martes, 27 de octubre de 2020

GRANDES MECENAS

 

Armando Martins: “Tener obras de arte encerradas en un almacén es una tontería”

El coleccionista portugués cumplió su sueño de abrir un museo de arte contemporáneo en Lisboa




No hay que dejarse engañar por lo que muchos interlocutores pueden percibir a primera vista en Armando Martins, pues detrás de su timidez se encuentra no solo el reconocido desarrollador inmobiliario portugués, sino también el coleccionista de élite cuya visión singular del arte universal, y particularmente del de su país, es disfrutable para cualquier persona con un mínimo de curiosidad.

Martins es poseedor de una colección de más de 400 piezas portuguesas e internacionales, algunas de las cuales han pasado por museos de la talla del Reina Sofía y del Soares dos Reis, y que globalmente conforman un conjunto poderoso, coherente y único por el cual fue destacado en el año 2018 por la Fundación Arco con el prestigioso Premio A.

Bien merecido tiene entonces el sueño del museo propio, que ha cumplido bajo la forma del Museo de Arte Contemporanea Armando Martins (MACAM), si uno observa el rigor con que se ha rodeado de piezas que, además de ser excepcionales, se potencian en el rico diálogo al que, como un titiritero, Martins las llama. Piezas de artistas tan disímiles y brillantes como Vik Muniz, Jorge Macchi, Antoni Tàpies, Santiago Ydáñez, Ernesto Neto, Eduardo Viana, Albert Oehlen, José Damasceno y Liam Gillick.

Pero este es el resultado de un esfuerzo que llevó décadas, causalidades, sentido estético y algunas casualidades. “Cuando tenía 18 años, un amigo mayor que yo que trabajaba en un banco y es natural de mi pueblo me dijo: ‘Tengo un cliente que me ha propuesto venderme 35 serigrafías, pero no tengo dinero para entrar solo, ¿vamos 50 y 50?’ Naturalmente, acepté. Y así empecé. Luego, cuando mi amigo se jubiló puso una galería de arte, pero lo cierto es que durante años fue un marchand muy particular, y me ha contagiado mucho el amor por el coleccionismo. Y en 1974 decidí comprar mi primera pintura original, que es de un artista portugués. Con lo que ganaba, ¡creo que tuve que pagarla durante seis meses! Hasta que en 1985 retomé activamente la compra de arte, particularmente del siglo XX portugués”, dice Martins con un tono que combina un pudor agradable con una saludable falta de solemnidad.

Inmediatamente, agrega: “A mediados de los años noventa amplié el terreno hacia el arte internacional, y hoy tengo no menos de 100 obras importantes en esa categoría. Pero la colección, al contrario de lo que puede parecer, fue avanzando de a poco, con algunas dificultades. Hasta que en la década del 2000 realmente consideré que debía trabajar para abrir un museo de arte contemporáneo en Lisboa. Por una serie de circunstancias, yo considero que todo lo que haga debe ser por mi cuenta, sin depender de nadie, especialmente de las empresas públicas. Así que compré un palacio de tres plantas, del siglo XVIII, que pertenecía a una familia muy importante, específicamente para hacer el museo. Y abrirá dentro de pocos meses con varias reformas pero con la fachada original, aunque creo que es importante aclarar que será financiado exclusivamente con capitales propios”.

Más de 4.500 metros cuadrados dedicados exclusivamente a exposiciones albergará el sueño de Armando, quien a medida que avanza la conversación con EL PAÍS va mostrando un creciente entusiasmo juvenil que, como la pasión por el coleccionismo, también se contagia. Y entretanto nos enteramos de que el antiguo Palácio dos Condes da Ribeira Grande tendrá, además de un museo único en su especie, un hotel con 64 habitaciones y una sofisticación infrecuente.


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