viernes, 21 de julio de 2023

OSCAR SAN MIGUEL ERICE

 


Okuda: "En Cantabria me estudian en todos los colegios junto a Andy Warhol"

Recorre el planeta interviniendo edificios e inaugurando esculturas gigantes. Al artista santanderino Okuda San Miguel el mundo se le ha quedado pequeño. Acaba de inaugurar museo en la madrileña Gran Vía y el próximo otoño conquista China

El próximo septiembre lo pasará recorriendo China, el país donde montó tres esculturas durante la pandemia y donde tiene cuatro exposiciones en marcha. La primavera y el verano han transcurrido entre la feria Art Busan de Corea, la presentación de una exposición individual en Panamá, la inauguración de una escultura gigante en Ohio y por supuesto la playa de los caballos, en Cuchía, la localidad cántabra donde viven sus padres, Amalia y Andrés, y sus dos hermanos Andrés y Mayte. El globo se le ha quedado pequeño a Óscar San Miguel Erice, más conocido como Okuda (Santander, 43 años), un pintor, escultor y diseñador famoso por sus obras de formas geométricas y colores estridentes que desde su ciudad natal ha conquistado el planeta. El mercado chino ha sido su última victoria: «Allí mi lenguaje funciona muy bien, ‘digitaloide’ y futurista», nos cuenta en su estudio de Usera, en Madrid, su ciudad de adopción, una nave luminosa de varios pisos donde sus piezas ‘digitaloides’ y futuristas llenan de color el espacio blanco y diáfano.

Parece increíble que este chico, criado en una familia de trabajadores de la hostelería totalmente ajena al mundo del arte, haya montado semejante tinglado. Entendamos por tinglado una empresa con 25 empleados y capaz de generar obras que van desde un cuadro, a una escultura de gran tamaño, así como intervenciones plásticas –desde Malasaña hasta Tahití– en todo tipo de edificios, como iglesias, un castillo francés del siglo XIX o el famoso faro de Ajo, en Cantabria, que generó tanta expectación como polémica.


Okuda no para. Y no sólo nos referimos al aspecto creativo. También a su inagotable actividad física y mental: «Estoy superconectado por redes a lo que hacen los artistas y las galerías que me gustan. También a mis amigos, creativos, músicos, diseñadores… También sigo los desfiles porque me encanta la moda». Y aunque dada su hiperactividad nadie lo diría, asegura que duerme ocho o nueve horas del tirón y cuando se sube a un avión a veces no le da tiempo ni a recostar el asiento. Su autoexigencia y afán competitivo podrían ser la explicación a su inagotable actividad: «Cuando eres tu propio jefe puedes llegar más lejos o menos. Ahora mismo podría tirarme tres meses de vacaciones, pero yo lo que quiero es seguir creciendo y evolucionando como artista».


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