domingo, 3 de agosto de 2025

EL GRITO

 

Estas mujeres organizaron la primera muestra de arte femenino durante la dictadurA


Tanja Tanvelius, Pilar Lojendio y Maud Westerdahl (de izqda a dcha) Fondo Westerdahl, Archivo Histórico Provincial de Tenerife

En diciembre de 1965, doce artistas se agruparon para hacer la primera exposición de mujeres en plena dictadura, que además fue la segunda en la historia del arte contemporáneo español. “Exponemos juntas, nada más”, aseguraban en el manifiesto del proyecto, alejándose de cualquier proclama política o feminista. El título de la exposición era directo: 12, como el número de participantes que reunieron esculturas, óleos, esmaltes, abstracciones y figuraciones en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife bajo la atenta mirada del régimen franquista.

Había tantos nombres locales como participantes extranjeras afincadas en las islas, aunque en Canarias resulta difícil hacer esa distinción entre lo que es de fuera y lo que no. Lo autóctono y lo foráneo es una de las tensiones que atraviesan la identidad del archipiélago, cruce de caminos para muchas personas y culturas. La exposición que ahora puede verse en el TEA llamada Rebeldía y disciplina visibiliza esa y otras polaridades en la historia del arte contemporáneo local. También, qué es lo colectivo y qué es lo individual, cuando hablamos de arte y cultura.

Aunque la muestra busca recordar algunas de las iniciativas grupales que se han dado en Canarias en los últimos cien años, también acabamos viendo una fluctuación identitaria entre el espíritu universalista y abierto de las islas –cuyo exponente más extremo es el turismo de masas–, frente a la búsqueda de una identidad propia cercana a lo antropológico que, igualmente, acabará estando contaminada por la mirada exótica del extranjero.


Cartel original de la exposición, 1965






Tres       bloques temporales

En Rebeldía y disciplina se muestran más de 200 obras de arte que buscan tensar relatos y preguntar por los grupos de artistas que han intentado construir algo en Canarias. Desde la Escuela Luján Pérez hasta Neoblanditas, pasando por colectivos disueltos, revistas efímeras, talleres compartidos y acciones fugaces. Hay una estructura cronológica que divide la muestra en tres partes (1918-1950, 1950-1970, y 1970-2025) y ayuda explicar la genealogía del arte en las islas, pero que explica también la evolución del arte contemporáneo internacional.

Una de esas salas está atravesada por los ecos de Gaceta de Arte, proyecto editorial dirigido por Eduardo Westerdahl que entre 1932 y 1936 reunió a artistas, arquitectos, teóricos y poetas europeos. Se muestran las obras de artistas que pasaron por colectivos como el grupo PIC –Pintores Independientes Canarios–, que a mediados de los años cuarenta buscaba sacar a la pintura canaria del regionalismo. O el grupo LADAC –Los Arqueros del Arte Contemporáneo–, de la que formaron parte los hermanos Millares y que, por contra, construía un vínculo con la tradición autóctona.

En una vitrina se pueden ver los pequeños dibujos de Felo Monzón, que formó parte de LADAC, hechos en el campo de concentración de Fyffes. Y no lejos también óleos de pintores afiliados al régimen. La muestra recorre, como quien no quiere la cosa, todo tipo de registros estéticos que van del surrealismo, muy vinculado con las islas, a la figuración clásica, el informalismo o las prácticas actuales de vídeo y fotografía.

En los años setenta aparecen espacios como El Almacén o la Sala Conca, que lo mezclaron todo: arte internacional, producción local y acción política. Incluso una discoteca, Tam-Tam, que sirvió de espacio artístico en los años setenta. En el presente, Proyectos como Solar, La Limonera, Casa Antillón o Storm And Drunk dan forma a lo común desde condiciones precarias e intermitentes, en muchos casos.


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