sábado, 21 de junio de 2025
DESDE EL TALLER
GUGGENHEIM BILBAO
Helen Frankenthaler y las pintoras del expresionismo abstracto
La muestra que el Guggenheim Bilbao dedica a la artista norteamericana es una buena ocasión para revisar su obra, pero también la de otras expresionistas, relegadas a la segunda fila por su condición de mujeres
El 15 de enero de 1951 la revista Life publicó un artículo titulado Los irascibles , ilustrado con una hoy legendaria fotografía de Nina Leen. En ella posaban –con cara de pocos amigos, haciendo honor al mote– quince de los firmantes de la carta. Estaba la plana mayor del expresionismo abstracto neoyorquino: Pollock, Rothko, De Kooning, Still, Motherwell, Newman, Baziotes, Gottlieb… Solo faltaban algunos pesos pesados como Gorky y Kline. Entre los retratados había solo una mujer: Hedda Sterne, una pintora hoy bastante olvidada.
Al año siguiente, se llevó a cabo una exposición colectiva muy relevante para el movimiento, la llamada 9th Street Art Exhibition, comisariada por un joven Leo Castelli. De los 72 artistas –entre los que estaban el padre de Robert de Niro y el español Estaban Vicente– solo once era mujeres, entre ellas Helen Frankenthaler, Lee Krasner, Elaine de Kooning, Joan Mitchell, Grace Hartigan y Perle Fine. Faltaban Mary Abbott y Ethel Scwabacher.
Es posible que los nombres de la mayoría de ellas no les suenen, porque los titulares y las cotizaciones al alza los acaparaban sus colegas masculinos como Pollock y Rothko. No puede decirse que las pintoras estuvieran arrinconadas, porque entre 1950 y 1951, las tres más destacadas –Frankenthaler, Krasner y Mitchell– tuvieron exposiciones individuales en galerías de la ciudad Sin embargo, ocupaban un segundo plano con respecto a sus compañeros varones y tardaron muchos más años que estos en tener exposiciones individuales en museos de primer nivel. En los años cincuenta planeaba en el mundillo artístico una misoginia que se prolongó durante años y que Siri Hustvedt retrata con agudeza en su novela El mundo deslumbrante, ambientada en los años ochenta.
El epítome del expresionismo abstracto era Jackson Pollock, con sus turbulentos demonios etílicos y la masculina fiereza de su trazo; el término Action painting , como se bautizó su técnica, rezuma testosterona. Los prejuicios de la época jugaban en contra de las artistas: en aquel entonces adjetivar su pintura como femenina no era precisamente un piropo, sino un modo de decir que no poseía el ímpetu y la tensión dramática de las creaciones de sus colegas varones. El alemán Hans Hoffmann, maestro de muchos de los expresionistas abstractos, llegó a comentar sobre un cuadro de su alumna Lee Krasner que “esto es tan bueno que nunca dirías que lo ha pintado una mujer”.
Sin embargo, la pincelada vigorosa y visceral de Krasner o Joan Mitchell no puede reducirse a clichés de género. Tampoco la de Elaine de Kooning en su etapa más próxima a la abstracción, la de la serie de los toros. Después dio un giro a su carrera y se convirtió en una retratista tan apreciada que pintó por encargo de la Casa Blanca el retrato oficial de Kennedy un año antes de su asesinato.
Joan Mitchell, que a partir de 1959 abandonó Nueva York y se instaló en París, desarrolló un estilo inconfundible basado en feroces pinceladas con colores muy intensos. Podría recordar a De Kooning, pero hay varias diferencias sustanciales, la más relevante de las cuales es el uso del espacio negativo, es decir las partes del lienzo que deja sin pintar. Frente a la tendencia a empastar todo el lienzo con gruesas capas de pintura de De Kooning o Pollock, ella deja que respire, lo cual la podría emparentar con Kline, pero su trazo y sobre todo su uso del color la aleja por completo de él.
A Lee Krasner le costó quitarse de encima el calificativo de “mujer de Jackson Pollock”, para reivindicarse como pintora por derecho propio. Es cierto que en algunas de sus obras puede verse la influencia de la titánica personalidad de él, pero, cuando lo conoció, ella ya había desarrollado su estilo. Y la evolución de su carrera tras la muerte de él –en accidente automovilístico, acompañado por su amante, que sobrevivió– deja clara su poderosa voz autónoma. De entre sus lienzos destacan aquellos en los que crea vibrantes ritmos internos a través de trazos circulares, con una paleta cromáticamente restringida.
A Helen Frankenthaler la introdujo en los círculos del expresionismo abstracto Clement Greenberg, con el que mantuvo una relación amorosa durante cinco años, antes de casarse con Robert Motherwell. Fue a través de Greenberg que descubrió la obra de Pollock, en una exposición de 1950 en la Galería Betty Parsons (otra figura femenina muy importante de este periodo). Frankenthaler quedó tan deslumbrada que cambió su modo de pintar.
Tomó de Pollock la idea de trabajar con la tela en el suelo y el uso de lienzos de grandes dimensiones, pero creó su propia técnica –distinta a la del dripping o pintura por goteo–, bautizada como soak and stain (empapar y manchar). Consistía en diluir el óleo en trementina o queroseno hasta dejarlo muy líquido, para verterlo y extenderlo con una esponja sobre la tela sin imprimar, lo que la hacía más porosa. La aplicó por primera vez en 1952 en la obra The Sea and the Mountains.
La artista procedía de una eminente familia del Upper West Side –su padre era juez del Tribunal Supremo– y tuvo una educación privilegiada. Su sofisticación se materializa en la sutileza compositiva de sus telas, que transmiten un lirismo poco habitual en el expresionismo abstracto. Hay una preciosa imagen de ella en su estudio, tomada en 1956 por el gran fotógrafo y cineasta afroamericano Gordon Parks para Life , que la muestra sentada en el suelo y rodeada de sus telas. Es la imagen de una joven glamurosa envuelta en su universo creativo, y resume la esencia de su personalidad y su obra: magnetismo, fuerza contenida, hálito poético.
Helen Frankenthaler: pintura sin reglas. Guggenheim.
RAFAEL ÚBEDA
Rafael Úbeda: "No tendría sentido que mi obra permaneciese en un lugar diferente a Galicia"
SALA RECOLETOS (MADRID)
Exposiciones en Madrid en la Sala Recoletos de Fundación MAPFRE
Arte para todos: Exposiciones en Madrid
Nuestra sala está emplazada en el palacio de la Duquesa de Medina de las Torres, un relevante ejemplo de la arquitectura nobiliaria madrileña del siglo XIX, ubicado en la continuación del gran eje cultural del Paseo del Arte. Con una superficie expositiva de aproximadamente 1.000 m², abrimos sus puertas en otoño de 2008. Desde entonces, la Sala de Exposiciones en el Paseo de Recoletos, de la Fundación Mapfre alberga importantes exposiciones de arte y fotografía.
Planes en Madrid: Visita la Sala Recoletos de Fundación MAPFRE
La Sala Recoletos de Fundación MAPFRE es el destino perfecto para quienes buscan planes en Madrid. Ubicada en el Paseo de Recoletos, esta sala ofrece una variedad de exposiciones de arte y fotografía que abarcan desde grandes maestros del siglo XIX hasta fotógrafos contemporáneos. Además de las exhibiciones, se organizan conferencias, eventos especiales y programas educativos. Disfruta de un plan cultural enriquecedor en el corazón de la ciudad.
Qué Hacer en Madrid: Explora las Exposiciones de Fundación MAPFRE
Si te preguntas qué hacer en Madrid, una visita a las exposiciones de la Fundación MAPFRE en la Sala de Exposiciones Paseo de Recoletos es una excelente opción. Este espacio cultural presenta una programación diversa que incluye programación diversa (pintura, escultura, fotografía), desde los grandes maestros de la pintura contemporánea hasta fotógrafos actuales de renombre internacional. Con su ubicación céntrica y fácil acceso, la Sala Recoletos es el lugar ideal para sumergirte en el arte y la cultura madrileña.
Artistas que encontrarás en nuestras exposiciones de arte
GUSTAVO TORNER
100 años de Torner, el artista moderno que se convirtió en un clásico
Por Paloma Primo de Rivera García-Lomas
El próximo 13 de julio, Gustavo Torner (Cuenca, 1925) soplará las velas de cumpleaños por su siglo de vida. Trece también son las obras presentadas en la exposición Torner, Centenario en la Academia (obra 1977-2008), comisariada por Arturo Sagastibelza. Una pequeña muestra que supone un brindis a la abstracción y a la figura del artista conquense.
Es esta una ocasión perfecta durante estos meses de verano para volver a visitar -o descubrir- el Museo de la Real Academia, una joya en el circuito artístico madrileño. Pero sobre todo, es una ocasión para entender cómo un artista rabiosamente moderno, se ha convertido en un clásico.
Se presentan destacadas obras en pintura de gran formato de la etapa de madurez del artista (1977-2008), procedentes de colecciones privadas en su mayoría, e inéditas algunas. Se incluye la obra Quevedo en Roma (1996) que regaló el artista a la Real Academia, en su ingreso en la Institución (por cierto, donde ocupa el sillón por escultura). Variadas formal y conceptualmente -rasgo característico de la obra de Torner- con diferentes técnicas, recursos y procedimientos. Obras con poderosa presencia física e impacto visual. El propio comisario insiste en que en esta exposición no ha querido incorporar paneles explicativos para que el visitante pueda disfrutar de “la vitalidad de la pintura”.
Torner es una de las figuras claves del arte contemporáneo en nuestro país, en la forma, en el fondo y en la acción. Ingeniero de montes de formación, también fue autodidacta en lo que al arte se refiere. Maestro de la abstracción, sus comienzos artísticos nacieron gracias al dominio extraordinario del dibujo. Artista entregado, culto, amable y exquisito. Pintor, escultor, grabador, diseñador, museógrafo y asesor artístico. Académico y Medalla de oro a las Bellas Artes entre otras distinciones. “El que no hace más que una sola cosa, no es artista. Todo es un juego de relaciones”, dice. Fluye por todas las disciplinas como vasos comunicantes, como un artista del Renacimiento en el siglo XXI.
LL
MUSEO REINA SOFÍA
Madrid se rinde a Néstor un siglo después
El Museo Nacional Reina Sofía redescubre al disruptivo artista grancanario
Madrid se rinde a Néstor un siglo después de su última exposición en la capital. El Museo Nacional Reina Sofía, frente al totémico pórtico de Atocha, acoge hasta el 8 de septiembre la muestra 'Néstor reencontrado', que comisariada por Juan Vicente Aliaga pretende sacar del ostracismo nacional a este irreverente y seductor artista que en el cambio de un siglo provocó adhesiones inquebrantables y propició reacciones airadas en su contra.
Porque Néstor Martín-Fernández de la Torre –Las Palmas de Gran Canaria, 1887-1938– permanece en el imaginario más popular de su isla natal como el renovador de un tipismo autóctono que exploraba las intenciones de un turismo sostenible, idea hoy socavada por la voracidad empresarial. Pero fue mucho más que eso, como refiere Aliaga, conocedor al detalle de una obra que «se separa de la ortodoxia de su tiempo» a través de un recorrido pictórico e intelectual en el que destaca «la indefinición de los cuerpos en un momento en el que solo existían dos sexos».
'Néstor reencontrado' salda una deuda de un siglo. Fue en 1924 la última vez que el trabajo del autor grancanario se expuso en el eje de la península. La Sociedad Española de Amigos del Arte acogió una muestra que casi sirvió para clausurar la etapa exterior de un Néstor que una década después, con el alma herida por una ruptura sentimental y económicamente frágil por la crisis global del 29, retornó a la isla para abordar su última etapa creativa en torno a la canariedad antes de morir en 1938 por una neumonía.
El Reina Sofía acogió este martes la presentación de esta muestra con una gran expectación mediática. En este acto no podía faltar el gran custodio de la obra de Néstor, Daniel Montesdeoca, director gerente del museo del Pueblo Canario que lleva el nombre de artista. Tras décadas defendiendo la obra y su necesidad de expandirla en cierto modo se encontraba emocionado por lo que estaban sucediendo. «Es algo muy importante, porque si volvemos a meter a Néstor solamente en su museo, estamos convirtiéndolo casi en un panteón. La cuestión es que Néstor tiene que estar en las colecciones privadas, Néstor tiene que estar vehiculando, tiene que estar dando vueltas por el mundo como un buen cosmopolita que era, tiene que estar itinerando, que sería la palabra exacta», señaló a la vez que deslizó que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria está abordando la posibilidad de llevar su obra a una gran capital europea en los próximos tiempos.
Por lo pronto, 'Néstor reencontrado' estará en Madrid hasta el próximo 8 de septiembre. Posteriormente se expondrá en el TEA de Santa Cruz de Tenerife y, pendiente queda, seguirá su ruta por Europa en tiempos futuros.
Juan Vicente Aliaga está al frente de esta exposición que reúne 200 piezas del pintor isleño, la gran mayoría de los fondos del Museo Néstor pero también piezas provenientes de Cataluña y de algunas colecciones privadas. Para el comisario de la muestra hay una realidad ineludible que se cifra en el coste de la insularidad y el desconocimiento que aún pervive en España sobre lo que sucede al norte de África. Por eso tiene claro desde el título de la exposición qué es lo que la motiva. «Quería subrayar el hecho de que Néstor, que aquí fue muy conocido y admirado, aunque también fue muy criticado por algunas de sus exposiciones, por ejemplo, en Barcelona, ha sido olvidado a lo largo de estos 100 años que han pasado. Salvo en Las Palmas de Gran Canaria, en el resto del país no se le conoce. Y es un artista totalmente fabuloso que es necesario que revisitemos su obra para que el resto de la población internacional pueda admirar a un artista complejo, de base modernista y simbolista, que trató una serie de temas y representó la figura humana de forma claramente subersiva para los cánones del tiempo en el que le tocó vivir», expone.
Esa síntesis que plasma Aliaga es la que también traza Montesdeoca. «Néstor no es un pintor español, Néstor no es un pintor europeo; Néstor, es tal su dimensión, que supera cualquier frontera. Néstor es uno de los grandes pintores que ha dado el mundo y tiene que conocerse», refiere el director del museo, que bromeó durante la presentación con el hecho de que sufrió un leve desmayo en el vuelo que tomó en dirección Madrid este martes, «algo que a Néstor, como hombre teatral que era, le hubiera encantando», bromeó.
'Néstor reencontrado' aborda toda la exploración vital y creativa del artista palmense. A lo largo de diez salas del Edificio Sabatini del Reina Sofía se explora toda la trayectoria que dejó en vida, desde sus estudios en el estudio de Rafael Hidalgo de Caviedes hasta su obra como muralista. Mención especial para 'El círculo decadente' y, por supuesto, al 'Poema de los Elementos', esa obra incompleta por su prematura defunción que parte del 'Poema del mar' y que cuenta con obras como 'Mar en reposo', una de las piezas favoritas del comisario de la exposición.
Junto a Montesdeoca visitaba la exposición Josué Íñiguez, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, de quien depende la fundación. «Hablamos de un autor, un artista, un adelantado a su tiempo, que reivindicamos. Y es un viaje a la capital de España, a Madrid, donde estoy seguro que cientos de personas van a redescubrir este gran artista que transfigura Las Palmas de Gran Canaria. Estoy convencido de que esta exposición va a suponer un antes y después para la obra de Néstor y que este empujón que está haciendo a través del Ayuntamientom el Museo Néstor y todas las entidades públicas y privadas que colaboran va a dar más brillo a su figura a nivel internacional», señaló el edil.
Su museo en la ciudad
Mientras la obra de Néstor Martín-Fernández de la Torre llega a Madrid, quedan las dudas sobre su museo en Las Palmas de Gran Canaria, cerrado hace siete años por obras y cuya licitación quedó desierta al no presentarse ninguna empresa a la realización de los trabajos.
A este respecto, Íñiguez expresó que desde el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria «hemos hecho todos los esfuerzos posibles para volver a abrirlo. Desgraciadamente, en el proceso se quedó desierta la licitación y vamos ahora con todas las marchas forzadas y con muy buena letra a sacar ese proyecto adelante para poder reabrirlo. Es parte de la historia de la ciudad. Comentaba aquí con expertos de arte, que Néstor, para nosotros, forma parte de nuestra infancia porque es un museo que visitamos desde niños. Y así va a volver a ser con el esfuerzo del Ayuntamiento. Pero lo relevante hoy es que sacamos a Néstor de la capital y estamos en Madrid, donde estoy convencido que mucha gente, no sólo público profano, sino también público más especializado, va a redescubrir una figura del tamaño de Néstor».
El reencuentro con Néstor se produce en el centro nacional de arte, una deuda que la cultura nacional tenía con una figura inasible que exprimió al máximo aquello de lo local a lo universal.