domingo, 13 de agosto de 2023

THAT TIME (AQUELLA VEZ)

 

Las tres edades del arte en una exposición


El centro Tabakalera de San Sebastián recibe un centenar de obras procedentes del Museo de Bellas Artes de Bilbao con el tiempo como hilo conductor.


Vista de la exposición 'That Time'. En primer término, 'La puerta giratoria o Retrato de Begoña de la Sota', de Antonio de Guezala (1927). Foto: Tabakalera

Una historia del arte constelada a través de múltiples momentos, de un centenar de obras pertenecientes a ochenta artistas, migran de modo temporal del Museo de Bellas Artes de Bilbao, al centro de cultura contemporánea Tabakalera en San Sebastián.

La propuesta, comisariada por Miriam Alzuri y Oier Etxeberria, toma su título de la pieza teatral de Samuel BeckettThat Time (Aquella vez, 1976), en la que el poeta y dramaturgo irlandés imbrica tres voces humanas que remiten a tres momentos distintos de la vida del protagonista: la voz de la juventud, de la madurez y de la vejez. Se refiere entonces a una puesta en forma de una indagación sobre el tiempo y la memoria que fluctúan en la existencia humana.

Sabido es que la propia práctica artística y la comisarial, así como la actividad de los museos y centros de arte traza nuevos diálogos y revisiones que modelan su campo abierto a todas las posibilidades. En esta ocasión, Tabakalera acoge una gran exposición de la colección del Museo de Bellas Artes ofreciendo un nuevo contexto para la misma. Entran en juego otros públicos, otros ámbitos y encrucijadas temporales.

La superposición e interpenetración de los tiempos imaginarios y sociales que refieren las obras traman esta heteróclita muestra

En este momento, en esta vez, se parte de los fondos del museo mencionado, cuya génesis data de 1908 y que en 1945 se traslada al edificio actual, ahora en pleno proceso de ampliación y renovación. Con esta colección se establecen conexiones de índole diversa entre las creaciones del pasado y la del presente, así como sus proyecciones en el futuro.

Lo relevante de esta propuesta es que artistas y obras no se organizan mediante criterios históricos, disciplinares, formales o temáticos, sino que se relacionan de modo libre y extraño, a la vez que manifiestan los diferentes momentos de la imaginación creadora en la historia del arte.

El hilo conductor es entonces el tiempo, el tiempo imaginario y su despliegue creador, y no tanto el tiempo social. Diríase que la superposición e interpenetración de los tiempos imaginarios y sociales que refieren las obras traman esta heteróclita muestra.

Cierto es que, con un criterio tan abierto y lábil, otras propuestas y con otros artistas, también hubieran cabido en esta sugerente muestra. Pero la libertad de elección de Alzuri y Etxeberria ha tomado esta forma novedosa y cabal, en este dispositivo de tiempos entrelazados.

Hay obras cuyo valor intempestivo es notorio. Pongamos que hablamos de Elena Asins, Remigio Mendiburu, El GrecoCy TwomblyChillidaOteiza, Vicente Ameztoy, AlbertoFrancis BaconJoseph Beuys o Ibon Aranberri, reunidos en el espacio de la voz C (en la obra de Beckett refiere la de la vejez), y que en la analogía planteada, nos remite a la larga memoria del tiempo pasado, mítico y arcaico que se resignifica en el presente.

La segunda voz beckettiana, la A, corresponde a la madurez, y vendría a desplegar el tiempo presente. Aquí se confrontan obras asociadas al tiempo de la emergencia moderna, social e industrial, con sus imaginarios fabriles y urbanos, y a los conflictos, guerras y monstruos de un racionalismo en crisis.

En ese espacio dialogan obras de Goya (con su célebre serie de los Disparates o Los Proverbios) y Anthony Caro (con su monumental Acto de guerra (según Goya) de 1994-1995). Y asimismo otros diálogos emergen mediante las obras de Aurelio Arteta, Vázquez Díaz (presente con su fascinante pintura La fábrica bajo la niebla, 1923), Agustín IbarrolaJune Crespo o Idoia Montón junto a otros artistas.

La voz B, (de la juventud en el texto del autor irlandés) reúne obras que, desde una toma de posición en su presente, indagan en imaginarios críticos y en temporalidades futuras y en un diálogo con la propia historia del arte. Las obras seleccionadas interpelan las incertidumbres y los dilemas asociados a cada temporalidad histórica y social.

Sobresale en esa sección La Santa Faz, h. 1660, de Zurbarán, La muerte de Orfeo, 1904-1906, de Nemesio Mogrobejo, que por primera vez se expone fuera del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y el tapiz La creación del mundo, h. 1923, de Fernand Léger, todo un manifiesto moderno de los mitos primitivos que fue creado para una escenografía destinada a los Ballets Suecos.

Otras piezas notables son la instalación de Txomin Badiola¿Quién teme al arte? (Side Chairs Piece), 1988-1989, y las propuestas de Susana Solano, Maria Helena Vieira da Silva, Miren Arenzana o Amable Arias.

Para esta ocasión se han producido obras de tres artistas contemporáneos que se incorporan a That Time: The Same Ground, de Ilke Gers, Exergo, de Jorge Moneo y Pausa pulsar, de Ainara LeGardon. Precisamente en la entrada de la muestra se dispone esta magnífica instalación sonora de LeGardon, cuyas voces (sin cuerpo visible) parecieran salir de un conjunto de piezas mudas, cabezas y bustos de autores conocidos y desconocidos de distintas épocas.


Merece la pena acercarse a esta exposición y extraviarse por los estratos del tiempo del arte, esos que modulan nuestra subjetividad.

(EL ESPAÑOL)


https://s1.eestatic.com/2023/07/11/el-cultural/arte/778183057_234645363_1706x960.jpg

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