viernes, 10 de diciembre de 2021

ANTONI TÀPIES EN CHILLIDA LEKU

 


Tàpies en Zabalaga


El Caserío Zabalaga alberga desde el 10 de junio una muestra centrada en las esculturas de gran formato del artista catalán.


Chillida Leku 
inicia este año una nueva línea expositiva con un programa de artistas invitados cuya obra nos acerque más al universo de Eduardo Chillida (1924-2002). Este nuevo proyecto arranca con 'Tàpies en Zabalaga', una muestra en homenaje al creador catalán Antoni Tàpies (1923-2012) cuya obra, al igual que la del escultor vasco, dejó una profunda huella en la evolución del arte moderno y contemporáneo.



La exposición, patrocinada por la Fundación Iberdrola España, que ha cedido para la muestra dos obras –'Vuit creus' [Ocho cruces] (1981) y 'Empremtes de fulla' [Huellas de hoja] (1982)– se despliega en el piso superior del caserío Zabalaga y podrá visitarse hasta el 10 de enero de 2022. Está compuesta por una selección de obras de pequeño y gran formato, fundamentalmente esculturas, fechadas entre los años 80 y 90. De esta forma, entablan un diálogo directo con el propio caserío Zabalaga, espacio que fue restaurado por el artista donostiarra. La muestra cuenta con la colaboración la Fundación Antoni Tàpies y de la familia Tapiès, así como con préstamos de diversas colecciones privadas.




«Es una gran responsabilidad para nosotros abrir el museo a otros artistas –dice Mireia Massagué, directora de Chillida Leku y comisaria de la muestra–. Sin duda, la obra y la figura de Antoni Tàpies son perfectas para entablar un diálogo con el legado histórico de Eduardo Chillida y esta exposición hunde sus raíces en los principios comunes que guiaron la vida y la práctica artística de ambos». Comenta que «solo Tàpies podía ser el primer artista en dialogar con la obra de Chillida en el caserío Zabalaga. No podía ser otro». Lo explica así: «Solo podía ser él por muchas razones, no solamente por las innumerables veces que coincidieron (en la Bienal de Venecia de 1958, en Europalia en 1986, en la galería Maeght o en los talleres de Saint-Paul-de-Vence), sino porque ambos transitaron los mismos caminos, aunque lo hicieran de diferentes formas. Si hay algo que une por encima de todo a estos dos artistas es el respeto que sentían por la materia, a la que trataban de muy diferente forma, pero siempre como a algo vivo, trascendiéndola, reuniendo en ella los principios filosóficos, vitales, espirituales que a ambos les movían».


La obra de estos artistas, subraya la directora de Chillida Leku, «no solo dialoga entre sí, sino que además lo hace también con el propio caserío, que fue restaurado por Eduardo Chillida, y que es una obra más del escultor donostiarra. El vínculo entre la obra de los dos artistas resulta casi palpable, como si estuviéramos presenciando un conversatorio de los tantos que mantuvieron en vida. Este entusiasmo que siento cuando contemplo la exposición, lo veo también y lo he bebido de las familias de ambos escultores que, junto con el equipo de la Fundación Antoni Tàpies y de Chillida Leku, han vivido con ilusión todo el proceso de materialización de esta muestra. Las obras de Tàpies nos ayudan a expandir el universo de Eduardo Chillida, a acercarnos a él de formas en las que nunca lo habíamos hecho. Su figura crece al lado de la del artista catalán y viceversa».


Hay un extraordinario paralelismo en las trayectorias vitales de estas dos grandes figuras del arte del siglo XX. Las biografías de Antoni Tàpies y Eduardo Chillida guardan varios puntos en común y presentan itinerarios paralelos que convergen en diversos momentos históricos y creativos. Esta exposición no solo ahonda en estos puntos, sino también en aquellos otros que marcaron la personalidad intransferible de cada uno de los artistas.

El material con el que están realizadas gran parte de las esculturas que integran la exposición es la tierra chamota, que actúa como nexo de unión entre ambos. Fue en 1981 cuando Tàpies comenzó a experimentar con las posibilidades de esta técnica en el taller del ceramista Hans Spinner. En esta época, el artista catalán recibió varias invitaciones para acudir a trabajar la cerámica al taller del galerista Aimé Maeght en Saint-Paul-de-Vence (Francia). Eduardo Chillida, que había descubierto este material en esos mismos hornos, insistió entonces a Tàpies para que aceptara la invitación y se animara a trabajar con la tierra chamota. Es entonces cuando comienza su producción de barros cocidos.


La relación entre Tàpies y Chillida se consolida también en el plano teórico: en su trato con la materia y su voluntad de trascenderla como camino hacia la espiritualidad, en la presencia de la filosofía y la poesía en sus obras o en el interés por el espiritualismo oriental. Todo ello cristaliza en un enfoque humanista del trabajo artístico con el que ambos artistas subrayaban la capacidad transformadora del arte. La selección de obras, algunas de las cuales pueden verse por primera vez fuera de la Fundación Antoni Tàpies, pone en evidencia el lenguaje propio y distintivo del artista y permite que el público que se acerque al caserío Zabalaga descubra también el repertorio iconográfico del artista catalán.

(ABC)


No hay comentarios:

Publicar un comentario