Yoko Ono en el Musac de León: violencia, juego, feminismo y justicia para la artista conceptual que cambió la historia del arte
El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León reúne 80 piezas de la artista japonesa, desde 1962 hasta 2015, desde la performance hasta la escultura
Hay un vídeo escalofriante en la exposición Yoko Ono; Insound and Instructureque el Musac, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, inaugurará este sábado en León. La película se llama Rape, Violación, fue filmada en 1968 y tiene la firma de Yoko Ono y de John Lennon, aunque la pareja no estuvo presente en su grabación.
En su lugar, alguien con una cámara salió a las calles de Londres, se fijó en una mujer desconocida (una mujer joven, pelirroja, vestida a la moda y guapa) y empezó a filmarla. Al principio, la mujer se envaneció, sonrió a la cámara y preguntó por qué su interés. Pero no llegó a recibir una respuesta y, en ese momento, el filme empezó a deslizarse hacia el terror psicológico.
La cámara no se limitó a filmar a la mujer durante unos segundos. La siguió, la intimidó y la llevó al borde de la desesperación. La retratada dejó el inglés y empezó a hablar en otro idioma, quizá eslavo. Las imágenes, si perteneciesen a una película de ficción, serían indiscutiblemente bellas, con su color saturado y su hiperrealismo urbano. Pero no son ficción sino un hecho real, incómodo y peligroso y hecho para representar el acoso que Ono y Lennon sentían en 1968.
El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León reúne 80 piezas de la artista japonesa, desde 1962 hasta 2015, desde la performance hasta la escultura
Hay un vídeo escalofriante en la exposición Yoko Ono; Insound and Instructureque el Musac, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, inaugurará este sábado en León. La película se llama Rape, Violación, fue filmada en 1968 y tiene la firma de Yoko Ono y de John Lennon, aunque la pareja no estuvo presente en su grabación.
En su lugar, alguien con una cámara salió a las calles de Londres, se fijó en una mujer desconocida (una mujer joven, pelirroja, vestida a la moda y guapa) y empezó a filmarla. Al principio, la mujer se envaneció, sonrió a la cámara y preguntó por qué su interés. Pero no llegó a recibir una respuesta y, en ese momento, el filme empezó a deslizarse hacia el terror psicológico.
La cámara no se limitó a filmar a la mujer durante unos segundos. La siguió, la intimidó y la llevó al borde de la desesperación. La retratada dejó el inglés y empezó a hablar en otro idioma, quizá eslavo. Las imágenes, si perteneciesen a una película de ficción, serían indiscutiblemente bellas, con su color saturado y su hiperrealismo urbano. Pero no son ficción sino un hecho real, incómodo y peligroso y hecho para representar el acoso que Ono y Lennon sentían en 1968.
El ejemplo de Rape funciona bien para entender que en la obra de Yoko Ono (Tokio, 1933) hay una paradoja que se percibe obviamente en León: junto a los mensajes clásicos de positividad ("Paz", "Sí", "Amor"... que también están a la vista en el Musac), Ono es una artista de las situaciones límite, una artista de la tensión y, quizá, de la violencia.
"Ella sólo es violenta como un reflejo de la violencia del mundo", explicaba en León Jon Hendricks, artista, colaborador de Yoko Ono durante 50 años y presente en León como uno de los tres comisarios de Yoko Ono; Insound and Instructure. "En Yoko Ono, la violencia está porque la violencia ha estado en su vida, es una mujer que ha sufrido mucho acoso. Pero esa violencia sólo se entiende al lado de los mensajes de positividad", añadía Álvaro Rodríguez Fominaya, director del Musac y también comisario de la muestra. Y su tercer compañero de trabajo, Connor Monahan, director del estudio de Yoko Ono, insistía en esa idea: "Lo importante en Yoko es que no hay un instinto de destruir, sino de transformar".
Algunos datos: la exposición de León es la primera gran muestra dedicada a Yoko Ono en España desde la que celebró el Guggenheim en 2014 y de la que también fue comisario Rodríguez Fominaya. "Aquella fue una exposición más dedicada a contar una carrera, mientras que esta está más basada en estructurar ideas", explica.
Esta vez, hay 80 obras de la artista repartidas por 2.000 metros cuadrados de superficie. Hay piezas de 1961 y piezas de 2015, hay obras que se han visto muy pocas veces en público y hay obras clásicas que parecen hechas hoy.
Otra de las películas que se ven en la muestra del Musac es Cut piece, la grabación de una performance celebrada en Kioto, en 1964, en la que Yoko Ono aparecía sentada en el suelo de un escenario junto a unas tijeras, correctamente vestida como una oficinista. Los espectadores de la actuación estaban invitados a acercarse a ella de uno en uno y a desgarrar su ropa a tijeretazos hasta dejarla desnuda. Ono se mostraba impasible en la pose de una pintura tradicional japonesa.
Y de nuevo, aparece en esa película el tema de la violencia. "Yoko Ono representó Cut piece 10 veces y contó que al menos una noche sintió miedo", explicaba en León Rodríguez Fominaya. Pero al lado de la destrucción, hay otros temas evidentes en Insound and Instructure: la denuncia de la brutalidad contra las mujeres, la participación del público, el sentido del espacio, la obsesión por el cuerpo, la mezcla de referencias culturales orientalistas con otras imágenes llegadas de la tradición surrealista y dadaísta... Foucault, Sartre, Beauvoir, Y todos entrelazados.
Por ejemplo: Pieza para reparar(1966) es una gran mesa de madera en la que aparecen amontonados los restos de varias tazas de cerámica rota junto a hilos y botes de pegamento. Del público se espera que se siente y que repare la pieza rota en el estilo del arte del kintsugi (detrás, la obra incluye una estantería en la que colocar las tazas restauradas). Y al lado de esa mesa queda Ascendiendo (2013), un conjunto de obras testimoniales basado en las cartas que las espectadoras escribían in situ y enviaban a la artista con el relato de los malos tratos que habían sufrido y con la fotografía digital de sus ojos. Y aún hay otra performance abierta al público en esa misma sala, Scream (Grita), que consiste en un micrófono y poco más. Los espectadores, en efecto, están invitados a gritar en tres tiempos: 1) una vez contra el viento; 2) una vez contra la pared; y 3) una vez contra el cielo.
Los temas aparecen enlazados, como si Insound and Instructurefuese una guía del arte conceptual del siglo XX: así, el cuerpo está en Smile(Sonrisa, 1966), una película de 16 milímetros en la que John Lennon aparece en primer plano durante 50 minutos y hace eso, sonreír. Butts(Traseros, 1966) es más larga, dura 80 minutos y muestra las nalgas y un poco de los genitales de 365 modelos, retratados mientras caminan y con la banda sonora de un parloteo incomprensible. La película se estrenó en el Royal Albert Hall de Londres y recibió la categoría de cine X.
Que nadie se asuste: Insound and Instructure es una exposición vitalista y alegre y puede hacer reír a sus visitantes. Puede funcionar bien entre los niños porque invita a pintar en algunos lienzos en blanco, a estampar sellos en un mural de mapas y a recorrer laberintos de vidrio. Hay una declaración de independencia de la república imaginaria de Nutopía (firmada por Lennon y Ono) y hay un retrete aparentemente duchampiano (Rodríguez Fominaya dice que no cree que sea una referencia explícita al orinal más famoso del mundo sino un gesto de feminismo).
También hay papeles, cientos de papeles con ideas esbozadas al estilo de las composiciones de Fluxus, hay dibujos automáticos como los del surrealismo, hay escaleras a las que subir y hay una escultura que representa a los rayos del sol y que recuerda a las arañas de Louise Bourgeois y que demuestran que la artista japonesa también tiene un sentido del espacio muy complejo. Por último, hay un tobogán por el que descender en una de las entradas de la muestra.
La mala noticia es que el aterrizaje del tobogán es brusco y que, entonces, hay que gatear por una puerta que es como la boca de una madriguera (hay otra entrada menos incómoda). Y así, a cuatro patas, Insound and Instructurese revela entonces como un país de Alicia que funciona como un espejo de la realidad, grotesco pero idealista, bello pero turbador.
Hay algo más: la exposición de Yoko Ono llega después de la muestra del Musac de Ai Weiwei, que llevó a sus salas a 100.000 espectadores, tantos como los que recibió la Catedral de León en 2024. No hay motivo para que Insound and Instructure no tenga una acogida comparable. Después de 60 años de hiperexposición y caricatura, es posible hacerse una idea de la complejidad de la obra de Yoko Ono, de su violencia y de su amabilidad, y es posible llevarla a un público muy amplio.
(EL MUNDO)
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