domingo, 20 de mayo de 2018

DE EXPONER EN INSTAGRAN A PINTAR GENTE FAMOSA




Con un retuit empezó todo. Al artista mallorquín René Álvarez Mäkelä aún le cuesta asimilar que sus obras hayan viajado de su sencillo estudio de pintura, una antigua carnicería en el cosmopolita barrio de Santa Catalina de Palma, hasta las mansiones de estrellas del fútbol americano como Cam Newton o modelos como Cara Delevigne. El retuit del periodista Andreu Buenafuente a la fotografía de uno de sus cuadros, le llevó a recibir encargos del campeón del mundo de motociclismo Jorge Lorenzo. Y a partir de ahí, se produjo un efecto dominó en redes sociales, como Instagram, que ha culminado con un trabajo para el hospital que la fundación Raising Malawi, impulsada por Madonna en Malaui.
 

“Instagram me ha permitido saltar la barrera física y llegar a rincones que de otra forma habría sido imposible”, dice el pintor de cuarenta años, cuyas obras —de grandes dimensiones en colores flúor y centradas en retratos hiperrealistas de personajes célebres— decoran las paredes de la mansión londinense de Cara Delevigne. Tras estudiar publicidad, comenzó una carrera profesional como guionista en programas y documentales hasta que un paro laboral en el mundo televisivo le llevó a retomar lo que entonces era un hobbie: pintar obras enmarcadas en el “pop street art”. Trabajos que ahora vende a celebrities por un precio que prefiere no desvelar. “Jorge Lorenzo vio un retrato en tonos flúor que hice de Salvador Dalí y se puso en contacto conmigo a través de un mensaje privado de Twitter. A raíz de eso me encargó otro de Michael Jackson y uno de Michael Jordan”, relata Álvarez Mäkelä.


Su primer acercamiento con el mundo de la fama ocurrió cuando la modelo Cara Delevigne publicó en Instagram la fotografía de uno de sus trabajos, en el que ella era la protagonista. Se convirtió en viral: “Vio uno de los cuadros que pinté con su cara a través de la redes sociales y contactó conmigo para pedírmelo porque le había gustado mucho y lo quería para su casa de Londres. Puso la foto en Instagram, donde tiene 40 millones de seguidores, y fue una locura”. La publicación tuvo más de 450 mil “me gusta” y su celular comenzó a sonar de manera imparable. Fue esa publicación de la modelo y actriz la que provocó el salto de sus obras al otro lado del Atlántico, donde llegó a la estrella de la NBA Austin Rivers, jugador de Los Ángeles Clippers: a través de un mensaje privado le pidió un cuadro de Mohamed Ali de más de dos metros de altura.


 

Y el arte se hizo viral

 
Los encargos y las publicaciones en redes sociales pusieron de moda sus obras entre los deportistas americanos. En pocos meses,  Álvarez Mäkelä pintó un lienzo para Cam Newton, jugador de la NFL e imagen de la firma Under Amour; un cuadro de más de tres metros sobre Mohamed Ali para el jugador de béisbol y ex novio de Rihanna, Matt Kemp; y dos cuadros basados en retratos de Basquiat para los jugadores de béisbol Manny Machado y Yonder Alonso. Además comenzó a recibir muchos encargos de otros jugadores de baloncesto y fútbol americano. “Si no tengo la presión de una fecha concreta, tardo algo más de un mes en pintarlos. Por sus grandes dimensiones, envío las obras a Estados Unidos desmontadas. Después, me desplazo para colgarlos en las paredes elegidas”, cuenta Álvarez Mäkelä.
 
 
 
Con tanta viralidad, su obra llegó a ojos de Madonna, que pidió a su fundación Raising Malawi que se pusiera en contacto con el artista para encargarle dos enormes murales para dotar de arte las paredes del hospital que estaba terminando de construir en el país. “Fue todo muy rápido. Me lo pidieron, mandé una idea y a ella le encantó. En una semana lo tramitaron todo para que fuera a pintar a Malaui.", explica el artista. "Al llegar estaba yo solo con dos enormes paredes y tuve que trabajar 13 horas al día para poder llegar a la fecha de inauguración del centro”, añade. 
 
Madonna describió al artista como un “perfeccionista al máximo” después de que supervisara personalmente cada pequeño avance de la obra. “Ahora tengo pendiente de entregarle un cuadro para su casa de Lisboa”, cuenta. En un futuro le gustaría trasladarse a pintar dos o tres meses al año a Estados Unidos y exponer en galerías alguna de sus obras. De momento es complicado: "No tengo nada que exponer porque, por suerte, todo lo que pinto ya tiene dueño”.
 
 
 
 
 

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