martes, 2 de septiembre de 2025

EN MENORCA

 

'Cindy Sherman. Mujeres': la primera gran retrospectiva de la fotógrafa en España en más de 20 años que ver en Menorca


La prestigiosa galería Hauser & Wirth reúne en la isla balear muchas de las imágenes de la conocida fotógrafa creadas entre las décadas de 1970 y 2010, en una retrospectiva que recorre sus series más conocidas.


La fotografía es un medio para explorar la identidad". Con esta frase, Cindy Sherman (Nueva Jersey, 1954) sintetiza su manera de mirar a través del objetivo y su forma de situarse dentro de la historia del arte. Considerada una figura clave en la fotografía contemporánea, ha transformado el autorretrato en un campo para cuestionar, desmontar y reconstruir las imágenes de la feminidad. Un propósito que ahora se puede apreciar, hasta el 26 de octubre de 2025, en la galería Hauser & Wirth, en la Illa del Rei de Menorca.

Bajo el título Cindy Sherman. Las mujeres, esta institución cultural presenta la primera exposición individual de la fotógrafa en más de veinte años en España. La muestra reúne piezas icónicas creadas entre las décadas de 1970 y 2010, en una retrospectiva que recorre sus series más conocidas y que toma su título de una obra teatral de 1936 escrita por Clare Boothe Luce. Como aquella pieza, la exposición explora las complejas interacciones entre mujeres de distintas clases y apariencias, y reivindica el papel de Cindy Sherman como una artista que cambió para siempre la forma de entender la fotografía.

Entre las obras expuestas se encuentra la serie que la catapultó a la fama, Untitled Film Stills (1977-1980), con la que se consolidó dentro de la llamada 'Generación del Cine', un grupo de creadores que reflexionaban sobre la influencia de los medios de comunicación y la cultura de las celebridades. En Menorca, estos pequeños fotogramas dialogan con los grandes retratos de actrices ficticias, mujeres de la alta sociedad y referentes de moda que realizó en décadas posteriores, en los que aborda la multiplicidad de representaciones y percepciones públicas de lo femenino.

La exposición avanza hacia sus trabajos más recientes: Society Portraits (2008), con mujeres de alta sociedad retratadas en lujosos fondos digitales que subrayan el aislamiento y el narcisismo derivados del exceso de privilegio; Ominous Landscape (2010), donde modelos de alta costura aparecen desplazadas en paisajes inhóspitos de Islandia, Capri o Nueva York; y Flappers (2016–2018), inspirada en las jóvenes emancipadas de los años 20, aunque aquí envejecidas, ajenas al paso del tiempo. En todas ellas, la tensión entre belleza, artificio, poder y decadencia permanece latente.

Cindy Sherman siempre rompió moldes, incluso con su método de trabajo. Ella lo es todo en sus imágenes. Es la fotógrafa, la modelo, la estilista. Puede que esta sea la razón por la que, desde sus inicios, algunos la acusaron de egocentrismo por retratarse una y otra vez, algo que siempre consideró un malentendido: su objetivo no era mostrarse a sí misma, sino desaparecer en sus personajes y explorar cómo se construye la imagen de la mujer.

En cualquier retrato de Cindy Sherman se percibe algo perturbador, algún gesto o una sombra que altera la superficie. Una sutil amenaza que impregna su universo, plena de rostros impecables que, al mirarlos de cerca, revelan una corrupción interior.

Su habilidad para transformarse no es casual. Criada en un Long Island aún semi-rural, con veranos descalza y libertad para jugar, Cindy Sherman fue la menor de cinco hijos de una profesora y un ingeniero que la tuvieron mayores. Estos orígenes fueron los que le llevaron a sentir la sensación de no encajar, un sentimiento que quizá explique su impulso por convertirse en otras personas. Pero encontró en el arte su mejor aliado.

Desde niña destacó, con las mejores notas en dibujo, y desde los 12 comenzó a perfeccionar ese talento actoral y visual que, décadas después, Andy Warhol resumiría diciendo: "Es lo suficientemente buena para ser una actriz de verdad".

Pionera del postmodernismo, Cindy Sherman ha interpretado un archivo entero de arquetipos. Con ironía y lucidez, sus autorretratos desmontan la construcción mediática de la feminidad y denuncian la artificialidad —maquillada, operada y codificada— que domina nuestra cultura visual desde hace décadas.

Desde los años noventa, su prestigio se ha multiplicado gracias a exposiciones en instituciones como el MoMA y a la venta millonaria de algunos de sus autorretratos, consolidando su lugar como una de las artistas más influyentes de nuestro tiempo.

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