Joana Vasconcelos se funde con el Guggenheim
Una valquiria gigante preside el impresionante atrio del Guggenheim Bilbao fundiéndose con las sinuosas curvas ideadas por Frank Gehry. Egeria, como se llama la obra, cumple a la perfección el objetivo que a la artista portuguesa Joana Vasconcelos buscaba al realizar esta pieza especialmente para la pinacoteca bilbaína: mimetizarse con sus formas, expandirse con sus tentáculos de ganchillo por sus curvas y sus espacios con largas ramificaciones de colores. En definitiva, fusionar arquitectura y escultura, por un lado, y apropiarse del museo, hacerlo suyo. Porque Vasconcelos es escultora, es mujer y feminista y toda su obra constituye una reivindicación.
La exposición Joana Vasconcelos. Soy tu espejo, que podrá verse en el Guggenheim Bilbao hasta el 11 de noviembre, constituye una retrospectiva indispensable de esta artista portuguesa, -aunque nacida en París en 1971-, en la que reflexiona en cada una de sus piezas sobre la dualidad de la vida, el conflicto entre lo público y lo privado, entre el lujo y la sencillez de la vida cotidiana, entre el feminismo y la realidad que margina a las mujeres. Y se vale para ello de objetos del día a día: cacerolas, planchas, objetos cubiertos de telas y ganchillo, tenedores de plástico, vasos... objetos que se transforman en sus manos para constituir otro objeto, y ofrecer al espectador un mensaje que siempre busca la interacción del público.
En una selección de 30 obras, la muestra, comisariada por Petra Joos y Enrique Juncosa, hace un repaso por la trayectoria de la artista, desde sus comienzos en 1997, a la que se añaden obras realizadas específicamente para exponerse en Bilbao. Una de ellas Egeria, de la serie de las Valquirias, la más monumental de todas, denominada así en honor de la primera mujer viajera y escritora hispano romana del siglo IV de la que se tienen noticias. De dos toneladas de peso, ha supuesto dos años de ganchillo y telas bordadas a mano para completar los ocho brazos que se expanden por toda la altura del atrio de museo, de 40 metros de alto. Su visión obliga a un recorrido por todas la plantas del museo para observarla desde distintas perspectivas. Otra obra nueva es I'll Be Your Mirror, la obra cristal de whisky, en una representación del consumismo y el poder.
"La exposición está pensada para mirar con tiempo, para pararse, para reflexionar", señala la propia artista, que asistió a la inauguración. La pausa, frente a un mundo "en el que ya no tenemos tiempo para mirar, para pararnos a hablar con alguien".
En el recorrido por su obra el visitante con obras icónicas de la artista como Marilyn, los zapatos gigantes construidos con cazuelas y sus tapas en la que la artista ironiza sobre las dos caras de la identidad de la mujer, los utensilios de cocina y el glamour de los zapatos de tacones imposibles, la Novia, una gigante lampara construida con tampones, o Burka, "mi obra más feminista", dice Vasconcelos, que representa a muchas mujeres, porque "tener que esconder su identidad es algo común para muchas mujeres en el mundo".
Sus obras tienen un largo proceso de elaboración en su taller en el barrio lisboeta de Belem. Primero una idea creativa que luego se traslada a los arquitectos para que adapten la idea a la escala requerida en el lugar en el que va a la instalación para después acabar en manos de los artesanos que después ejecutan la obra durante meses o años, como en el caso de la valquiria que durante cinco meses se apropiará del atrio del Guggenheim y que se ha tardado dos largos años en completar.
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