de biografiar si su carácter ligeramente arrogante, pero sin estridencias y digno, no me hubiese disuadido. Y no puedo dejar en anónima clandestinidad a Bioy Casares, algo gallego y algo francés y cien por cien argentino, ni a Victoria Ocampo, de tan cultas maneras. En ese contexto se me aparece súbitamente Maruja Mallo bajo los focos plenos irradiando, generosa, su luz estelar.

Dormidas en París

 
A Maruja Mallo, ya en Madrid, le fui asimismo estructurando trama y urdimbre de una biografía que finalmente tampoco pudo ver el día al irse apagando poco a poco como un gorrioncillo olvidadizo. De las dos piezas de su autoría que hoy brevemente comento aquí, tan galaicas en consonancias azulinas, mucho antes de poder aproximarlas yo presencialmente, casi muriendo el pasado siglo, tuve referencia detallada por ella misma, que ignoraba completamente su paradero y destino, si bien las hacía en Paris. Y sí, efectivamente, se hallaban en Paris, dormidas y prácticamente inéditas, sin que los propietarios (familia galaico-judeo-parisina, muy secreta, poco dada a mundanidades, coleccionista por las tres ramas, cuya casa familiar alberga la colección desde hace más de ochenta años) fueran conscientes de su importancia pictórica. Mérito que corresponde a Antón Castro haberles revelado, pero sin conseguir, no obstante, recuperar las piezas para Galicia. Al menos, no todas. Al respecto, Pilar Corredoira, que comisarió las primeras exposiciones antológicas de la pintora lucense cuando aún vivía, designada por el Ministerio de Justicia experta judicial para autentificar la obra de Maruja Mallo, situaba –Corredoira, digo– ambas telas bajo la primera tutela parisina de Pierre Loeb. Pero no son exactamente esas las referencias definitivas de los propietarios que apuntan, con sugerencia gráfica, a Epstein, con galería en la Rue Jacob.
 
La obra principal («Kermesse», 1930, firmada abajo a la izquierda, 114x147 centímetros) se subasta próximamente en Montecarlo, con el resto de la colección de un Château del sur de Francia, en la solvente compañía de Gutiérrez Solana, Kisling, Chagall y otros. La segunda pieza, no menos impresionante, pero de formato algo más reducido («Verbena», 1930, firmada abajo a la izquierda, 67x92 centímetros) se expondrá, pero no será subastada. Los propietarios desean donarla al fondo de una fundación Maruja Mallo. Feliz momento para la familia que recupera el fulgor internacional de la artista, algo alicaído desde hace años por tensiones y conflictos entre herederos, galeristas y coleccionistas. En efecto, el punto cenital en la valoración de la obra de Maruja Mallo se produjo a raíz de la venta de la herencia de Louis Aragon con el «Espantapájaros / Epouvantail», cuadro adquirido por Madonna, se comenta. Tela, por cierto, de menor interés comparada con Kermeses y Verbenas. Los expertos monegascos consideran que la cota de «Espantapájaros» será pulverizada. Asimismo, buenísima noticia para los coleccionistas que posean obra auténtica de la pintora (no toda la que circula lo es) anticipando que la subasta la propulsará de nuevo.
 
Sospecho que en estos tiempos de empoderamiento femenino la «Kermesse» esté destina a una dama. ¿Princesa monegasca? ¿Avisada coleccionista española? ¿Una Lady añosa y algo extravagante, como la propia pintora, residenciada en el sur de Francia quizás? En los corrillos del arte hay quien se inclina por Sheikha Al-Mayassa bint Hamad que, desde el museo de Qatar, señorea el mercado mundial del arte.
 

Aventurera

 
Mi querida artista –genial, menuda, chillona– aparecía, no vestida sino amontonada de cosas, volantes, collares, pasamanería, cintas, colorines, pulseras, dijes, colgantes en pecho y muñecas. Como escapada de una fiesta mexicana del día de Santos; como un tenderete del Rastro madrileño, para contarlo Gómez de la Serna, su biógrafo de la América hispana. Gallega universal, amistó, tras sorprenderlos, con figuras tan señeras como Ortega, Alberti, Neruda, Cassou, Warhol. Dibujó desde niña, tuvo formación académica y fantasía inagotable para deambular por las vanguardias, sin detenerse más que en el Surrealismo, a su modo, desde su personalidad absorbente. Aventurera, inquieta, indagadora, pateó Europa, con París como capital, y toda América, desde Nueva York al extremo sur de Chile. Influyó, más que fue influida. Soportó la bohemia dura y gustó de la dorada, que llevó a sus cuadros con circos de lonas elevadas, magos con disfraz a lo Merlín y clown de aire filosófico. Fue admirada en Estados Unidos, en México, en Buenos Aires, en Chile. Y en París, cuando parecía no caber allí un artista más, aunque fuera un genio. Debió curiosear en las caravanas de zíngaros y por entre bastidores de cabarets hasta adquirir rostro de pajarillo picudo. Contaba historias imposibles –a la par que su amigo el pintor Laxeiro, otro genio gallego– y pintaba irrealidades basadas en su realidad imaginada. Todo le servía para sus pinturas-almacén de chamarilero que ennoblecía con su encanto indeclinable. Única, irrepetible, tan mínima físicamente y tan enorme creadora trascendente. Inconfundible en cualquiera de sus Kermeses/Carruseles/Verbenas de las que no se conocen más de ocho o diez piezas. Siempre lección plástica, cuya estatura aumenta hasta la gigantez del magisterio perdurable. Infinita, admirable Maruja Mallo.

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