La fuerza del color fue la característica más destacada de la pintura de Leopoldo F. Varela (O Porriño, 1929-Vigo, 2007), como firma en sus inicios. Pintor autodidacto, comenzó su trayectoria como acuarelista, técnica con la que se dio a conocer al público en 1954 en la sala Foto Club de Vigo y por la que en 1972 recibió una medalla de plata en la Bienal de Arte de Pontevedra.
La exposición muestra su producción desde comienzos de los años setenta, coincidiendo con el momento en el que el óleo adquiere protagonismo en su obra y adopta los postulados de la Escuela de Madrid, seguidora del estilo de Benjamín Palencia; una pintura figurativa, no académica, que reinterpreta la realidad desde los elementos constructivos del cubismo y el cromatismofauve con la intención de trasmitir los elementos esenciales del paisaje, huyendo de los tópicos. Leopoldo logra en estos años un estilo de madurez caracterizado por una paleta muy alegre, tal y como mencionaba la crítica tras su participación en laIX Exposición ó ar libre, celebrada en 1976 en la plaza de A Princesa de Vigo, una de las muchas muestras a las que concurrió fruto de su incursión en el ambiente cultural de la ciudad, donde era asiduo a la tertulia del Eligio. Su actividad expositiva no se circunscribió a la Ciudad Olívica y su obra también se pudo ver en galerías del resto de Galicia, en Madrid y al otro lado del Atlántico.
A finales de la década de los setenta su pintura abandona los parámetros de la Escuela de Madrid, de los que mantendrá la intensidad del color sin dudar en transgredir los tonos de la naturaleza, para adentrarse en un estilo personal que evoluciona hacia un expresionismo cromático centrado en las posibilidades plásticas de la materia aplicada con la espátula de un modo muy gestual, con fuerza; no pinta, sino que modela el pigmento, en ocasiones aplicándolo con los dedos para transmitir el color del paisaje gallego, del que siempre afirmó que era mucho más de lo que se ve, por ello Blanco Amor llegó a decirle: "Tú en la pintura sacas a flor de tierra lo que no vemos los demás". Porque Leopoldo Varela no transcribe el paisaje miméticamente, sino que lo representa como él lo ve, tamizado por el mundo de los sentidos, con la capacidad de plasmar el instante.
Su obsesión por el color lo llevó, en los años noventa, a experimentar con la materia sin más pretensión que hacer protagonista al pigmento del proceso de ejecución de la obra, estampando el papel sobre un cristal impregnado de óleo, serie que él denominaba El Invento, o explorando las posibilidades que le proporcionaba la aguada, tanto aplicada con esponjas como permitiendo que se expandiese por el soporte. Unas obras que por primera vez se muestran al público.
Leopoldo no temió perder el vínculo con la realidad para priorizar la atmosfera y el color, intuyendo formas por toda la superficie en referencia a la pintura de Turner, cuya manera de interpretar el paisaje fue uno de sus referentes.
Licenciado en Económicas por la Universidad de Santiago de Compostela, comienza su actividad expositiva en la I Bienal de Arte de Pontevedra en 1974, año en que viaja a París para acercarse a la pintura francesa y europea. Continúa su actividad expositiva en la muestra colectiva Homenaje a Castelao en Ourense (1975), y un año más tarde se traslada a Madrid para realizar el servicio militar. En 1977 regresa a su ciudad natal y prosiguen las muestras colectivas en Vigo, Santiago de Compostela y Pontevedra hasta que en 1978 realiza su primera presentación individual en la Galería Matisse de Santiago. Desde ese momento, combina las exposiciones individuales y las colectivas en ciudades como Vigo, Pontevedra, Madrid o Lorient (Francia). Se integra en los jóvenes círculos artísticos vigueses de finales de los setenta, ávidos de una modernización en el contexto de la transición democrática. En su estudio, ubicado en San Paio de Navia —parroquia de la periferia de Vigo—, se celebran tertulias y es un lugar de encuentro de artistas y vecinos. Su inquietud y curiosidad le llevan a visitar Nueva York en 1980 junto con Antón Patiño, Menchu Lamas y Ánxel Huete para conocer de cerca, entre otras, las obras de los artistas abstractos americanos. Este viaje supone el germen del movimiento Atlántica que nace ese mismo año en Baiona, donde se celebra la primera muestra del colectivo —renovador de la plástica gallega— en el antiguo Hospital del Santo Espíritu, y un año después, participa en la exposición celebrada en el Centro Cultural de la Villa de Madrid. Un trágico accidente acaba de manera prematura con su vida cuando tan solo contaba con veintiocho años; trunca una de las trayectorias pictóricas más prometedoras del arte gallego de inicios de los ochenta. Después de su muerte, se celebran homenajes y muestras individuales (la más relevante es la antológica de la Casa de las Artes viguesa en 1993, que supone su consagración) y su pintura se integra en importantes exposiciones colectivas, así como en reputadas colecciones de museos e instituciones, y también particulares.
Comprometido con la cultura y con Galicia su genuino universo pictórico personaliza sus referencias; Matisse —con su joie de vivre—, así como el expresionismo americano de De Kooning y el germano de Emil Nolde; todo ello para representar con dinamismo, frescura y energía lo que está a su alrededor, lo cotidiano y sencillo, que somete a un intenso proceso sintetizador. En su obra late un intimismo vitalista y predominan las temáticas tradicionales de la naturaleza muerta y el paisaje —la ventana es uno de sus motivos más recurrentes—; de la misma forma aborda la figura, siempre con un afán renovador. Fusiona orden y desorden, figuración y abstracción… de manera que su trabajo está definido por la tensión y, por encima de todo, por el color de tonos alegres, diluidos y nerviosos.
En la Colección Afundación figuran tres obras pictóricas del artista vigués. En Ventana (1980), representa este elemento arquitectónico —recurrente en su imaginario— con una forma rectangular, estructurada en diversos cuadrados y entreabierta. Recurre al trampantojo de tal forma que el espacio pictórico simula ser una continuación del espacio real, en una esquemática composición, llena de gestualidad y alegría, en verdes, negros, ocres y blancos, que evocan las pinceladas fauvistas. En las sinópticas y abstractas obras de 1979 y 1981, la pincelada ágil se sirve de un variado cromatismo de paleta, más contrastada, para componer unas complejas formas con la sugerencia de elementos orgánicos, derrochando espontaneidad y dinamismo.
Imagina transportarte a un viaje emocionante a través de los canales de Venecia durante el siglo XVIII o a la animada vida cultural del Nueva York de los años 40 a través de la mirada de Canaletto o de Piet Mondrian, respectivamente. O pasear allá por 1845 por la calle Unter den Linden, sede de la ópera de Berlín, bajo la cálida luz de un atardecer de finales de verano retratada por Eduard Gaertner.
El arte es mucho más que una pintura o un lienzo: es un mapa que nos transporta a distintas ciudades, historias, culturas y épocas a través de sus autores.
En eso se centra esta actividad navideña del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza que invita a niños y familias a viajar y explorar ciudades a través del arte.
Será un plan familiar muy estimulante y enriquecedor para grandes y pequeños que podrán conocer obras de arte que funcionan como un punto de partida para descubrir lugares y paisajes. Son pinturas de gran relevancia y cargadas de historia que se convierten en destinos maravillosos para ver el mundo desde otra perspectiva sin salir del propio museo.
Este recorrido temático por diferentes salas de la mano de una guía experta en las colecciones del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza se convierte en una oportunidad única para conectar la representación artística con la vida real y con el concepto del viaje y su evolución a lo largo de la historia.
Próximo destino: obras maestras únicas
Destacamos una selección de obras que formarán parte de este recorrido para apreciar el arte y a sus creadores como nunca antes:
El representante más destacado del género de vistas urbanas en la Venecia del siglo XVIII es, sin duda, el pintor y grabador italiano Canaletto. Un destino, sin duda, obligado en la formación y educación de los lores ingleses del siglo XVIII, quienes, al igual que otros viajeros, encontraron en estas vistas el objeto ideal con que recordar su aventura de juventud. Sus obras destacan por la luz y el dinamismo.
El pintor vanguardista neerlandés Piet Mondrian pasó los últimos años de su vida en Nueva York. Como consecuencia del impacto que le produjeron Manhattan y la cultura americana, al que se sumaba su interés por la música jazz, su pintura abstracta adquirió una mayor libertad y un ritmo más vivo.
Jan Van Kessel III, artista flamenco, residió en Madrid desde 1680 y trabajó en la corte de Carlos I. En esta pintura nos muestra una visión de esta zona de Madrid tal y como debía de ser en los años del reinado del último de los Austrias. Un viejo paseo de San Jerónimo en su concurrencia con la Carrera del mismo nombre, es decir, el lugar donde se encuentra la sede del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
PLa exposición ‘Picasso, Memoria y Deseo’ convoca en Málaga un centenar de obras de artistas clave del siglo XX
El óleo de Picasso ‘Estudio con Cabeza de Yeso’, préstamo del MoMa, dialoga en el Museo Picasso Málaga con piezas de Léger, Cocteau, De Chirico, Man Ray, Magritte, Juan Gris y Dora Maar
La nueva exposición temporal del Museo Picasso Málaga reúne más de un centenar de obras de figuras de arte del siglo XX, como Giorgio de Chirico, Fernand Léger, Jean Cocteau, Man Ray o René Magritte, escogidas por su relación con el óleo de Picasso ‘Estudio con cabeza de yeso’ (1925).‘Picasso. Memoria y Deseo’ ofrece un diálogo entre la memoria y el deseo, el tiempo histórico y la modernidad, adentrándose en el modo en que la subjetividad transforma los símbolos de la cultura.
La muestra ha sido inaugurada hoy por la viceconsejera de Cultura y Deporte, Macarena O’Neill, acompañada por el director artístico del Museo Picasso Málaga, Miguel López Remiro, y la directora de división de Actividades, Comunicación e Imagen de la Fundación Unicaja, Cristina Rico. Podrá verse hasta el 12 de abril y cuenta con el patrocinio de la Fundación Unicaja.
Comisariada por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, Eugenio Carmona, esta exposición parte del óleo pintado por Picasso hace ahora cien años, ‘Estudio con cabeza de yeso’ (1925), perteneciente a la colección del Museum of Modern Art de Nueva York (MoMa). Lienzo que generó una línea divisoria en la producción de Picasso, ya que marcó su salida del periodo clásico y produjo un gran cambio en la evolución de su personalidad artística.
Tomando este óleo como punto de partida, la muestra, “una de las más ambiciosas de la programación de Museo Picasso Málaga”, según ha desatacado Macarena O’Neill, explora la compleja relación entre las imágenes y derivas del sujeto moderno a través de la obra de Picasso y de sus contemporáneos. Así, el recorrido reúne óleos, dibujos, fotografías y textos de varias figuras clave de las vanguardias del arte del siglo XX, así como del llamao Arte Nuevo - Giorgio de Chirico, Fernand Léger, Jean Cocteau, Man Ray, René Magritte, Brassaï, Kertész, Dora Maar, Eileen Agar, Claude Cahun, Juan Gris, José Moreno Villa, Benjamín Palencia y Gregorio Prieto, además de recoger la interpretación que Salvador Dalí y Federico García Lorca hicieron de la citada obra de Picasso.
“El cuadro marcó un antes y un después en la trayectoria de Picasso y, por ende, en la historia del arte”, ha valorado O’Neill, quien ha agradecido a la veintena de instituciones prestatarias de EEUU, Francia, Reino Unido, Países Bajos y España, “una generosidad que ha hecho posible que muchas de estas obras sean exhibidas en Andalucía por vez primera”.
O'Neill ha enmarcado a esta exposición dentro de los objetivos fundacionales del museo, ya que “da a conocer una obra muy relevante, a la par que poco conocida, de Picasso, poniéndola en relación con las de otras figuras destacadas de las vanguardias históricas, incluyendo a los autores de la Generación del 27. Un trabajo que, además, ha permitido tender puentes entre el Museo Picasso Málaga y otras grandes instituciones artísticas internacionales”.
Resignificación del pasado
‘Picasso. Memoria y Deseo’ reflexiona sobre el sistema de las imágenes y su relación con el devenir del sujeto moderno en la obra de Picasso y sus contemporáneos. La propuesta parte de la obra ‘Estudio con cabeza de yeso’, en la que Picasso resignifica el busto antiguo de yeso haciendo un emblema del presente y realiza una evocación encubierta de su padre, José Ruiz y Blasco, profesor de dibujo en el sistema de Bellas Artes.
La resignificación del busto antiguo de yeso, el juego de los rostros desdoblados y la sensación de extrañamiento de las sombras no fueron elementos privativos del arte de Picasso. Giorgio de Chirico había anticipado el uso de algunos de estos recursos y aún los mantenía en su pintura en la década de 1920. Las figuras de De Chirico son inertes y niegan la visión hacia el exterior. Las de Picasso estallan en su vida interior y enfatizan la pulsión de la mirada. De Chirico plantea una paradoja. Picasso muestra un conflicto.
A los nombres de De Chirico y Picasso hay que añadir, desde 1924, el de Fernand Léger, quien introdujo el busto de yeso y el perfil en sombras al mismo tiempo.
‘Estudio con cabeza de yeso’ se reprodujo en varias revistas de la época y suscitó rápidamente el interés de numerosos creadores contemporáneos. Así, Salvador Dalí, se apropió en 1926 de los iconos picassianos y les dio un nuevo sentido relacionando el busto con la iconografía cristiana de la decapitación y lo utilizó para formalizar su autorretrato. Los “rostros desdoblados” expresaron en su obra las tensiones en torno a la identidad del arte moderno, en diálogo y controversia juvenil con García Lorca.
A su vez, Federico García Lorca compartió con Dalí el referente del busto, la sombra y el desdoblamiento del rostro como signos de los conflictos del yo amoroso. La lectura que ambos hicieron de Picasso constituye uno de los núcleos desde los que se articula este proyecto expositivo.
Jean Cocteau, en su constante interacción con Picasso, convirtió el busto y los rostros desdoblados en parte de su reflexión sobre la pervivencia contemporánea del mito de Orfeo, como metáfora del vínculo entre amor, muerte y creación, y al mismo tiempo como un modelo de autorrepresentación.
Man Ray manipuló la efigie de Venus para cuestionar las relaciones entre erotismo y cultura, y desplazó la semiología del busto hacia la petrificación atemporal de su propia imagen.
Carl Van Vechten, influido por Picasso y Cocteau, trasladó estos motivos al contexto del Harlem Renaissance y de la vague nègre, fotografiando entre otros al modelo senegalés François “Féral” Benga.
Felice Casorati y Jean Metzinger situaron el busto en escenarios domésticos tratados como espacios artísticos, mientras que René Magritte, retomando las propuestas de Picasso y Cocteau, lo convirtió en un motivo recurrente desde 1925 hasta su serie ‘La Mémoire’. El busto, en su obra, se asocia con lo femenino, con la memoria y con el trauma, portando heridas arbitrarias que revelan la paradoja de la fragilidad.
Fotografía
En el ámbito de la fotografía, Walker Evans y André Kertész hicieron de su propia sombra un icono. Brassaï, Dora Maar y de nuevo Kertész, al experimentar la calle como un espacio onírico y al trabajar con maniquíes comerciales femeninos como esculturas involuntarias, replicaron y resignificaron el busto clásico, desdibujando la frontera entre lo cotidiano y lo artístico y señalando la alienación de los códigos de género.
Brassaï y Dora Maar, además, documentaron el taller de esculturas de Picasso en Boisgeloup como una transfiguración moderna de las salas académicas de yeso.
Las cuestiones de género se amplían con Eileen Agar y Claude Cahun. Agar, en diálogo con la naturaleza y con un busto clásico de figura masculina contemporánea, invirtió los roles asignados a las mujeres en el surrealismo, transformándolas en agentes activas de la mirada. Cahun, junto a Marcel Moore, realizó un “doble busto” que se ha convertido en un referente pionero del arte transgénero, en una reflexión radical sobre la identidad.
Finalmente, Juan Gris, como Picasso, incorporó el busto antiguo en bodegones que funcionaban como homenajes a las artes, introduciendo las formas blandas que más tarde retomaría Dalí. Y, en el contexto español, José Moreno Villa, Gregorio Prieto, Joaquín Peinado, Benjamín Palencia y Enrique Climent —figuras del Arte Nuevo— entendieron la cita al arte antiguo no como anacronismo ni rendición, sino como un diálogo vivo entre los estratos del tiempo.
La obra maestra desconocida
En 1924 durante unas vacaciones en Juan-les-Pins, Picasso realiza los dibujos conocidos como las “constelaciones” en donde puntos de tinta conectados por finas líneas forman guitarras y mandolinas. En 1931, parte de estos dibujos serán trasladados a madera por Georges Aubert y publicados por Ambroise Vollard y Blaise Cendrars, ilustrando el célebre relato de Honoré de Balzac, ‘La obra maestra desconocida’ (1831). La publicación incluye además otros dibujos de Picasso ejecutados entre 1927 y 1931 y unos aguafuertes sobre el tema el artista y su modelo.
Con este motivo, la exposición ‘Picasso, memoria y deseo’ presenta una instalación en la que la voz en off del barítono malagueño Carlos Álvarez narra en varios idiomas fragmentos de esta obra mientras el visitante transita por un pasillo en donde se pueden ver las “constelaciones” del Cuadernos 30, y los dibujos de cabezas dobles y rostros del cuaderno 31 que sirvió para ilustrar la edición de este relato.
Prestatarios
Entre la veintena de colecciones e instituciones museísticas que han colaborado prestando obras para hacer realidad esta muestra hay que citar a The Museum of Modern Art, Musée du Louvre, Centre Georges Pompidou, Musée national d'art moderne, Musée national Picasso-Paris, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, National Gallery of Art, Philadelphia Museum of Art, Peggy Guggenheim Collection, Musée d'Art Moderne de Paris, Rijksmuseum Kröller-Müller, Museu Picasso Barcelona, Fundació Gala-Salvador Dalí, Musée Magritte, Museu Coleção Berardo, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso, Nahmad Contemporary, Galería Guillermo de Osma, Lee Miller Archives, Colección Arte ABANCA, Museo Casa Natal Picasso, Museo de Málaga y Museo Gregorio Prieto.