Baltasar Lobo. Un moderno entre los antiguos
El Museo Nacional de Escultura de Valladolid, acoge la exposición 'Un moderno entre los antiguos', de Baltasar Lobo. Entrada gratuita. Hasta el 28 de octubre.
Hijo de un carpintero con inquietudes ilustradas y talante liberal, el escultor Baltasar Lobo (1910-1994) retó las estrecheces familiares y apostó por un itinerario vital que le llevó al exilio de Francia, donde se refugió en el clasicismo griego, como recuerda la exposición en Valladolid.
"Un moderno entre los antiguos", lema de este muestrario, resume una personalidad, un afán y un modo de entender la vida que delatan las treinta y cinco esculturas expuestas en la Casa del Sol, una de las sedes del Museo Nacional de Escultura, que dirige María Bolaños, especialista en la trayectoria de Lobo.
Procedentes de la colección que el artista regaló al Ayuntamiento de Zamora, "muchas de ellas tienen el encanto de estar inacabadas, inconclusas", tanto en los bronces como en las piedras y mármoles con restos de las marcas de lápiz por donde debía continuar el cincelado, ha explicado Bolaños, historiadora del arte.
Su filiación con el clasicismo griego no responde a los cánones de proporciones y apariencias sino a la esencia, un espíritu que le imbuyó su primer maestro, el imaginero Ramón Núñez en el taller donde se inició como aprendiz, en la ciudad de Valladolid, que ahora le recuerda hasta el 28 de octubre en su museo de referencia.
Los mitos griegos y mediterráneos, la escultura ibérica, sedujo muy pronto a Baltasar Lobo, exento de la popularidad de que gozan otros creadores coetáneos, debido principalmente al exilio político que le obligó a cruzar la frontera en 1939, al término de la Guerra Civil, camino de París donde se forjó, trabajó y cobró notoriedad.
A su muerte, María Bolaños fue autorizada por los herederos para desplazarse a París para catalogar la obra que dejó a su muerte, la mayor parte de la cual se conserva en el Museo de Zamora, unas 650 piezas de pequeño tamaño. Faunos, centauros y principalmente desnudos femeninos configuran esta exposición.
Baltasar Lobo, como se aprecia en los fondos dispuestos, fue uno de los escultores de la etapa moderna que "rehabilitó una forma de trabajo ancestral como fue el trabajo directamente sobre la piedra" para poner de manifiesto "la parte más artesanal del oficio y física de la creación", ha apuntado Bolaños.
La mayor parte de las esculturas son figuras femeninas, a excepción de una pieza que cinceló como diseño para su tumba en el cementerio de Montparnasse, en París, donde reposan sus restos.
En ese barrio parisino estableció su estudio, "de luz diáfana y lechosa", como se aprecia en una fotografía de gran tamaño, en blanco y negro, donde posa rodeado de algunas piezas en fase de creación.
Tímidamente anarquista, Baltasar Lobo fue tutelado por Picasso, de quien recibió alguna influencia en el tratamiento de los mitos griegos, especialmente desde la contemplación del "Guernica", y no enderezó su animo vital hasta los cincuenta años, fruto de una existencia convulsa que tuvo su eje en el exilio, a los 29 años de edad.
Su obra, a juicio de María Bolaños, no es del todo conocida en España como sí lo es en Francia, Suiza, Suecia y Venezuela, ha mencionado entre otros países.
En 1985 recibió el Premio Castilla y León de las Artes, como reconocimiento por una parte y un año antes el Nacional de las Artes Plásticas.
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