viernes, 28 de marzo de 2025

VIGO

 

La «Mujer con caracola» ya es de Vigo



Beatriz Fernández Catoira posó para su marido, el pintor Francisco Torrón, en una obra que ha sido donada al Concello y que se puede ver en la Casa das Artes

Le llamaba mucho la atención que yo le dijese que a través de una caracola se escuchaba el mar», recuerda Beatriz Fernández Catoira. Se refiere a Francisco Torrón (A Coruña, 1934-Madrid, 2020), el artista cuya obra se puede ver hasta el 20 de abril en la Casa das Artes de Vigo. La sorpresa y la atracción por ese elemento, debida a que era sordo desde los cuatro años, le llevó a representarlas en varios de sus cuadros. Uno de ellos, titulado Mujer con caracolaha sido donado por la familia del pintor al Concello de Vigo. Se redondea el simbolismo de la composición pictórica en la identidad de la mujer, su propia esposa, Beatriz Fernández Catoira. «No me importa que digan que yo era la musa de Francisco. Francamente, me llena de orgullo, pero nunca lo pensé; yo era la compañera que estaba siempre ahí», dice Beatriz Fernández Catoira, viuda de Francisco Torrón, el artista cuya obra, hasta ahora poco expuesta al público, está sorprendiendo a quienes la visitan en la Casa das Artes. Se podrá ver hasta el 20 de abril.

Francisco Torrón desarrolló su creación artística en paralelo a su actividad profesional como restaurador de Patrimonio Nacional en el Palacio Real de Madrid. Ese trabajo le privó de la libertad suficiente para desarrollar una carrera artística, que no detuvo en el plano creativo, pero sí en el expositivo. «Decía que una exposición no es coger cuatro cuadros que tienes y ponerlos todos juntos. Él hacía los cuadros, las jaulas para el embalaje, se preocupaba del transporte, iba al lugar y la montaba para una semana. Un trabajo enorme», señala Beatriz para explicar el porqué de que la obra de su marido no haya tenido mayor trascendencia en España.

La recuperación de esa memoria llegó a través de la tesis doctoral de Pablo Torrón Pelluz, el nieto del artista, que también es pintor y escultor. Con esa base, en la que se recogen cerca de 500 obras, presentó un proyecto a la convocatoria pública de exposiciones realizada por el Concello de Vigo para la Casa das Artes, y resultó elegido.

Beatriz Fernández posó en más ocasiones para su marido, pero sus hijos sostienen que estuvo siempre presente en su obra, incluso en algunas restauraciones que hizo. «Dicen mis hijos que siempre me tenía en su cabeza de artista», añade. Francisco, uno de sus hijos, que además tiene un establecimiento de hostelería en la calle viguesa de los Cestos, le dice que su padre la llevaba a todos sus trabajos. «De verdad que eso es algo que me emociona un montón porque todo el mundo quiere dejar algo en la vida. Yo he sido siempre su apoyo, su compañera, la que estaba a su lado y la que le he empujado en casi todas las ocasiones; así que me digo, pues sí, yo también dejo algo, dejo mi imagen», afirma orgullosa esta mujer nacida en A Coruña.

Trabajo en Castrelos

Nuestra protagonista no jugó un papel pasivo en la vida del artista. Las constantes conversaciones del matrimonio convirtieron a Beatriz en toda una experta en técnicas de pintura y de restauración, «no por estudios», aclara, «sino porque Paco era muy hablador». Prueba de ello son sus precisos recuerdos del trabajo de restauración realizado por Francisco Torrón en el Museo Municipal Quiñones de León de Vigo. Allí, a finales de los años sesenta, cuando estaba al frente Ángel Ilarri, Francisco Torrón restauró el retablo de la capilla del Pazo Quiñones de León y una cruz de Filipinas de nácar. Beatriz Fernández es capaz de documentar aquellas restauraciones. «El retablo estaba todo enganchado con alambres porque se caía a trozos. Cada pieza que se tocaba era galleta. Paco tuvo que vaciar aquello, darle unos productos y tuvieron que encender las cocinas para que se secara», relata.

«Para la cruz de nácar acabamos con todas las conchas de madreperla que había en Tui, en A Coruña, en todos los anticuarios, en Madrid y en El Rastro, porque de la concha de la madreperla solo se usaba el borde. Y de ahí se sacaban las plaquitas que luego tenía que tallar para hacer todos los dibujos que tiene. Y luego les daba por encima con betún de Judea y lo limpiaba para que ya el negro del betún quedara justo entre la parte que él tallaba», afirma.

Para realizar aquel trabajo, la familia Torrón Fernández pasó tres veranos en Vigo, en una casa alquilada en Samil. Las vivencias de aquella época justifican, según explica Beatriz, la donación del cuadro al Ayuntamiento vigués. «Le gustaba mucho Vigo y disfrutamos muchísimo aquí», asegura.

Francisco Torrón se formó artísticamente en la Academia de San Fernando, en donde coincidió con María Moreno, la artista que se casó con Antonio López. Allí, trabajó en el Palacio Real, pero también en otros edificios del patrimonio nacional, como los frescos de Luca Jordán en El Escorial. «Los bedeles de allí decían, ahora ya no son los frescos de Lucas Jordán, son los frescos de Francisco Torrón», recuerda, con una sonrisa amplia.

Fernández Catoira aún deja al descubierto otro secreto artístico de su marido. Hacía como los pintores antiguos, preparaba los lienzos desde el principio. «Al ser restaurador, tenía una ventaja sobre el resto de los pintores; sabía lo que le ocurriría al cuadro con el paso del tiempo», explica. Las de Francisco Torrón y Beatriz Fernández han sido dos apasionantes vidas unidas por el arte. Los vigueses y viguesas pueden asomarse a ellas hasta el 20 de abril en la Casa das Artes.

(LA VOZ DE GALICIA)

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