Tàpies en Zabalaga
La obra de estos artistas, subraya la directora de Chillida Leku, «no solo dialoga entre sí, sino que además lo hace también con el propio caserío, que fue restaurado por Eduardo Chillida, y que es una obra más del escultor donostiarra. El vínculo entre la obra de los dos artistas resulta casi palpable, como si estuviéramos presenciando un conversatorio de los tantos que mantuvieron en vida. Este entusiasmo que siento cuando contemplo la exposición, lo veo también y lo he bebido de las familias de ambos escultores que, junto con el equipo de la Fundación Antoni Tàpies y de Chillida Leku, han vivido con ilusión todo el proceso de materialización de esta muestra. Las obras de Tàpies nos ayudan a expandir el universo de Eduardo Chillida, a acercarnos a él de formas en las que nunca lo habíamos hecho. Su figura crece al lado de la del artista catalán y viceversa».
Hay un extraordinario paralelismo en las trayectorias vitales de estas dos grandes figuras del arte del siglo XX. Las biografías de Antoni Tàpies y Eduardo Chillida guardan varios puntos en común y presentan itinerarios paralelos que convergen en diversos momentos históricos y creativos. Esta exposición no solo ahonda en estos puntos, sino también en aquellos otros que marcaron la personalidad intransferible de cada uno de los artistas.
El material con el que están realizadas gran parte de las esculturas que integran la exposición es la tierra chamota, que actúa como nexo de unión entre ambos. Fue en 1981 cuando Tàpies comenzó a experimentar con las posibilidades de esta técnica en el taller del ceramista Hans Spinner. En esta época, el artista catalán recibió varias invitaciones para acudir a trabajar la cerámica al taller del galerista Aimé Maeght en Saint-Paul-de-Vence (Francia). Eduardo Chillida, que había descubierto este material en esos mismos hornos, insistió entonces a Tàpies para que aceptara la invitación y se animara a trabajar con la tierra chamota. Es entonces cuando comienza su producción de barros cocidos.
La relación entre Tàpies y Chillida se consolida también en el plano teórico: en su trato con la materia y su voluntad de trascenderla como camino hacia la espiritualidad, en la presencia de la filosofía y la poesía en sus obras o en el interés por el espiritualismo oriental. Todo ello cristaliza en un enfoque humanista del trabajo artístico con el que ambos artistas subrayaban la capacidad transformadora del arte. La selección de obras, algunas de las cuales pueden verse por primera vez fuera de la Fundación Antoni Tàpies, pone en evidencia el lenguaje propio y distintivo del artista y permite que el público que se acerque al caserío Zabalaga descubra también el repertorio iconográfico del artista catalán.
(ABC)
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