sábado, 21 de junio de 2025

DESDE EL TALLER

 

Paco Leiro: «Busco agradar al público y también el éxito»

El escultor cambadés conversa con FARO desde el taller donde crea sus obras


El ‘Territorio de Artista’ de Paco Leiro en Cambados es testigo de la trayectoria del que tal vez sea el escultor vivo más relevante de España. Antes era una finca donde sus bisabuelos, primero, y su abuela y su madre, después, plantaban maíz y tenían viñas. «Cuando tenía 18 años, en 1975, les pedí permiso para hacer aquí mi estudio y construí una pequeña cabaña de madera y uralita en la esquina trasera; mi abuela la llamaba el chalet», relata mientras nos muestra las dos amplias naves que han sido su taller en diferentes etapas de sus ya 50 años de carrera artística. En la planta superior está la vivienda, que también sufrió ampliaciones a medida que iba necesitando más espacio. 

Durante el recorrido por el jardín, el almacén, su actual taller y una galería en una planta superior vamos descubriendo piezas escultóricas de madera, piedra y alguna de metal que reflejan el mundo creativo del artista desde que comenzó a serlo. «Cuando me aburro de la madera, trabajo en piedra o modelo en barro para hacer piezas en bronce, las menos».

«Esta es la última pieza que hice aquí», explica en la estancia que fue su estudio desde 1982 hasta que se le quedó pequeña. «Se llama ‘El décimo tercer trabajo de Hércules’, quien tuvo 12, pero éste me lo inventé yo». Es una escultura de más de cinco metros de altura hecha en un enorme tronco de castaño con una parte superior ensamblada. Representa a una figura humana portando un sofá con piernas y es una de las obras de su serie de seres mitológicos, como también lo es ‘El Tritón’, rebautizado por los vigueses como ‘El Sireno’ de la Porta do Sol, el David sentado en una sandalia gigante con gesto de frustración tras el atentado contra las Torres Gemelas, un centauro con apariencia de ratón o una Venus sobre una colchoneta de playa ante una bandeja de sushi comiéndose una almeja gigante. «Son interpretaciones irónicas que hago de la mitología, a la que trato de desacralizar», dice. Una de esas obras representa a un ser yacente con un hierro clavado en el pecho, que puede recordar a un Cristo o a una momia egipcia, salvo al ver que posee tres cabezas y que sujeta en sus manos un martillo y un puntero, símbolos de la masonería.


GUGGENHEIM BILBAO

 

Helen Frankenthaler y las pintoras del expresionismo abstracto


La muestra que el Guggenheim Bilbao dedica a la artista norteamericana es una buena ocasión para revisar su obra, pero también la de otras expresionistas, relegadas a la segunda fila por su condición de mujeres





En 1950 la prensa los bautizó como “los irascibles”. Eran dieciocho jóvenes pintores con talleres en la bohemia parte baja de Manhattan, que mandaron al Metropolitan Art Museum una airada carta de protesta. Acusaban al museo de rancio por su elección de artistas americanos emergentes para una exposición. Obviamente, ninguno de ellos había sido seleccionado. 

El 15 de enero de 1951 la revista Life publicó un artículo titulado Los irascibles , ilustrado con una hoy legendaria fotografía de Nina Leen. En ella posaban –con cara de pocos amigos, haciendo honor al mote– quince de los firmantes de la carta. Estaba la plana mayor del expresionismo abstracto neoyorquino: Pollock, Rothko, De Kooning, Still, Motherwell, Newman, Baziotes, Gottlieb… Solo faltaban algunos pesos pesados como Gorky y Kline. Entre los retratados había solo una mujer: Hedda Sterne, una pintora hoy bastante olvidada.

Al año siguiente, se llevó a cabo una exposición colectiva muy relevante para el movimiento, la llamada 9th Street Art Exhibition, comisariada por un joven Leo Castelli. De los 72 artistas –entre los que estaban el padre de Robert de Niro y el español Estaban Vicente– solo once era mujeres, entre ellas Helen Frankenthaler, Lee Krasner, Elaine de Kooning, Joan Mitchell, Grace Hartigan y Perle Fine. Faltaban Mary Abbott y Ethel Scwabacher.

Es posible que los nombres de la mayoría de ellas no les suenen, porque los titulares y las cotizaciones al alza los acaparaban sus colegas masculinos como Pollock y Rothko. No puede decirse que las pintoras estuvieran arrinconadas, porque entre 1950 y 1951, las tres más destacadas –Frankenthaler, Krasner y Mitchell– tuvieron exposiciones individuales en galerías de la ciudad Sin embargo, ocupaban un segundo plano con respecto a sus compañeros varones y tardaron muchos más años que estos en tener exposiciones individuales en museos de primer nivel. En los años cincuenta planeaba en el mundillo artístico una misoginia que se prolongó durante años y que Siri Hustvedt retrata con agudeza en su novela El mundo deslumbrante, ambientada en los años ochenta.

El epítome del expresionismo abstracto era Jackson Pollock, con sus turbulentos demonios etílicos y la masculina fiereza de su trazo; el término Action painting , como se bautizó su técnica, rezuma testosterona. Los prejuicios de la época jugaban en contra de las artistas: en aquel entonces adjetivar su pintura como femenina no era precisamente un piropo, sino un modo de decir que no poseía el ímpetu y la tensión dramática de las creaciones de sus colegas varones. El alemán Hans Hoffmann, maestro de muchos de los expresionistas abstractos, llegó a comentar sobre un cuadro de su alumna Lee Krasner que “esto es tan bueno que nunca dirías que lo ha pintado una mujer”. 

Sin embargo, la pincelada vigorosa y visceral de Krasner o Joan Mitchell no puede reducirse a clichés de género. Tampoco la de Elaine de Kooning en su etapa más próxima a la abstracción, la de la serie de los toros. Después dio un giro a su carrera y se convirtió en una retratista tan apreciada que pintó por encargo de la Casa Blanca el retrato oficial de Kennedy un año antes de su asesinato.

Joan Mitchell, que a partir de 1959 abandonó Nueva York y se instaló en París, desarrolló un estilo inconfundible basado en feroces pinceladas con colores muy intensos. Podría recordar a De Kooning, pero hay varias diferencias sustanciales, la más relevante de las cuales es el uso del espacio negativo, es decir las partes del lienzo que deja sin pintar. Frente a la tendencia a empastar todo el lienzo con gruesas capas de pintura de De Kooning o Pollock, ella deja que respire, lo cual la podría emparentar con Kline, pero su trazo y sobre todo su uso del color la aleja por completo de él.

A Lee Krasner le costó quitarse de encima el calificativo de “mujer de Jackson Pollock”, para reivindicarse como pintora por derecho propio. Es cierto que en algunas de sus obras puede verse la influencia de la titánica personalidad de él, pero, cuando lo conoció, ella ya había desarrollado su estilo. Y la evolución de su carrera tras la muerte de él –en accidente automovilístico, acompañado por su amante, que sobrevivió– deja clara su poderosa voz autónoma. De entre sus lienzos destacan aquellos en los que crea vibrantes ritmos internos a través de trazos circulares, con una paleta cromáticamente restringida.

Pese a vivir en un entorno bohemio, las convenciones sociales de la época hicieron que algunas de estas artistas
ralentizaran sus carreras para dedicar sus esfuerzos a gestionar y promocionar la obra de sus parejas. Lee Krasner se volcó en apoyar al alcohólico Jackson Pollock y Elaine de Kooning a de Willem de Kooning tras su reconciliación. Quizá no esté de más apuntar que no crecieron a la sombra de sus célebres maridos, porque cuando los conocieron sus carreras ya estaban plenamente desarrolladas.

A Helen Frankenthaler la introdujo en los círculos del expresionismo abstracto Clement Greenberg, con el que mantuvo una relación amorosa durante cinco años, antes de casarse con Robert Motherwell. Fue a través de Greenberg que descubrió la obra de Pollock, en una exposición de 1950 en la Galería Betty Parsons (otra figura femenina muy importante de este periodo). Frankenthaler quedó tan deslumbrada que cambió su modo de pintar. 

Tomó de Pollock la idea de trabajar con la tela en el suelo y el uso de lienzos de grandes dimensiones, pero creó su propia técnica –distinta a la del dripping o pintura por goteo–, bautizada como soak and stain (empapar y manchar). Consistía en diluir el óleo en trementina o queroseno hasta dejarlo muy líquido, para verterlo y extenderlo con una esponja sobre la tela sin imprimar, lo que la hacía más porosa. La aplicó por primera vez en 1952 en la obra The Sea and the Mountains.

Lo que consigue es que el óleo pase a tener una densidad de acuarela, lo que le da una apariencia traslúcida y crea
alrededor de las manchas una suerte de aura. Su estética está emparentada con la de los pintores del color field painting (pintura de campo de color) como Rothko, Clyfford Still, Barnett Newman y Kenneth Noland. Pero en su caso, los colores adquieren un aspecto etéreo y las formas parecen flotar en el espacio. La artista solía partir para sus abstracciones de recuerdos de paisajes, evocando la costa de Provincetown, en Cape Cod, donde pasaba los veranos. Pueden ver una buena selección de su obra en la exposición Helen Frankenthaler: pintura sin reglas en el museo Guggenheim Bilbao, procedente del Palazzo Strozzi florentino.

La artista procedía de una eminente familia del Upper West Side –su padre era juez del Tribunal Supremo– y tuvo una educación privilegiada. Su sofisticación se materializa en la sutileza compositiva de sus telas, que transmiten un lirismo poco habitual en el expresionismo abstracto. Hay una preciosa imagen de ella en su estudio, tomada en 1956 por el gran fotógrafo y cineasta afroamericano Gordon Parks para Life , que la muestra sentada en el suelo y rodeada de sus telas. Es la imagen de una joven glamurosa envuelta en su universo creativo, y resume la esencia de su personalidad y su obra: magnetismo, fuerza contenida, hálito poético.

Helen Frankenthaler: pintura sin reglas. Guggenheim.

Bilbao.www.guggenheim-bilbao.eus. Hasta el 28 de septiembre


RAFAEL ÚBEDA

 


Rafael Úbeda: "No tendría sentido que mi obra permaneciese en un lugar diferente a Galicia"








SALA RECOLETOS (MADRID)

 

Exposiciones en Madrid en la Sala Recoletos de Fundación MAPFRE

Arte para todos: Exposiciones en Madrid





Nuestra sala está emplazada en el palacio de la Duquesa de Medina de las Torres, un relevante ejemplo de la arquitectura nobiliaria madrileña del siglo XIX, ubicado en la continuación del gran eje cultural del Paseo del Arte. Con una superficie expositiva de aproximadamente 1.000 m², abrimos sus puertas en otoño de 2008. Desde entonces, la Sala de Exposiciones en el Paseo de Recoletos, de la Fundación Mapfre alberga importantes exposiciones de arte y fotografía.

Planes en Madrid: Visita la Sala Recoletos de Fundación MAPFRE

La Sala Recoletos de Fundación MAPFRE es el destino perfecto para quienes buscan planes en Madrid. Ubicada en el Paseo de Recoletos, esta sala ofrece una variedad de exposiciones de arte y fotografía que abarcan desde grandes maestros del siglo XIX hasta fotógrafos contemporáneos. Además de las exhibiciones, se organizan conferencias, eventos especiales y programas educativos. Disfruta de un plan cultural enriquecedor en el corazón de la ciudad.

Qué Hacer en Madrid: Explora las Exposiciones de Fundación MAPFRE

Si te preguntas qué hacer en Madrid, una visita a las exposiciones de la Fundación MAPFRE en la Sala de Exposiciones Paseo de Recoletos es una excelente opción. Este espacio cultural presenta una programación diversa que incluye programación diversa (pintura, escultura, fotografía), desde los grandes maestros de la pintura contemporánea hasta fotógrafos actuales de renombre internacional. Con su ubicación céntrica y fácil acceso, la Sala Recoletos es el lugar ideal para sumergirte en el arte y la cultura madrileña.

Artistas que encontrarás en nuestras exposiciones de arte

La programación de la Sala Recoletos abarca los grandes maestros de la pintura y escultura de la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, así como nombres clásicos y contemporáneos de la fotografía. Además, ofrece programas educativos, conferencias y eventos especiales que enriquecen la experiencia del público. Con su compromiso con la excelencia y la diversidad cultural, la Sala Recoletos se erige como un faro de ocio y cultura en Madrid, justo en el corazón de la ciudad.


JOSÉ GUERRERO





                                            
                                                 FELIPE ROMERO








GUSTAVO TORNER

 


100 años de Torner, el artista moderno que se convirtió en un clásico

Por Paloma Primo de Rivera García-Lomas


        El  próximo 13 de julio, Gustavo Torner (Cuenca, 1925) soplará las velas de cumpleaños por su siglo de vida. Trece también son las obras presentadas en la exposición Torner, Centenario en la Academia (obra 1977-2008), comisariada por Arturo Sagastibelza. Una pequeña muestra que supone un brindis a la abstracción y a la figura del artista conquense.

Es esta una ocasión perfecta durante estos meses de verano para volver a visitar -o descubrir- el Museo de la Real Academia, una joya en el circuito artístico madrileño. Pero sobre todo, es una ocasión para entender cómo un artista rabiosamente moderno, se ha convertido en un clásico.

Se presentan destacadas obras en pintura de gran formato de la etapa de madurez del artista (1977-2008), procedentes de colecciones privadas en su mayoría, e inéditas algunas. Se incluye la obra Quevedo en Roma (1996) que regaló el artista a la Real Academia, en su ingreso en la Institución (por cierto, donde ocupa el sillón por escultura). Variadas formal y conceptualmente -rasgo característico de la obra de Torner- con diferentes técnicas, recursos y procedimientos. Obras con poderosa presencia física e impacto visual. El propio comisario insiste en que en esta exposición no ha querido incorporar paneles explicativos para que el visitante pueda disfrutar de “la vitalidad de la pintura”.

Torner es una de las figuras claves del arte contemporáneo en nuestro país, en la forma, en el fondo y en la acción. Ingeniero de montes de formación, también fue autodidacta en lo que al arte se refiere. Maestro de la abstracción, sus comienzos artísticos nacieron gracias al dominio extraordinario del dibujo. Artista entregado, culto, amable y exquisito. Pintor, escultor, grabador, diseñador, museógrafo y asesor artístico. Académico y Medalla de oro a las Bellas Artes entre otras distinciones. “El que no hace más que una sola cosa, no es artista. Todo es un juego de relaciones”, dice. Fluye por todas las disciplinas como vasos comunicantes, como un artista del Renacimiento en el siglo XXI.


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LL  

MUSEO REINA SOFÍA

 

Madrid se rinde a Néstor un siglo después

El Museo Nacional Reina Sofía redescubre al disruptivo artista grancanario


Madrid se rinde a Néstor un siglo después de su última exposición en la capital. El Museo Nacional Reina Sofía, frente al totémico pórtico de Atocha, acoge hasta el 8 de septiembre la muestra 'Néstor reencontrado', que comisariada por Juan Vicente Aliaga pretende sacar del ostracismo nacional a este irreverente y seductor artista que en el cambio de un siglo provocó adhesiones inquebrantables y propició reacciones airadas en su contra.

Porque Néstor Martín-Fernández de la Torre –Las Palmas de Gran Canaria, 1887-1938– permanece en el imaginario más popular de su isla natal como el renovador de un tipismo autóctono que exploraba las intenciones de un turismo sostenible, idea hoy socavada por la voracidad empresarial. Pero fue mucho más que eso, como refiere Aliaga, conocedor al detalle de una obra que «se separa de la ortodoxia de su tiempo» a través de un recorrido pictórico e intelectual en el que destaca «la indefinición de los cuerpos en un momento en el que solo existían dos sexos».

'Néstor reencontrado' salda una deuda de un siglo. Fue en 1924 la última vez que el trabajo del autor grancanario se expuso en el eje de la península. La Sociedad Española de Amigos del Arte acogió una muestra que casi sirvió para clausurar la etapa exterior de un Néstor que una década después, con el alma herida por una ruptura sentimental y económicamente frágil por la crisis global del 29, retornó a la isla para abordar su última etapa creativa en torno a la canariedad antes de morir en 1938 por una neumonía.

El Reina Sofía acogió este martes la presentación de esta muestra con una gran expectación mediática. En este acto no podía faltar el gran custodio de la obra de Néstor, Daniel Montesdeoca, director gerente del museo del Pueblo Canario que lleva el nombre de artista. Tras décadas defendiendo la obra y su necesidad de expandirla en cierto modo se encontraba emocionado por lo que estaban sucediendo. «Es algo muy importante, porque si volvemos a meter a Néstor solamente en su museo, estamos convirtiéndolo casi en un panteón. La cuestión es que Néstor tiene que estar en las colecciones privadas, Néstor tiene que estar vehiculando, tiene que estar dando vueltas por el mundo como un buen cosmopolita que era, tiene que estar itinerando, que sería la palabra exacta», señaló a la vez que deslizó que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria está abordando la posibilidad de llevar su obra a una gran capital europea en los próximos tiempos.

Por lo pronto, 'Néstor reencontrado' estará en Madrid hasta el próximo 8 de septiembre. Posteriormente se expondrá en el TEA de Santa Cruz de Tenerife y, pendiente queda, seguirá su ruta por Europa en tiempos futuros.

Juan Vicente Aliaga está al frente de esta exposición que reúne 200 piezas del pintor isleño, la gran mayoría de los fondos del Museo Néstor pero también piezas provenientes de Cataluña y de algunas colecciones privadas. Para el comisario de la muestra hay una realidad ineludible que se cifra en el coste de la insularidad y el desconocimiento que aún pervive en España sobre lo que sucede al norte de África. Por eso tiene claro desde el título de la exposición qué es lo que la motiva. «Quería subrayar el hecho de que Néstor, que aquí fue muy conocido y admirado, aunque también fue muy criticado por algunas de sus exposiciones, por ejemplo, en Barcelona, ha sido olvidado a lo largo de estos 100 años que han pasado. Salvo en Las Palmas de Gran Canaria, en el resto del país no se le conoce. Y es un artista totalmente fabuloso que es necesario que revisitemos su obra para que el resto de la población internacional pueda admirar a un artista complejo, de base modernista y simbolista, que trató una serie de temas y representó la figura humana de forma claramente subersiva para los cánones del tiempo en el que le tocó vivir», expone.

Esa síntesis que plasma Aliaga es la que también traza Montesdeoca. «Néstor no es un pintor español, Néstor no es un pintor europeo; Néstor, es tal su dimensión, que supera cualquier frontera. Néstor es uno de los grandes pintores que ha dado el mundo y tiene que conocerse», refiere el director del museo, que bromeó durante la presentación con el hecho de que sufrió un leve desmayo en el vuelo que tomó en dirección Madrid este martes, «algo que a Néstor, como hombre teatral que era, le hubiera encantando», bromeó.

'Néstor reencontrado' aborda toda la exploración vital y creativa del artista palmense. A lo largo de diez salas del Edificio Sabatini del Reina Sofía se explora toda la trayectoria que dejó en vida, desde sus estudios en el estudio de Rafael Hidalgo de Caviedes hasta su obra como muralista. Mención especial para 'El círculo decadente' y, por supuesto, al 'Poema de los Elementos', esa obra incompleta por su prematura defunción que parte del 'Poema del mar' y que cuenta con obras como 'Mar en reposo', una de las piezas favoritas del comisario de la exposición.

Junto a Montesdeoca visitaba la exposición Josué Íñiguez, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, de quien depende la fundación. «Hablamos de un autor, un artista, un adelantado a su tiempo, que reivindicamos. Y es un viaje a la capital de España, a Madrid, donde estoy seguro que cientos de personas van a redescubrir este gran artista que transfigura Las Palmas de Gran Canaria. Estoy convencido de que esta exposición va a suponer un antes y después para la obra de Néstor y que este empujón que está haciendo a través del Ayuntamientom el Museo Néstor y todas las entidades públicas y privadas que colaboran va a dar más brillo a su figura a nivel internacional», señaló el edil.


Su museo en la ciudad


Mientras la obra de Néstor Martín-Fernández de la Torre llega a Madrid, quedan las dudas sobre su museo en Las Palmas de Gran Canaria, cerrado hace siete años por obras y cuya licitación quedó desierta al no presentarse ninguna empresa a la realización de los trabajos.

A este respecto, Íñiguez expresó que desde el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria «hemos hecho todos los esfuerzos posibles para volver a abrirlo. Desgraciadamente, en el proceso se quedó desierta la licitación y vamos ahora con todas las marchas forzadas y con muy buena letra a sacar ese proyecto adelante para poder reabrirlo. Es parte de la historia de la ciudad. Comentaba aquí con expertos de arte, que Néstor, para nosotros, forma parte de nuestra infancia porque es un museo que visitamos desde niños. Y así va a volver a ser con el esfuerzo del Ayuntamiento. Pero lo relevante hoy es que sacamos a Néstor de la capital y estamos en Madrid, donde estoy convencido que mucha gente, no sólo público profano, sino también público más especializado, va a redescubrir una figura del tamaño de Néstor».

El reencuentro con Néstor se produce en el centro nacional de arte, una deuda que la cultura nacional tenía con una figura inasible que exprimió al máximo aquello de lo local a lo universal.



martes, 27 de mayo de 2025

EL CONFIDENCIAL

 


EN EL MUSEO DE HISTORIA DE MADRID

Luces de bohemia antes de Valle-Inclán: el Madrid de los bajos fondos culturales cobra vida

La exposición '¡Viva la bohemia! Los bajos fondos de la vida literaria' reúne más de un centenar de piezas, muchas inéditas, y revive el pulso artístico de una ciudad que aún soñaba con París y resistía con literatura, dibujos y tabernas


'Los chulos' (1906), José Gutiérrez-Solana. (Colección Banco Santander)


A finales del siglo XIX, Madrid era una ciudad laberíntica, oscura y, en algunos aspectos, casi amenazante. "Un Madrid de callejones", como la define Alberto Martín, comisario de la exposición ¡Viva la bohemia! Los bajos fondos de la vida literaria, y donde la bohemia encontró su mejor refugio. Sus calles estrechas, mal iluminadas, estaban salpicadas de cafetines, tabernas y pensiones de bajo coste, donde poetas, ilustradores y pintores compartían una estética de vida que rehuía los valores burgueses.

 

Este paisaje urbano comenzó a transformarse con la colocación de la primera piedra de la Gran Vía en 1910. La nueva avenida, símbolo de modernidad, arrasó con buena parte de ese casco antiguo que albergaba el alma bohemia de la ciudad. La reforma urbana no solo cambió el aspecto de la capital, también su espíritu: la bohemia, que había encontrado en los bajos fondos su sentido vital, empezaba a convertirse en un recuerdo.

Así, la muestra comisariada por Martín, en el Museo de Historia de Madrid hasta el 1 de junio, tiene una clara vocación: mostrar que la bohemia fue mucho más que un estilo excéntrico. "Fue una forma de protesta", subraya Martín, "una respuesta artística y vital contra la ramplonería y la hipocresía de la sociedad".

 

El recorrido arranca con los bustos de Julio Antonio de María y Rafael Lasso de la Vega, junto al cuadro Tejados de Madrid, de Eduardo Chicharro, que evoca las buhardillas donde nacía el sueño artístico. Desde allí, el visitante se adentra en un viaje que abarca desde mediados del siglo XIX hasta la publicación de Luces de bohemia, en 1924.

        Algunas de las obras expuestas en ¡Viva la bohemia! (Museo de Historia de Madrid)

La exposición se estructura en cinco ámbitos temáticos, con más de 30 prestadores de obras procedentes de museos y colecciones públicas y privadas. Entre pinturas, esculturas, dibujos, fotografías y una cuidada selección bibliográfica, el espectador puede trazar un mapa emocional y crítico de la bohemia madrileña.

 

"Había una necesidad de mostrar el diálogo entre escritores, pintores, ilustradores y músicos", explica el comisario. Ese diálogo se refleja en obras de artistas como Ramón Casas, Anglada Camarasa, Raimundo de Madrazo, Ricardo Baroja o Juan Gris. Algunas de estas piezas, como el busto de Valle-Inclán realizado por Ezequiel Zalayeta o el retrato de Mariano José de Larra por Ricardo Baroja, se exponen por primera vez.

 

La muestra, además, propone una revisión de la bohemia como movimiento cultural. "No todos los bohemios eran iguales ni todos buscaban lo mismo", advierte Martín. Desde los postrománticos hasta la llamada golfemia, el recorrido se adentra en las distintas formas que adoptó la disidencia artística en Madrid, una ciudad que fue testigo y escenario central de esa vida al margen.

Artistas, obras y miradas de la bohemia

Una de las virtudes de esta exposición es la calidad y variedad de las obras seleccionadas. "Tenemos un dream team", afirma el comisario, bregado en este tipo de formatos y con trabajos previos también vinculados a las relaciones entre arte, música y literatura.

LA OPINIÓN (LA CORUÑA)

 

La Luis Seoane ofrece una exposición sobre arte japonés


Exposición 'Arte y guerra. Geishas y samuráis en el antiguo Japón' en la Fundación Luis Seoane. / LOC



La Fundación Luis Seoane acoge del 29 de mayo al 7 de septiembre la exposición Arte y guerraGeishas y samuráis en el antiguo Japón. Este es un proyecto comisariado por Ferrán López Alargada, presidente de la Federación Española de Anticuarios. La muestra reúne una selección de las obras pertenecientes a una de las colecciones de arte japonés más importantes del país.

La exposición, impulsada por el Ayuntamiento de A Coruña, ofrece un panorama completo sobre la vida japonesa del siglo XIX. Para ello utiliza un conjunto de piezas significativas como fotografías de épocaarmaduras, kimonos tradicionales y una serie de objetos diversos, junto con un apartado dedicado a la obra La gran ola de Kanagawa de Katsushika Hokusai, que pertenece al género Ukiyo-e (traducido como pinturas del mundo flotante), del que también habrá otras obras en la muestra.

En total, la Fundación Luis Seoane expondrá más de cien obras que han sido cuidadosamente seleccionadas por el comisariado. Todas las obras que componen la muestra estarán agrupadas en seis secciones: Teatro, Geisha, Shunga. Las imágenes de primavera, Netsuke, kakemono y fotografías de época, Cultura de Guerra y Samuráis.

PHotoESPAÑA

 

Los rostros del arte en las fotografías de Graziano Arici


Andy Warhol. Biennale 1987 ©Graziano Arici

Joan Miró. Biennale 1956 ©Graziano Arici

Salvador Dalí. Biennale 1961 ©Graziano Arici


En algunos contextos, el retrato fotográfico es una herramienta semiótica muy poderosa de reconocimiento social, generalmente cultivado como una forma de consagración y prestigio.

En esta exposición, las fotografías se presentan como documentos históricosobjetos iconográficos y objetos visuales con individualidad y relevancia propias. De esta manera, cada imagen no solo logra revelar su fuerza visual y su propia historia, sino también la compleja red de acontecimientos históricossocialespsicológicos e iconográficos que la sustentan.