lunes, 15 de septiembre de 2025

ALGO DE DALÍ

 

Dalí, más allá de la extravagancia


Salvador Dalí siempre tuvo en Gala a su musa más importante.EXPANSION

El artista catalán nos recuerda que lo diferente sigue siendo atractivo.

Figueres no es sólo el lugar donde nació Salvador Dalí el 11 de mayo de 1904. Es también el sitio donde decidió morir. Allí, bajo la cúpula de su Teatro-Museo, descansa uno de los artistas más enigmáticos del siglo XX. Todo Figueres respira a Dalí, como todo Dalí respiró a Figueres. Su vínculo con esta localidad catalana no fue solo geográfico. Fue un vínculo emocional, profundo, simbólico.

Dalí consideraba su nombre como una señal que le acompañaría siempre y que fue bautizado como Salvador en homenaje a su hermano muerto. Se cuenta que, una vez, su padre lo llevó al cementerio y, frente a la tumba de este niño de 22 meses le dijo: "Eres la reencarnación de tu hermano". Dalí no pudo más que enmudecer y quedar marcado para siempre, lo que le llevó a intentar ser diferente, brillar tanto que nadie confundiera nunca ni el nombre ni al niño. Ser único, inimitable, irremplazable; crear un Dalí tan Dalí que no quedara espacio para más. Antes, moriría su madre, un golpe que lo devastó. "Fue el golpe más fuerte que he recibido en mi vida. La adoraba. No podía resignarme a la pérdida del ser con quien contaba para hacer invisibles las inevitables manchas de mi alma", afirmó el propio artista.

Salvador Dalí era diferente y lo sabía. Y quizás por eso el mundo lo confundió siempre con un excéntrico. Porque Dalí fue un personaje, sí. Uno perfectamente diseñado, ideado y sentido, que jugaba con la exageración. "Soy un poco teatral", afirmaba. Pero también fue frágil, sensible y tímido. Serena Montesarchio y Pina Varriale afirman en su biografía Dalí, la alquimia de un genio que "la pasión o más bien la búsqueda obstinada del inconformismo empuja a Dalí a construir a lo largo del tiempo una imagen de sí mismo que es también, en todas sus obras, una obra maestra surrealista".

En su adolescencia y juventud, la timidez no le daba tregua. Dalí no era el personaje que el mundo conocería más tarde. Él mismo hablaba del uniforme Dalí. Se escondía detrás de su voz, de su ropa, de su imagen, de sus palabras, de su mirada. Decía que tenía tanto miedo de mostrarse que se inventó un disfraz para no sufrir. Así que el uniforme se convirtió en su traje y la máscara creció hasta volverse gigante.

Dalí estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y vivió en la Residencia de Estudiantes, donde encontró comprensión y a un joven poeta andaluz de ojos oscuros y alma luminosa: Federico García Lorca. Entre ambos nació una amistad intensa, creativa, que todavía hoy late en cartas, dibujos y gestos compartidos. En un tiempo como el actual donde compartimos intimidad en unas redes sociales ansiosas por los detalles íntimos, donde la vida de los demás es más escaparate que vida y el cotilleo se ha vuelto una forma de consumo cultural, proteger el misterio es ya una declaración de intenciones, un acto de resistencia. Porque lo importante no es lo que Dalí y Lorca hicieron, sino lo que fueron el uno para el otro. "Cuando hablo de amistad es la más grande amistad que he tenido, no hay ninguna duda", afirmó Dalí.

Dalí pintaba sueños, pero también miedos. Decía que no pintaba bien. En una entrevista le preguntaron: "Usted, ¿qué ha aportado al arte?". "Absolutamente nada. Lo he repetido muchas veces, soy muy mal pintor. Como pintor soy muy malo, o sea como pintor cero. Como genio, el único que existe en los tiempos presentes. Ahora si me comparo con Velázquez, pues mi obra es un desastre". Sin duda una vez más, entre lo teatral y lo excéntrico, lo que le obsesionaba no era sólo la pintura en sí, sino lo que podía hacer con ella. Su admiración por Velázquez, Rafael y Vermeer eran conocidas. Pero para él Velázquez era "el genio supremo", contestó. Quizás porque Velázquez lo enfrentaba con sus propias dudas.

Lo imposible

Sabía que el genio no es el que entiende, sino el que se atreve a explorar más allá. Y cuando el mundo se empeña en buscar significado a cada gesto, a cada imagen... él afirmaba no saber, no entender: "Me parece perfectamente diáfano, cuando mis enemigos, mis amigos y el público en general afirma no entender el significado de las imágenes que surgen y que transcribo en mis cuadros. ¿Cómo los va a entender la gente cuando ni siquiera yo los entiendo, que yo soy quien los hace?".

Y ahí reside su verdad. No entender lo que se piensa, pero seguir pintándolo. Seguir sintiendo, seguir soñando pese a lo que la vida le traía. Y quizás por lo que vivió, sintió esa atracción fatal por el dinero. Dalí luchó contra dificultades económicas. A menudo tuvo que saltarse las comidas, pero en público hacía alarde de serenidad y seguridad, como afirman Montesarchio y Varriale en su biografía sobre el artista. Y como Dalí escribió en su propia historia en Vida Secreta. "Seguimos siendo muy pobres. A estas alturas, vivíamos continuamente entre gente extremadamente rica, pero no teníamos nada o casi nada. Sabíamos, sin embargo, que nuestra fuerza residía en no confesar tanta miseria, porque la lástima de los demás mata".

Con el tiempo, su arte se volvió más espiritualSe acercó a la ciencia, a la religión, al misticismo. Le interesaba la biología, la física cuántica, los ángeles y criticaba la hiperespecialización, "la monstruosa especialización de cada ciencia. Todo está demasiado especializado", afirmaba añorando una visión más amplia del conocimiento. Quería entender el mundo a su manera, siempre intentando escuchar a quien pensaba diferente. Y acompañado de su musa. "Gala logró construirme, con la saliva petrificada de su devoción fanática, una cáscara que protegía mi desnudez excesivamente tierna. Para que el mundo me juzgara vulnerable como una fortaleza, porque por fuera lo era, pero por dentro permanecía blando, maduraba suavemente. Y el día que decidí pintar relojes, pinté relojes blandos".

Dalí se atrevió a ser diferente sin pedir perdón, se atrevió a vencer la timidez que le silenciaba. Mientras corren los días entre algoritmos, filtros, contenido efímero, autenticidades fake y hambrientas etiquetas, Dalí nos sigue hablando en ese lenguaje que disfrazaba y adornaba realidades. Porque en un mundo donde todos pretendemos entender todo, él sigue sin entenderse a sí mismo. Y eso, quizás, sea su legado más honesto. Nos recuerda que la rareza, lo diferente y lo excéntrico tienen más de una lectura. Que la perfección no existe. Que lo no dicho también comunica. Que ser genio no es tener respuestas, sino atreverse a hacerse las preguntas. Que no todo lo que no comprendemos es erróneo. Que la belleza puede surgir del desconcierto. Que a veces hay que mirar más allá de lo obvio, más allá de las etiquetas. En una época donde todos queremos explicarlo todo, donde todos nos autocensuramos, Dalí sigue siendo misterio. Y qué alivio dejar que algo o alguien nos incomode, nos despierte, nos descoloque. Una provocación constante y quizás una invitación a mirar más allá de las apariencias, de la extravagancia; más allá del uniforme.

Adela Balderas | Doctora ADE. Profesora Investigadora Deusto Business School. Investigadora Universidad de Oxford. Profesora Afiliada City Science MIT Media Lab

FARO DE VIGO

 

Arte gallego para la apertura de temporada en galerías de Madrid

Condeduque ofrece una exposición con obras del vigués Lois Patiño, Oliver Laxe o Helena Girón | La galería Luisa Pita lleva al Espacio Jovellanos las piezas de seda salvaje de Pierre Geldenhuys


La apertura de temporada de las galerías y espacios públicos de arte en Madrid es uno de los principales eventos culturales de la capital española. Este fin de semana es el pistoletazo de salida con varias propuestas gallegas. Dos ejemplos son la exposición «Nuevos Imaginarios» en el centro Contemporánea Condeduque; y la muestra «Deconstrucción» en el Espacio Jovellanos.

En cuanto a «Nuevos Imaginarios» se trata de una adaptación de la exposición que acogió el CGAC de Compostela el pasado otoño, comisariada por los gallegos Nicolás Combarro y Miguel Ángel Delgado (este último, de Ciudad Real pero afincado ahora en Galicia).

«Hespérides», de Helena Girón y Samuel M. Delgado. | / .


La inauguración ayer reveló obras de la gallega Helena Girón y el canario Samuel M. Delgado; el vigués Lois Patiño; el lucense Oliver Laxe, Isaki Lacuesta, Laida Lertxundi y Susana de Sousa Dias.

La importancia de este proyecto radica en que las piezas experimentan con el lenguaje cinematográfico. «Hoy en día lo que se denomina en un sentido amplio como cine expandido supone una producción alternativa ala proyección de una sala de cine, experimetnando tanto con sus posibilidades narrativas como a nivel visual, temporal o espacial para dialogar con el espacio expositivo», señalan desde Condeduque.

En elcaso de Oliver Laxe las imágenes muestran la violencia del humano contra la naturaleza en un vínculo con la secuencia de apertura de «O que arde» con las máquinas arrasando árboles (eucaliptos).Por su parte Helena Girón y Samuel M. Delgado exponen «Hespérides», con imágenes tomadas en Canarias. En una presentación pensada para el CGAC señalaban que centraban la pieza audiovisual «en el mito del jardín de las Hespérides», que albergaba la fruta de la inmortalidad.

Para ellos resulta importante rescatar este mito porque «expresa muchos de los miedos que hoy en día tenemos», tales como el miedo a morir.

Por su parte, Lois Patiño señala a FARO esta semana que «se lleva este proyecto a Madrid en una fecha óptima con la apertura de la nueva temporada; es un momento muy dinámico en la ciudad»

Patiño añade que «Condeduque es un espacio muy teatral, con presencia del ladrillo. Ahí las obras dialogan de manera diferente con el espacio».Respecto a su propuesta confiesa que tuvo que realizar una adaptación de su obra. «En el CGAC era un tríptico que se proyectaba sobre una larga pared. En Madrid se adapta como díptico. El concepto de la exposición es el mismo», alrededor del Libro Tibetano de los Muertos.

Pierre Geldenhuys con sus obras en seda / Galería L. seda

Bajo el título de «Flores de piedra cantan» trabaja sobre conceptos que estaban en su película «Samsara» pero profundizando en el color para ofrecer «imágenes oníricas, espectrales».

«Siento esta piezacomo representación del universo que en ‘Samsara’ atravesábamos con los ojos cerrados», señala el artista.

Por su parte el comisario Miguel Ángel Delgado –director de cine que la próxima semana estrena en el Festival de San Sebastián «San Simón»– nos comenta que estaba «muy contento porque con esta labor de comisario habito el cine en otras instancias. Se trata de llevar el cine a otros lugares. Nico Combarro y yo estamos muy contentos con esta muestra. En Galicia ya había funcionado muy bien. Es una exposición bastante necesaria».

Por otra parte el Centro Jovellanos en Madrid inauguró ayer una exposición impulsada por la galería compostelana Luisa Pita. Bajo el título «Deconstrucción» muestra el trabajo del artista sudafricano Pierre Louis Geldenhuys.

«Este es el único artista plástico del mundo que trabaja la técnica de teselación en seda», señala la galerista. Pita explica que la teselación es la creación de un patrón que se repite de manera continua. «Con una única tela de seda se hace un patrón que se repite sin espacios pudiendo extenderse hasta el infinitvo. En el papel sería origami; en las telas es teselación», agrega.


domingo, 7 de septiembre de 2025

A CORUÑA

 


LA BARCA DE CARONTE. La travesía vital de Isaac Díaz Pardo

Coincidiendo con la dedicación del Día de las Artes Gallegas de este año 2025 por parte de la Real Academia Gallega de Bellas Artes a la figura del artista Isaac Díaz Pardo, el Museo de Belas Artes da Coruña organiza la exposición LA BARCA DE CARONTE. La travesía vital de Isaac Díaz Pardo, comisariada por su hijo Xosé Díaz Arias y en colaboración con el equipo técnico facultativo del Museo de Belas Artes da Coruña. El diseño expositivo corre a cargo de Xosé Luis Rey Barreiro.

La exposición

El título de la muestra surge de las dos grandes obras que Isaac realizó en distintas épocas sobre el relato mitológico de la nave del barquero del inframundo. El tema, que insinúa el viaje del pueblo gallego hacia su destino, evoca aquí el propio recorrido creativo del artista, que va desde las artes plásticas al diseño industrial.

La exposición se articula en cinco secciones con las que se pretende mostrar esa trayectoria, desde su primera etapa pictórica hasta la última, diseñística e industrial, pasando por la etapa de transición plástica y la del estudio y puesta en práctica de las señales que trasmite la tradición y la memoria, con la creación del Laboratorio de Formas de Galicia y sus proyectos.

Más información en el sitio web: La Barca de Caronte

El catálogo de la muestra

Se publicará un catálogo sobra la muestra que incluirá textos de Mª Victoria Carvalho Calero Ramos (escritora y crítica de arte y literatura), Juan Manuel Bonet Planes (exdirector del IVAM, del MNCARS y del Instituto Cervantes), Xosé Luis Axeitos (Académico de la RAG), Ruy Farías Iglesias (Universidad de Buenos Aires), Inmaculada Real López (Universidad Complutense de Madrid), Lorenzo Fernández Prieto (Universidad de Santiago de Compostela) y Antonio Río Vázquez (Universidade da Coruña).

 

Actividades complementarias

Desde el Museo de Belas Artes da Coruña sse organizarán diferentes actividades complementarias a la exposición, entre las que se incluyen visitas didácticas a grupos escolares, visitas guiadas a público general y públicos especiales, una jornada científica sobre la figura del artista, un curso, un ciclo de documentales, talleres en familia y conciertos sobre los Carteles de Ciego.


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CENTRO GALLEGO DE ARTE CONTEMPORÁNEO

 

Priscilla Monge. Cuestiones de vida o muerte




La obra de Priscilla Monge, ha sido frecuentemente incluida en la escena posconceptual latinoamericana de los noventa, pero hay que tener en cuenta que en esos años ni Costa Rica ni la región centroamericana a la que pertenece figuraban en los mapas del arte latinoamericano reconocido internacionalmente.

Formada en la Universidad de Costa Rica, donde dominaba una estructura docente ligada a los esquemas de las bellas artes académicas, y tras un periodo de estancia en Bélgica, retorna a su país natal donde desarrolla una obra contundente y revulsiva que tiende a poner al descubierto los sistemas de opresión, exclusión, discriminación y dominio en la vida cotidiana; en definitiva, todo aquello de lo que ni se suele ni se quiere hablar: los insultos, los gestos, lo incómodo, en definitiva la pervivencia de formas arcaicas e injustas en un mundo moderno solo en apariencia. En ese sentido sus obras son pioneras en muchos sentidos y no solo en Centroamérica, donde su influencia es decisiva a finales de los años noventa, cuando se produce una transformación radical del ámbito artístico al tiempo que se consolidan los tratados de paz y se cierran décadas de conflictos en los diversos países de la región centroamericana. En su obra de esos años se abordan cuestiones como la violación marital y el abuso sexual, la normalización de la menstruación, el maltrato o el feminicidio, que en ese momento aún estaba por tipificar.

Sin embargo, sus obras no son manifiestos, ni ensayos de investigación y mucho menos se acercan al amarillismo periodístico. Todo se desarrolla en voz baja, con ironía y con dosis de humor, sacando partido a lo paradójico, con resultados ingeniosos, sutiles, que permiten reflexionar en silencio.

En un plano más visible aparece la confrontación de las esferas públicas y privadas de las vidas individuales y en sociedad, como escenarios que son vasos comunicantes en permanente tensión. A través de medios y lenguajes tan diversos y contundentes como el textil y el bordado, la pintura y la escultura, entendida como collage de objetos encontrados o como su manipulación con el objetivo de variar su significado y sentido, la luz de neón, el dibujo, el vídeo, la fotografía y el texto, Priscilla Monge, construye escenas y situaciones de confrontación entre el espacio real de la cotidianidad y su interpretación social y psicológica.

Ha participado en la Bienal de La Habana (1997, dirigida por Llilian Llanes), la Bienal de São Paulo (1998, comisariada por Paulo Herkenhoff), la Bienal de Venecia (2001, en la sección oficial comisariada por Harald Szeemann, y 2013, en la representación costarricense), la Bienal de Limerick (2003, comisariada por Virginia Pérez-Ratton), la Bienal de Sevilla (2004, comisariada por Harald Szemann), la Bienal de Liverpool (2006), o la Bienal de Pontevedra (2010) y es también relevante su inclusión en 1999 en la muestra comisariada por Gerardo Mosquera, Pervirtiendo el minimalismo en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, coincidiendo con un ciclo de exposiciones sobre arte latinoamericano dirigido por M.ª Carmen Ramírez. En el CGAC, ha participado en la exposición Camiños III con una obra centrada en la problemática de la menstruación en el espacio público y en Traballo en equipo, en el Museo Centro Gaiás de la Ciudad de la Cultura, con un vídeo de 1999 sobre la problemática del maltrato doméstico que pertenece a la Colección CGAC.

Sus piezas están situadas entre las dimensiones significativas de lo verbal y de lo visual de los signos y las representaciones. Como ella misma afirma: “Se encuentran en un espacio fractal, ese espacio entre la palabra y la imagen y viceversa. Es en ese límite donde el arte genera un lugar seguro y de búsqueda espiritual y seguramente de cambio”.

La exposición reúne obras de todas sus etapas incidiendo en aquellas con una especial significación social y propone revisar su obra como un trabajo anticipatorio y seminal de las preocupaciones feministas sobre la vida cotidiana que hoy continúan vigentes.


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13 Junio 2025 - 05 Octubre 2025

martes, 2 de septiembre de 2025

ARTE EN SEPTIEMBRE

 

Agenda de arte de septiembre: del refinamiento de Madrazo a las esculturas de Sandra Poulson o las sátiras de Juan Pérez Agirregoikoa


Lo mejor del arte para visitar esta rentrée de septiembre.

No se empieza una nueva temporada para volver a encontrarse lo mismo de siempre. Tampoco en el arte. Después de que las principales galerías del país inauguren algunas de sus mejores exposiciones del año, lo harán varios museos y centros de arte. En el primer plano de esta agenda, relevantes cuestiones políticas y varios artistas de primer orden. El resumen de todo esto es que nada de lo que viene resulta superficial, aunque sí muy gozoso.

Nueva temporada de las galerías de arte en Madrid, Barcelona, Valencia y Palma

Las galerías de arte siguen los ritmos del curso escolar, así que durante el mes de septiembre tendrán lugar las inauguraciones de las nuevas temporadas. En Madrid, Apertura durará del 11 al 14 de septiembre e incluirá casi 60 exposiciones, entre las que destacan las de los históricos Luis Claramunt en Ehrhardt Flórez y Patricia Gadea en Maisterravalbuena, además de Luis Gordillo (y compañía) en Carlier Gebauer o Babak Golkar y Chant Avedissian en Sabrina Amrani, entre muchos otros. Del 18 al 21 será el turno de Barcelona Gallery Weekend, que este año ofrece la novedad de unas cuantas exposiciones efímeras, además de la oportunidad de ver lo nuevo de Eva Fàbregas (en Bombon Projects), Julia Spinola (en etHall), Luce (ProjecteSD) o Ken Sortais (en Galería Alegría), además de Christo y Jeanne-Claude (en Prats Nogueras Blanchard).

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UN ARTISTA

 


Muñoz Barberán: Luz, historia y arte contemporáneo

Representa un espacio donde convergen la inspiración, la memoria y la emoción, que captura momentos cotidianos y la atmósfera única que envuelve a visitantes y obras

El cuadro de Manuel Muñoz Barberán 'Galería del Prado' (1994). / Manuel Muñoz Barberán

«La trama de relaciones que habita en la distancia psicológica y física que nos une a un museo (o nos separa de él) es, posiblemente, de las más complejas. El museo es un espacio, un topos, sobre el que se escenifican situaciones de argumentos diversos: la luz de la reflexión, el temblor embargante del gozo, la lenta aritmética del aprendizaje, el silencio encogido de la veneración, las pruebas iniciáticas y el vértigo de la mensuración del yo…»

Eugenio D’Ors

Nadie escapa a la fascinación del Prado. Pocos artistas, no solo españoles, han podido sustraerse a la tentación de buscar en el Museo del Prado una fuente de aprendizaje o de inspiración; a veces, planteada la cuestión como un homenaje más o menos explícito, otras como un ejercicio plástico y creativo a partir de la obra que sirvió de referente o modelo. Sabemos, así lo contó, y dejó escrito Manuel Muñoz Barberán en alguna ocasión, que el Prado fue parte de su aprendizaje, admirando, observando detenida, minuciosamente, las composiciones, el dibujo, las pinceladas… de los grandes maestros; o, directamente, copiando alguna de las obras maestras que el museo alberga.

En los años cincuenta, su pasión por Velázquez, El Greco o Goya quedó reflejada en los numerosos apuntes, dibujos, acuarelas… esbozos y copias creadas a partir de nuestros más señeros pintores. De Goya, de la obra del zaragozano, que se encuentra en el Prado, pueden datarse distintas copias, a las que hay que sumar la que realizó, esos años, del Entierro de la Sardina, cuadro en propiedad de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Una pasión que siempre he pensado que ha quedado reflejada en uno de sus temas más relevantes: el carnaval, las mascaradas, que mezcló, con felices logros y sugerentes resultados, su fascinación por Goya con la atracción que sentía por Venecia. Las estancias en Madrid –donde expondría en las salas Toisón y Grifé & Escoda–, y las consecutivas visitas al Museo del Prado, fueron habituales en la trayectoria de Muñoz Barberán entre los años cuarenta y finales de los sesenta. Aunque la pasión por el Prado nunca abandonaría al de Lorca, como podemos fácilmente apreciar en esta Galería del Prado fechada en 1994.

No le ha interesado a Muñoz Barberán destacar, en la escena representada en este cuadro, obra o pintor alguno, que se nos permita identificar –una evidencia o, más propiamente, ausencia notoria cuando contemplamos el óleo–. Barberán ha preferido mostrarnos el ambiente de un día cualquiera en el Museo del Prado; haciéndonos partícipes del momento en el que varios grupos de visitantes recorren las salas de la institución y deambulan por sus galerías, deteniéndose frente a alguna significativa pintura de las que embellecen y adornan sus paredes.

Al fondo de la galería, Barberán ha esbozado –quedando apenas sugerido en el lienzo– el grupo escultórico, en bronce, que Leone Leoni dedicó al Emperador Carlos V; un conjunto escultórico –que concluyó su hijo Pompeo– colocado en el centro de la rotonda que Juan de Villanueva ideó como tributo al Panteón de Agripa edificado en la ciudad de Roma Barberán nos regala en este cuadro, perteneciente a la última época del artista, una lección magistral sobre pintura. La atmósfera, el aire, que parece haberse detenido un instante en la galería, se convierte en el verdadero protagonista de la obra. La luz atraviesa la cristalera de la bóveda y dibuja con precisión las arquitecturas de la estancia, contribuyendo a acentuar las gradaciones de color entre el brillo del suelo, las paredes nacaradas y esos potentes grises azulados de las columnas y los techos abombados. Una luz que acaba por posarse, en forma de luminosa y exacta pincelada, sobre cada una de las figuras, de los personajes que animan la fugaz escena, que parece haber sido congelada por la mirada y el trazo del murciano.

Hay otro cuadro de Barberán, realizado en 1995, que –este sí– protagoniza la rotonda de Villanueva y el bronce de los Leone representando a Carlos V como héroe victorioso, con coraza, dominando El Furor; a la manera de César imponiendo la paz romana o, si nos atenemos a Virgilio –en quien Leone se inspiró, para crear su conjunto escultórico–, a Eneas pacificando El Lacio. Son cuadros, como se ha citado, de los últimos años del pintor. Cuadros que formaron parte de la muestra, celebrada en Chys en 1995, El Museo del Prado en mi casa. Toda una declaración de amor apasionado a la pinacoteca española. Esta Galería del Prado forma parte, en la actualidad, de los fondos de la Real Academia de Bellas Artes de Santa María de la Arrixaca, y están expuestos en la sala de juntas de dicha corporación; entidad a la que perteneció, como miembro de número, el lorquino Manuel Muñoz Barberán.

Manuel Muñoz Barberán. / L.O.



EN MENORCA

 

'Cindy Sherman. Mujeres': la primera gran retrospectiva de la fotógrafa en España en más de 20 años que ver en Menorca


La prestigiosa galería Hauser & Wirth reúne en la isla balear muchas de las imágenes de la conocida fotógrafa creadas entre las décadas de 1970 y 2010, en una retrospectiva que recorre sus series más conocidas.


La fotografía es un medio para explorar la identidad". Con esta frase, Cindy Sherman (Nueva Jersey, 1954) sintetiza su manera de mirar a través del objetivo y su forma de situarse dentro de la historia del arte. Considerada una figura clave en la fotografía contemporánea, ha transformado el autorretrato en un campo para cuestionar, desmontar y reconstruir las imágenes de la feminidad. Un propósito que ahora se puede apreciar, hasta el 26 de octubre de 2025, en la galería Hauser & Wirth, en la Illa del Rei de Menorca.

Bajo el título Cindy Sherman. Las mujeres, esta institución cultural presenta la primera exposición individual de la fotógrafa en más de veinte años en España. La muestra reúne piezas icónicas creadas entre las décadas de 1970 y 2010, en una retrospectiva que recorre sus series más conocidas y que toma su título de una obra teatral de 1936 escrita por Clare Boothe Luce. Como aquella pieza, la exposición explora las complejas interacciones entre mujeres de distintas clases y apariencias, y reivindica el papel de Cindy Sherman como una artista que cambió para siempre la forma de entender la fotografía.

Entre las obras expuestas se encuentra la serie que la catapultó a la fama, Untitled Film Stills (1977-1980), con la que se consolidó dentro de la llamada 'Generación del Cine', un grupo de creadores que reflexionaban sobre la influencia de los medios de comunicación y la cultura de las celebridades. En Menorca, estos pequeños fotogramas dialogan con los grandes retratos de actrices ficticias, mujeres de la alta sociedad y referentes de moda que realizó en décadas posteriores, en los que aborda la multiplicidad de representaciones y percepciones públicas de lo femenino.

La exposición avanza hacia sus trabajos más recientes: Society Portraits (2008), con mujeres de alta sociedad retratadas en lujosos fondos digitales que subrayan el aislamiento y el narcisismo derivados del exceso de privilegio; Ominous Landscape (2010), donde modelos de alta costura aparecen desplazadas en paisajes inhóspitos de Islandia, Capri o Nueva York; y Flappers (2016–2018), inspirada en las jóvenes emancipadas de los años 20, aunque aquí envejecidas, ajenas al paso del tiempo. En todas ellas, la tensión entre belleza, artificio, poder y decadencia permanece latente.

Cindy Sherman siempre rompió moldes, incluso con su método de trabajo. Ella lo es todo en sus imágenes. Es la fotógrafa, la modelo, la estilista. Puede que esta sea la razón por la que, desde sus inicios, algunos la acusaron de egocentrismo por retratarse una y otra vez, algo que siempre consideró un malentendido: su objetivo no era mostrarse a sí misma, sino desaparecer en sus personajes y explorar cómo se construye la imagen de la mujer.

En cualquier retrato de Cindy Sherman se percibe algo perturbador, algún gesto o una sombra que altera la superficie. Una sutil amenaza que impregna su universo, plena de rostros impecables que, al mirarlos de cerca, revelan una corrupción interior.

Su habilidad para transformarse no es casual. Criada en un Long Island aún semi-rural, con veranos descalza y libertad para jugar, Cindy Sherman fue la menor de cinco hijos de una profesora y un ingeniero que la tuvieron mayores. Estos orígenes fueron los que le llevaron a sentir la sensación de no encajar, un sentimiento que quizá explique su impulso por convertirse en otras personas. Pero encontró en el arte su mejor aliado.

Desde niña destacó, con las mejores notas en dibujo, y desde los 12 comenzó a perfeccionar ese talento actoral y visual que, décadas después, Andy Warhol resumiría diciendo: "Es lo suficientemente buena para ser una actriz de verdad".

Pionera del postmodernismo, Cindy Sherman ha interpretado un archivo entero de arquetipos. Con ironía y lucidez, sus autorretratos desmontan la construcción mediática de la feminidad y denuncian la artificialidad —maquillada, operada y codificada— que domina nuestra cultura visual desde hace décadas.

Desde los años noventa, su prestigio se ha multiplicado gracias a exposiciones en instituciones como el MoMA y a la venta millonaria de algunos de sus autorretratos, consolidando su lugar como una de las artistas más influyentes de nuestro tiempo.

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