miércoles, 4 de agosto de 2021

NOTICIA DE "EL PAÍS"

 

Cómo restaurar un tiburón putrefacto: así funciona el ‘servicio posventa’ del arte contemporáneo

Si un cuadro antiguo se deteriora, asumimos que hay que arreglarlo. Sin embargo, no estamos preparados para reaccionar ante la variedad de formatos que ofrece el arte en la actualidad. Hablamos con varios profesionales del sector para descubrir las virguerías que conlleva el proceso de reparación



Hace cinco años, la artista alemana Karin Sander clavó una larga hilera de hortalizas dentro de la madrileña galería Helga de Alvear. No eran esculturas que representaran puerros, coles o berenjenas, sino puerros, coles y berenjenas auténticos, y podía apreciarse en vivo su proceso natural de descomposición. De hecho, un par de semanas después de que se inaugurara las verduras ya presentaban un aspecto muy poco lozano, y de muchas ellas se deslizaba, pared abajo, un pequeño reguero de materia orgánica. Sander actualizaba el tema del barroco de una forma tan hermosa como radical y muchos visitantes disimulaban su desconcierto preguntando por lo bajo: “¿De verdad esto se puede comprar y colgar en casa?”.

Naturalmente, podía comprarse y también colgarse donde fuera, incluida una casa. Como explica Alberto Gallardo, director de la galería: “Las indicaciones de la artista eran bastante flexibles y simplemente dejaban en manos del coleccionista la opción de sustituir las piezas una vez comenzado su deterioro”.

No siempre sucede así. Por ejemplo, la exposición de María Jerez La mancha, que puede verse ahora mismo en Twin Gallery (también en Madrid), incluye varias esculturas hechas con pan, pero en este caso no se espera que los compradores localicen barras y hogazas del mismo tipo y las vaya reponiendo. La autora les propone reproducir los panes en otro material menos perecedero en pos de una vida larga y ajena a la amenaza de la corrupción.

Puerros, coles o berenjenas auténticas. En la exposición se podía apreciar en vivo su proceso natural de descomposición.CORTESÍA DE HELGA DE ALVEAR.

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