Hilma af Klint, la artista (injustamente olvidada) cuya figura reivindica una exposición en el Museo Guggenheim
¿Cómo es posible que una artista fundamental del siglo XX haya pasado completamente desapercibida para todo el mundo hasta ahora? Esta pregunta –que podría parecer exagerada pero no lo es en absoluto– es lo primero que suele venir a la cabeza cuando se descubre la obra de Hilma af Klint (Estocolmo, 1862–1944). El Museo Guggenheim de Bilbao ultima una ambiciosa retrospectiva de la artista, que podrá visitarse del 18 de octubre al 2 de febrero del próximo año, y que viene a corregir en parte ese ostracismo al que quedó relegada. La muestra recoge desde sus primeros trabajos de temática tradicional, sus dibujos automáticos y sus series más destacadas, como Pinturas para el templo, Perceval o la dedicada al átomo, hasta sus acuarelas tardías.
Los motivos por los que la figura de Af Klint ha pasado prácticamente desapercibida casi hasta el presente tienen que ver con varios factores pero, fundamentalmente, con la visibilidad que ella misma procuró para sus pinturas. Aunque la artista expuso en vida, todo lo que se mostró se redujo a sus pinturas figurativas y, de manera muy ocasional, las abstractas, que presentó sólo en determinados círculos iniciados y comunidades espirituales afines. En un ejercicio visionario sin precedentes en el mundo del arte, la artista sueca decidió que su obra no se mostrara hasta 20 años después de su muerte –aunque luego fueron muchos más– porque consideraba que el mundo no estaba preparado para ella. Fue entonces cuando inició un lento y minucioso proceso de clasificación y autoedición de su propia obra. De hecho, tuvo que pasar casi un siglo para que su arte recibiera el reconocimiento que merece.
Lucía Agirre, curadora del Museo Guggenheim y que ha comisariado la muestra en colaboración con Tracey R. Bashkoff, Directora Senior de Colecciones y Curator Senior, del Solomon R. Guggenheim Museum, explica así el insólito fenómeno: “Para ella el arte figurativo fue un sistema para ganar dinero. También trabajó como dibujante para manuales de veterinarios y cosas por el estilo y expuso sus pinturas figurativas en exposiciones colectivas. Pero es cierto que la obra que nos resulta más interesante, la abstracta, permaneció oculta y solamente se mostró en dos ocasiones relacionadas, además, con eventos vinculados al teosofismo porque, según ella, era el público que iba a entender su trabajo. A posteriori, decidió mantener sus pinturas ocultas y aunque tuvo ofertas para exhibirlas, decidió que ese momento se pospusiera para que el público pudiese entenderlas mejor. De ahí que fuera una mujer muy comprometida con su trabajo”.
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